La ONG Human Rights Watch favorece a Israel

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Israel utilizó armamento fabricado por la empresa Boeing con sede en Chicago para destruir torres residenciales en Gaza el pasado mayo, masacrando a las familias en
sus hogares, según confirma un nuevo informe del Observatorio de Derechos Humanos, Human Rights Watch (HRW). La documentación incluida en dicha investigación de HRW es valiosa y necesaria y servirá para quienes quieren pinchar la burbuja de impunidad de Israel y prevenir el siguiente baño de sangre en Gaza.

Pero la equiparación que realiza el grupo de los presuntos crímenes de guerra cometidos por Israel y los grupos armados palestinos en Gaza perpetúa el mito de la paridad
entre un Estado colonizador y el pueblo sometido.

El grupo con sede en Nueva York declaró “haber investigado tres ataques israelíes que mataron a 62 civiles palestinos aunque no existían pruebas de objetivos
militares en la vecindad”. El testimonio de los supervivientes y
los testigos de esos ataques israelíes es desgarrador.

Algunos padres describen cómo recuperaron los cuerpos destrozados de sus hijos. El único
superviviente de un ataque relata como toda su familia fue aniquilada sin previo aviso en cuestión de segundos. Las personas entrevistadas por Human Rights Watch niegan las afirmaciones de Israel respecto a que existiera actividad militante alguna en las cercanías de los objetivos cuando se produjeron los tres ataques investigados por el grupo.

Entre estos ataques está el bombardeo de la calle al-Wihda en el centro de la ciudad de Gaza el 16 de mayo, en el que murieron 44 civiles, incluyendo 18 niños.
Entre las víctimas se encontraban 22 miembros de la familia
al-Qawlaq, el menor de 6 meses y el más anciano de 90 años. Israel
afirmó que su objetivo era un centro de mando subterráneo pero
admitió “no conocer su tamaño o su localización exacta cuando se
efectuó el ataque”, según HRW.

El grupo añade que Israel no ha demostrado “la existencia de túneles o de un centro de mando subterráneo en esta vecindad”. Tampoco ha explicado por qué no
avisó a los residentes para que evacuaran sus hogares antes de
lanzar el mortal ataque. “Human Rights Watch no ha encontrado
ninguna evidencia de objetivos militares en el lugar en que se
produjeron los ataques aéreos o en sus proximidades, ni túneles ni
centro de mando subterráneo alguno bajo la calle al-Widha o los
edificios cercanos”, afirma el grupo.

Israel utilizó bombas de 1.000 kilogramos de la serie GBU-31 equipadas con el kit de Munición de Ataque Directo Conjunto en los bombardeos de la
calle al-Widha. Según HRW Israel utilizó asimismo armamento
construido por Boeing y exportado por EE.UU. en el ataque aéreo del
15 de mayo sobre el campo de refugiados de la playa de la ciudad de
Gaza, en el que murieron dos mujeres y ocho de sus hijos.

Amnistía Internacional ha reclamado un “embargo total de venta de armas a Israel” y ha urgido a los Estados a suspender inmediatamente toda transferencia de armamento y
equipo militar. También ha solicitado que se impongan las mismas
medidas a los grupos armados palestinos, aunque ni Estados Unidos ni
cualquiera de los estados europeos que arman a Israel suministran
armas a las organizaciones de la resistencia palestina.

Human Rights Watch, por su parte, ha adoptado una postura más tímida.

“Los socios de Israel”, incluyendo a Estados Unidos, deberían “condicionar la futura
asistencia militar a Israel” a que este mejore “su cumplimiento
de las leyes de la guerra y las leyes de derechos humanos, y que
investigue sus abusos del pasado”, afirma el grupo. Teniendo en
cuenta la envergadura de los crímenes documentados por el grupo, es
desconcertante que Human Rights Watch no solicite un embargo total de
armas a Israel, como ha hecho con otros países como Etiopía,
Myanmar, Arabia Saudí, Sudán del Sur, Siria y Emiratos Árabes
Unidos.

