La Asociación de Defensa Ambiental Salvemos Cabana considera que el canon anunciado por Alfonso Rueda dentro del proyecto de la norma para gravar las líneas de evacuación de la eólica marina no es más que una cortina de humo para imponer una serie de proyectos de alto impacto sobre sectores esenciales en la economía gallega como el turístico y el de la pesca tradicional, de los que de manera directa e indirecta dependen miles de familias por todo el territorio.
En este sentido, el “papel protagonista” de la Xunta en la transición energética al que alude el líder del PP no es otra cosa que “papel mojado” en una comunidad autónoma que según datos oficiales exportó el año pasado más de 40% de la electricidad generada en un contexto en el que la población ha visto significativamente incrementadas sus facturas de consumo en los últimos años.
Así, según los últimos datos de Red Eléctrica Española (REE), Galicia es un territorio netamente exportador, con una producción superior a los 22.000 MWh, de los cuales más de 14.500 son de origen renovable, superando con creces el consumo interno de la comunidad autónoma.
De hecho, el último “Informe del sistema eléctrico español” de REE señala que Galicia fue la tercera región con mayor cuota de producción renovable a nivel estatal, con una generación del 64,8% de renovables en el total de su mix, superando en un 57% la cuota fijada por la Unión Europea para el año 2030.
En esta situación claramente excedentaria, que en nada beneficia a la población y en cambio sí se está perjudicando gravemente paisaje, biodiversidad y calidad de vida, especialmente en el rural, es en la que el presidente de la Xunta anuncia la tramitación de la nueva “Ley de recursos naturales de Galicia” mientras docenas de grupos sociales por todo el territorio se encuentran inmersos en una carrera contra el tiempo ante la notoria falta de garantías ambientales de su Administración.
Esta circunstancia, en la práctica, retrotrae a Galicia al África colonial del siglo XIX, convirtiéndola en una suerte de “vaca lechera” de recursos a bajo coste y alto rendimiento para las grandes multinacionales del sector energético que asume con crudeza todos los impactos socioambientales pero que sin embargo recibe a cambio unas migajas que luego acaban desperdigadas entre acciones como la compra de contenedores de basura vía canon compensatorio, publicidad institucional (véase la campaña “Fermosismo“) o jugosas subvenciones públicas a todas aquellas entidades y organismos que engrasan esta maquinaria falaz.