La revista portuguesa “Expresso” ha dedicado un reportaje al rey emérito Juan Carlos I, tema que protagoniza su portada, que titula “Ascensión y Caída de Juan Carlos”.
“La transición del régimen dictatorial franquista a la democracia le garantizó un lugar en la historia. Pero en los últimos años, sus amantes y negocios sospechosos han dejado al monarca español aislado de su familia y sus súbditos”, subtitula en la portada.
El artículo, firmado por Angel Luis de la Calle, analiza, tal y como publican nuestros compañeros de Eco Republicano, la “crisis monárquica en España: luces y sombras en la vida de un rey”, destacando “las crecientes sospechas sobre los oscuros negocios del rey emérito Juan Carlos I que obligaron a su hijo a repudiarlo y desvincularse públicamente de sus maniobras”.
“La familia real española tiene que agradecer a la pandemia de coronavirus el manto de silencio que cubre, por el momento, la crisis más grave sufrida por la institución monárquica en los últimos años”, señala el periodista, que añade: “Si no fuera así, toda la atención pública se centraría ahora en las serias motivaciones que obligaron al actual monarca, Felipe VI, a repudiarle públicamente el 15 de marzo, junto con la declaración del estado de alarma anunciada oficialmente en todo el país: su padre y su predecesor, desconectándose de sus maniobras financieras y retirando el dinero (alrededor de 200.000 euros anuales) que el rey emérito recibió del tesoro del Estado”.
“Un ruptura total -señala el periodista- que, además de la división familiar, implicaba dar credibilidad de la más alta magistratura de la nación a las serias sospechas que se habían manifestado en los últimos años sobre las actividades económicas de Juan Carlos I”.
“La inviolabilidad legal de la figura del rey, que está consagrada constitucionalmente, en el momento en que se cometieron estos hechos, ha salvado hasta ahora al monarca de que se llevasen a cabo varias iniciativas de investigación judicial en España, pero no es prudente predecir que esta situación continuará para siempre. La oficina del fiscal, pero también el Parlamento (que lo ha intentado varias veces), acabará por investigar la conducta del monarca ahora repudiado por su hijo”, remacha el artículo.