Foto: Una calle de Gaza afectada por el bombardeo israelí del 12 de mayo (Mohamed Zaanoun / ActiveStills)

En su informe sobre Gaza, Human Rights Watch no solicita sanciones a Israel, tal y como ha hecho en muchos de los casos mencionados. Sin embargo, recientemente solicitó sanciones contra las autoridades libanesas responsables de la explosión de Beirut que mató a 218 personas el pasado agosto.

En un nuevo
informe
sobre dicha explosión, Lama Fakih, director
de programas del grupo de derechos humanos, afirma que “a pesar de
la devastación causada por la explosión, las autoridades libanesas
continúan prefiriendo la vía de la evasión y la impunidad en lugar
de la de la justicia y la verdad”.

Desde luego que lo mismo es
aplicable a Israel, donde B’Tselem, un destacado grupo de derechos
humanos del país, considera que su mecanismo interno de
investigación militar es una “hoja
de parra
” para ocultar la ocupación.

Pero Human Rights Watch no solicita
sanciones específicas contra los oficiales israelíes, como hace con
sus homólogos libaneses, aunque reconoce “el prolongado historial
de investigaciones fallidas sobre crímenes de guerra” cometidos en
Gaza. (Los grupos armados palestinos que actúan en Gaza ya están
sometidos a sanciones al ser considerados organizaciones terroristas
por muchos países).

“El Consejo de Derechos Humanos de
las Naciones Unidas debería autorizar inmediatamente una
investigación y los países deberían imponer sanciones específicas
contra los implicados en los continuos abusos y las continuas
iniciativas para impedir que se imparta justicia”, afirma Fakih con
respecto al Líbano.

En su informe sobre crímenes de
guerra en Gaza, HRW menciona la comisión de investigación
establecida por el Consejo de Derechos Humanos a finales de mayo para
indagar la represión israelí contra los palestinos en su conjunto.
HRW incentiva un examen no solo de los “ataques ilegales” de
Israel y los grupos armados palestinos en mayo, sino también del
“contexto general” del “tratamiento discriminatorio de los
palestinos”.

El grupo de derechos humanos
solicitó sanciones específicas en el informe sobre el apartheid
israelí que publicó con anterioridad este mismo año. ¿Por qué no
solicita medidas inmediatas para intentar prevenir el siguiente
episodio de derramamiento de sangre en Gaza? Alrededor de 260
palestinos cayeron víctimas de los ataques israelíes del pasado mes
de mayo, la mitad de los cuales, al menos, eran civiles. Varios
palestinos murieron también a causa de los cohetes disparados en
Gaza que cayeron antes de atravesar la frontera israelí.

En Israel doce personas murieron a
causa de los cohetes lanzados desde Gaza durante los once días de
recrudecimiento de la violencia. Tres de ellos eran trabajadores
extranjeros, dos eran niños y uno un soldado. Human Rights Watch
concluye diciendo que “el ejército israelí y los grupos armados
palestinos lanzaron ataques… que violaron las leyes de guerra y en
apariencia suponen crímenes de guerra”.

El grupo, que señala que Israel
niega el acceso a Gaza a su personal internacional, dice que
“publicará por separado sus averiguaciones sobre los ataques con
cohetes de los grupos palestinos armados”. Afirma asimismo que las
violaciones israelíes y palestinas deberían ser investigadas por la
Corte Penal Internacional (CPI), que inició una investigación sobre
crímenes de guerra en Cisjordania y la Franja de Gaza anteriormente
este mismo año
.

La CPI defiere a las investigaciones
internas del país investigado, en caso de que existan y sean
legítimas, según el principio de complementariedad, según el cual
“los Estados tienen la primacía en cuanto a la responsabilidad y
el derecho a perseguir los crímenes internacionales”.

