El centro arqueológico del célebre monumento gallego corre el riesgo de convertirse en una feria o parque temático por la falta de un criterio eficiente de los servicios de Patrimonio y Cultura de la Diputación coruñesa sobre el plan de actividades culturales sostenido mediante convenio por José Muíño Domínguez, alcalde del PP en Cabana de Bergantiños (A Coruña).

Esta situación, que viene repidiéndose de manera recurrente en los últimos años, no ha sido obstáculo para que de manera sorpresiva, en plena pandemia de COVID-19, y con un brote activo de coronavirus -Vimianzo- a escasos kilómetros de la localidad, fuentes municipales se hayan jactado en medios de los miles de personas (4.477) que han visitado este yacimiento de la parroquia de Borneiro durante el mes de julio, sin entrar a valorar la conveniencia o no de las actividades desarrolladas.
Si hace unos días fue una actuación de música rock las inmediaciones del monumento el que alentó las críticas al ayuntamiento por no realizarse en el auditorio municipal, este viernes vuelve a realizarse un concierto de acordeón en el pabellón de un megalito que atesora en sus ortostatos una de las escasas muestras de pinturas neolíticas del noroeste peninsular, un patrimonio tremendamente frágil que dista mucho de estar en condiciones ideales de conservación.
Este concierto de Fernando Fraga se une a los últimos desarrollados bajo el paraguas de “Música na catedral”, varios eventos que han sido polémicos no sólo por realizarse a escasos metros del dolmen sino porque según diversos vecinos de la localidad podrían estar siendo completados en algunos casos por personas afines al entorno político gobernante, dando una sensación de cara a la galería de aforo completo y ayudando de este modo a justificar la cuantiosa subvención pública de 60.000 euros recibida del ente provincial.
LA TURISTIFICACIÓN, EL PEOR DE LOS CAMINOS POSIBLES PARA EL PATRIMONIO
La realidad actual del Dolmen de Dombate remite a la situación generada por una gobernanza centrada en el turismo de masas como la desarrollada actualmente desde la Diputación coruñesa, e indica que cuando el patrimonio arqueológico es convertido en mercancía, la turistificación es una consecuencia directa que acaba generando problemáticas concretas y descontextualizando el patrimonio de su valor más preciado.
En este sentido, si bien es conocido que la masificación turística aporta beneficios económicos, en relación con el patrimonio es necesario una correcta gestión para minimizar el impacto social y cultural derivado de esta actividad. Porque si no se regula y se tiene claro que los yacimientos arqueológicos tienen unos límites humanos y culturales, estaremos creando en el mejor de los casos un gran parque de atracciones para adultos, y en el peor destruiremos la esencia y el atractivo que son su razón de ser.