Para Enrique Montero, protesor de la Universidad de Cádiz y responsable de la Cátedra Relec, especializada en el impacto ambiental de dispositivos electrónicos, los denominados “minerales tecnológicos” suponen una paradoja al ser “metales sucios” que se emplean para vender al gran público tecnologías supuestamente “limpias” como el coche eléctrico o la fabricación de aerogeneradores, pero que sin embargo tienen un proceso de refinado que implica un tremendo impacto sobre el medio ambiente y la salud humana por el tipo de productos químicos que se utilizan.
Según los datos del experto la producción de una tonelada da lugar a entre 9.600 y 12.000 metros cúbicos de gas residual que contiene polvo concentrado, ácido fluorhídrico, dióxido de azufre y ácido sulfúrico, unos 75.000 litros de agua residual ácida y alrededor de una tonelada de residuos radioactivos, dado que en el mineral es habitual la presencia de elementos como el torio o el urario.
En este sentido la Plataforma Sí a la Tierra Viva, que canalizó la lucha contra el proyecto que la empresa Quantum Minería pretendía instalar en la provincia de Ciudad Real y cuya cancelación ha sido ratificada recientemente por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, dio a conocer en 2017 un informe oficial de la Agencia de Protección Medioambiental de los Estados Unidos (EPA) que certificaba los impactos perjudiciales de esta actividad extractiva sobre aire, agua y suelos y contradecía de manera rotunda las tesis de Enrique Burkhalter, director de proyectos de la empresa.
En el documento publicado por la EPA se alerta, entre otros factores, de la problemática vinculada a este tipo de minería y a sus efectos “para los trabajadores del sitio y residentes cercanos” por la inhalación de polvos finos (partículas) y por la ingestión o contacto de la piel con polvos contaminados procedentes de pilas de almacenamiento o de transporte del mineral, un polvo, que, además puede ser considerado “un irritante, un tóxico o un carcinógeno” dependiendo del tipo de partículas del que se trate.
Tal como señala el informe, “un cierto nivel de materiales radioactivos se encuentra asociado a muchos depósitos de tierras raras“, lo que origina que, “como resultado, los residuos de roca y lodos de la extracción de tierras raras también contienen estos radionucleidos”, generando un tipo de desechos “que pueden dar lugar a niveles de radiación inaceptables”. “Elementos como el torio y el uranio pueden concentrarse en los polvos y sedimentos minerales y el gas radón también puede ser emitido por estas fuentes” -señalan desde la EPA-.
Por otra parte -indica el texto-, los trabajadores de las minas pueden estar expuestos a aerosoles de numerosos procesos como el de perforación, corte y triturado de la roca madre, pudiendo estos “acumularse potencialmente a lo largo de áreas perimetrales de estanques y lagunas y contaminar los suelos, sedimentos, aguas superficiales y aguas subterráneas poco profundas a través de la deposición y el transporte”. De igual manera, el procesado de roca y el polvo minero contaminan el entorno, lo que puede afectar a la fauna y la vegetación, siendo posible que algunos tipos de tierras raras pasen a formar parte de los cultivos procedentes de suelos contaminados, lo que puede contribuir a su incorporación a la cadena trófica.
Ese mismo año, además, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) concluyó que los estudios aportados por Quantum Minería no permitían declarar la actividad como libre de impacto radiológico, razón por la que obligaba a la compañia a implantar de manera obligatoria, de ser el caso, un programa de vigilancia ambiental en el entorno de la instalación con controles radiométricos, análisis de aerosoles y aguas superficiales.
CÓMO COMBATIR SU IMPACTO AMBIENTAL
Los expertos indican que la solución al problema generado por la extracción y procesado de las tierras raras pasan, en primer lugar, por el reciclado, utilizándolas además en aplicaciones industriales que destaquen por su utilidad, evitando el consumismo y el derroche como sucede, por ejemplo, en el cambio frecuente de teléfono móvil que algunas personas llevan a cabo, apostando, en este y otro casos casos, por una fabricación de calidad y la durabilidad de los productos.