“Las autoridades palestinas y el
ejército israelí tienen un largo historial de fracasos a la hora de
investigar las violaciones de guerra cometidas en o desde Gaza “,
afirma HRW. Su informe cita a Gerry Simpson, un representante de la
propia organización que afirma que “las autoridades israelíes y
palestinas han mostrado poco o ningún interés en abordar los abusos
de sus fuerzas respectivas”. Simpson añade que “las
instituciones judiciales globales y nacionales deberían dar un paso
al frente para romper el círculo vicioso de ataques ilegales e
impunidad por los crímenes de guerra”.

Falsa paridad

La formulación que realiza HRW da a
entender que Israel y los grupos de la resistencia palestina en Gaza
son igualmente responsables de los crímenes de guerra y que la
gravedad y el alcance de sus presuntos crímenes son similares. Traza
una falsa paridad entre una potencia colonial con uno de los
arsenales más poderosos del mundo por un lado, y unos guerrilleros
sin Estado que viven en un territorio sitiado y repetidamente
maltrecho, por el otro.

Los grupos armados de Gaza carecen
de la capacidad para desarrollar armamento de precisión como el que
utiliza Israel para atacar infraestructura civil. Human Right Watch
critica a los grupos de Gaza por “lanzar cohetes y morteros no
guiados hacia centros de población, lo que viola la prohibición de
realizar ataques deliberados o indiscriminados contra civiles”.

Pero la ONG de derechos humanos no
fundamenta la afirmación implícita de que la resistencia palestina
dirige sus cohetes contra centros de población y no contra objetivos
militares, como observa la escritora Helena Cobban. Un video
publicado por las Brigadas Qassam, el brazo armado de Hamás, muestra
cómo los luchadores palestinos apuntan a un jeep militar israelí.
Un soldado israelí murió como resultado de un misil antitanque
disparado desde Gaza.

Human Rights Watch afirma
repetidamente que los grupos palestinos dispararon cohetes hacia
“centros de población” israelí. Pero el informe no utiliza esa
misma frase cuando se refiere al fuego israelí sobre Gaza, uno de
los lugares con mayor densidad de población del mundo. Según HRW
“al carecer de un sistema de guía, los cohetes suponen un fuego
indiscriminado cuando se dirigen hacia zonas con presencia de
civiles”.

Foto: El portavoz de la policía israelí Micky Rosenfeld y un agente de la seguridad municipal junto a un grupo de cohetes disparados desde Gaza contra la comisaría de policía de Ashdod, 20 de mayo (Amir Cohen / Reuters).

Es difícil de comprender por qué no se aplica la misma lógica a las bombas de 1.000 kilos arrojadas por Israel sobre cualquier lugar de la superpoblada Gaza. Según dicho razonamiento, cualquier ataque israelí contra Gaza estaría dirigido contra “centros de población” palestinos. Lo mismo podría decirse de los proyectiles de artillería de 155 mm. Israel lanzó cientos de dichos proyectiles sobre Gaza en mayo, al igual que había hecho en los ataques anteriores a dicho territorio. La precisión de ese tipo de ataques no es absoluta y los proyectiles de mortero pueden caer en un radio de varios cientos de metros en torno al pretendido objetivo.

Ese mismo argumento fue utilizado
por Human Rights Watch en su informe de 2007 titulado “Fuego
Indiscriminado
”. En él se afirma que el “radio
letal supuesto” para los proyectiles de 155 mm altamente explosivos
que Israel utiliza regularmente para atacar Gaza “está entre los
50 y los 150 metros y el supuesto radio de víctimas está entre 100
y 300 metros”.

“Con independencia de la
legitimidad del objetivo teórico, la precisión limitada de los
obuses de 155 mm., que los abogados [del ejército israelí]
reconocen en entrevistas con HRW, pone en peligro la vida de los
civiles”, afirma el citado informe de 2007.

