La única mujer que ha logrado convertirse en teniente general de la Policía griega, Zajarula Tsirigoti, considera que, aún hoy, «las mujeres tienen que trabajar mucho más duro» para llegar al mismo sitio que los hombres y, en especial, para alcanzar puestos directivos, aunque ellas son «mejores a la hora de dirigir».

Tsirigoti entró en el cuerpo de la Policía helena en 1983, cuando las mujeres aún no podían llevar armas y se dedicaban principalmente a tareas administrativas. El «cambio radical», explica a Efe la teniente general, llegó en 1988, cuando se implementó la Ley de Igualdad aprobada por el Parlamento en 1982.

Treinta años después, aunque las mujeres policías «hacen los mismos exámenes, pruebas físicas y tareas», aún acceden a los cargos de responsabilidad de forma muy minoritaria, como demuestra el hecho de que Tsirigoti fuera la primera y hasta ahora única mujer en acceder a la posición de teniente general, en 2016.

Antes, Tsirigoti se había dedicado a asuntos relacionados con la cooperación policial transnacional, y tras su labor como general de división en el área de Migración y Protección de Fronteras durante la «crisis humanitaria» de 2015, fue ascendida a teniente general.

«Nunca hubiera imaginado que llegaría el día en el que alcanzaría este rango, pero por suerte cuando lo hice la sociedad ya estaba preparada para aceptar que una mujer dirigiese un cuerpo tan dominado por hombres», señala.

Para Tsirigoti, las mujeres tienen unas cualidades que las hacen mejores líderes de cuerpos como la policía, por ejemplo, una mayor flexibilidad, una actitud positiva y la capacidad de acercarse más a sus subordinados, lo que les da más seguridad.

Esto ocurre por la diferencia en la naturaleza de hombres y mujeres y también por situaciones vitales como la maternidad, cuenta.

Tsirigoti es mujer, es policía pero también es una de las máximas encargadas de la implementación de las políticas de protección de fronteras en Grecia, un país clave para la UE por tratarse de uno de los estados con fronteras exteriores.

La gestión de la «crisis humanitaria» de 2015, como lo califica Tsirigoti, le valió el ascenso. Bajo su mando y tras el aumento inaudito de llegadas desde Turquía aquel año, se introdujeron nuevos «mecanismos de contabilización e identificación» de los migrantes que llegaban a las islas griegas, hasta entonces inexistentes.

En aquel período, las llegadas oscilaban entre las 3.000 y 10.000 al día, hasta que el 18 de marzo de 2016 la UE firmó el acuerdo con Turquía que establecía que todos los migrantes llegados a las islas griegas desde este país debían ser devueltos allí.

Tras entrar en vigor, el 20 de marzo, las llegadas disminuyeron drásticamente, de 57.066 en febrero a 3.650 en abril.

Ahora las entradas han aumentado a través de la frontera terrestre, por el río Evros, que separa Grecia y Turquía y se ha convertido en la nueva prioridad de las autoridades.

El mayor número de llegadas por esta vía se produjo en la primera mitad de 2018, pero, tras el «contacto intenso» con las autoridades turcas, el aumento de las patrullas y la instalación de cámaras de largo alcance, Tsirigoti se muestra satisfecha de haberlas atajado.

«Cuando vemos un grupo al otro lado de la frontera, avisamos a nuestros compañeros turcos para que impidan su cruce», señala la teniente general.

A lo largo de su carrera, Tsirigoti ha tenido que hacer frente de forma implacable a las múltiples expresiones del patriarcado, entre ellas tener que ganarse la aceptación no sólo de jefes sino también de subordinados cuando empezó a ascender profesionalmente.

«Cuando tenían que escoger entre un hombre de mi mismo grado o yo, siempre escogían al hombre, a pesar de que yo estuviera mejor cualificada. Eso me hizo ser más insistente, trabajar aún más duro y estar más decidida a hacer bien mi trabajo», resuelve.

Tsirigoti sabía desde pequeña que quería ser policía, una profesión que identifica con un «trabajo de utilidad social y que ofrece algo a la ciudadanía». Su familia nunca se opuso, al contrario, la ayudaron a conseguirlo.

Para avanzar hacia la igualdad real, Tsirigoti emplaza a las mujeres a «denunciar y romper el silencio» si les ocurre algún episodio machista, porque «cada mujer debe sacar su propia energía para luchar por la verdadera igualdad».

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