No obstante, HRW no reconoce en su
informe sobre los ataques israelíes contra Gaza de mayo la
naturaleza inherentemente indiscriminada del armamento
utilizado por Israel, lo que supone un flagrante doble rasero.

Seguridad”

Los palestinos carecen de un sistema
avanzado de defensa como el que utiliza Israel para interceptar los
cohetes lanzados desde Gaza. El New York Times informó de que
la mayor parte de los cohetes disparados en mayo fueron derribados
por el sistema de detección de misiles israelí o cayeron en zonas
despobladas. Los palestinos, por el contrario, no tienen ningún
sistema para interceptar las bombas anti-búnker capaces de reducir
torres de apartamentos a escombros, al igual que no tienen ningún
sistema de defensa frente al fuego de artillería indiscriminado de
Israel.

Es ridículo comparar la capacidad
de Israel frente a la de los grupos armados palestinos y, por tanto,
es absurdo equiparar sus implicaciones sobre los derechos humanos.

Yahya Sinwar, el líder de Hamás en
Gaza, declaró a Vice News en mayo que los palestinos no
utilizan cohetes no guiados por voluntad propia. “Israel, poseedor
de un completo arsenal de armamento y de equipos y aviación de
última generación bombardea deliberadamente a nuestras mujeres y
nuestros hijos, a propósito”, afirmó. “No se puede comparar eso
con quienes resisten y se defienden con armas comparativamente
primitivas. Si tuviéramos la capacidad de lanzar misiles de
precisión contra objetivos militares, no habríamos utilizado los
cohetes que utilizamos”.

Es poco probable que los próximos
informes de HRW sobre los cohetes utilizados por los grupos
palestinos vayan a recomendar que EE.UU. y la Unión Europea
proporcionen armas de precisión a los palestinos, al igual que hacen
con Israel. Tampoco es probable que HRW sugiera a los “socios” de
los grupos armados de Gaza que condicionen su “asistencia en
materia de seguridad” al cumplimiento de las leyes internacionales
como hace con Israel.

Foto: Equipos de rescate palestinos buscan cadáveres y supervivientes bajo los escombros de una torre residencial bombardeada por Israel en la ciudad de Gaza, 16 de mayo (Mohamed Zaanoun / ActiveStills)

Es poco probable que HRW dé por hecho la “asistencia en materia de seguridad” a los palestinos que viven bajo la bota de la ocupación militar, como hacen las potencias mundiales que arman al ejército israelí. El mero hecho de la utilización del término “asistencia en materia de seguridad” con respecto al genocidio progresivo que se comete en Gaza revela el prejuicio inherente de Human Rights Watch.

La ONG vuelve a utilizar ese
lenguaje eufemístico cuando se refiere a las “fuerzas de seguridad
israelíes” en Jerusalén Este. “Fuerzas de seguridad” es un
término absolutamente inapropiado para el personal encargado de
reprimir las protestas y hacer cumplir la ley discriminatoria e
ilegalmente
aplicada
de Israel en territorio ocupado, para que los
palestinos puedan ser expulsados y sustituidos por colonos judíos.

HRW no emplea el término
“seguridad” cuando habla de los grupos armadas en Gaza, el hogar
de dos millones de palestinos que carecen de Estado, dos terceras
partes de los cuales son refugiados. Israel les niega el derecho a
retornar a su país natal, un derecho consagrado en el derecho
internacional pero que se ha negado durante décadas a los
palestinos. En su próximo informe sobre el lanzamiento de cohetes
desde Gaza, es poco probable que HRW aconseje cómo defenderse a los
refugiados carentes de Estado si no se exige ninguna medida de
rendición de cuentas a Israel.

Falsa equivalencia moral

No cabe duda de que el lanzamiento
de cohetes desde Gaza –carentes de precisión debido a las
limitaciones tecnológicas, comerciales y de fabricación resultado
de décadas de reversión del desarrollo bajo la ocupación militar y
las sanciones israelíes respaldadas por Occidente– ha causado la
pérdida de vidas humanas, aunque a una escala muy inferior que la
infligida por Israel con sus armas supuestamente “precisas”.

Según la vara de medir del derecho
internacional, ese lanzamiento de cohetes bien puede considerarse un
crimen de guerra.

Sin embargo, la equiparación de una
potencia militar que posee armamento nuclear y de sus sometidos
súbditos coloniales es paralela al paradigma de las engañosas y
nocivas negociaciones bilaterales de “paz” impuestas a los
palestinos durante decenios, para beneficio exclusivo de Israel.

Durante ese periodo los palestinos
han visto cómo se deterioraban sus condiciones materiales de vida y
cómo sus tierras eran devoradas por los asentamientos israelíes en
clara violación de los principios del derecho internacional.

Hay que reconocer que Human Right
Watch ha abogado recientemente por un acercamiento al conflicto
basado en los derechos humanos y la asunción de responsabilidades en
lugar de en el agónico “proceso de paz”, al cual se agarran
todavía las potencias mundiales. La ONG de derechos humanos ha
reconocido que el propósito del “control judío-israelí sobre la
demografía, el poder político y la tierra lleva tiempo guiando las
políticas del gobierno [israelí]”.

En ciertos casos, según HRW, las
violaciones israelíes de los derechos palestinos en busca de dicho
objetivo “son tan graves que equivalen a los crímenes contra la
humanidad de apartheid y persecución”. El grupo menciona
brevemente este contexto en su informe sobre los presuntos crímenes
de guerra perpetrados por Israel y los grupos armados palestinos en
mayo. Pero insiste en hablar continuamente de “ambos lados”, a
pesar de la desigual cifra de víctimas y nivel de destrucción, por
no mencionar la enorme disparidad de potencia de fuego.

Esto sugiere una equivalencia moral
entre la resistencia de un pueblo sitiado que vive bajo la ocupación
y una potencia colonizadora que busca la rendición
absoluta
de los derechos de sus ciudadanos y de los
originales habitantes de la tierra.

Las tácticas de los grupos
palestinos no deben ser ignoradas. Pero los que son desiguales no
deberían ser tratados como iguales, por utilizar una expresión del
académico internacional en leyes Richard Falk. Tras el ataque
israelí de 51 días a Gaza en 2014, Falk escribió que “el impacto
fundamental… fue dejar a Gaza sangrando y devastada, mientras que
Israel soportó mínimos daños y un impacto infinitamente menos
destructivo en su orden social”.

Entonces, al igual que ahora, “los
daños en Israel fueron reparados casi de inmediato. Israel, por el
contrario, se niega a que entren en Gaza suficientes materiales para
su reconstrucción, lo que ha dejado una parte sustancial de la
Franja en ruinas, mientras muchos de sus habitantes continúan
careciendo de un refugio adecuado, sin hogar y comprensiblemente
traumatizados”.

Human Rights Watch recalca su
crítica a ambas partes para evitar acusaciones de antisemitismo y de
prejuicios anti-israelíes. De hecho, Israel lleva tiempo intentando
socavar el trabajo del grupo negándole el acceso a Gaza, llegando a
deportar
al director de su oficina en Jerusalén.

Como observó Jonathan Cook, en un
artículo publicado en 2006 en The Electronic Intifada, “el
enfoque de los `dos lados´ supone un pacto con el diablo: consigue
un equilibrio que protege de las críticas pero a costa de sacrificar
los principios de equidad y justicia”. La falta absoluta de equidad
y justicia crea las condiciones para los presuntos crímenes de
guerra condenados por Human Rights Watch. El esquema de “los dos
lados” no es aplicable y nunca lo fue.

Ali Abunimah contribuyó a la
investigación.

Maureen Clare Murphy es editora
jefe de The Electronic Intifada
.

Fuente: electronicintifada.net

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