Irán celebró hace hoy cuatro décadas un trascendental referéndum en el que, con el 98 % de los votos a favor, se decidió establecer en el país una República Islámica, un modelo de sistema que ya en su momento generó cierta controversia.
El 12 de farvardin de 1979 del calendario persa tuvo lugar la consulta que determinó el futuro político de Irán, menos de dos meses después del triunfo de la Revolución Islámica y del fin de la monarquía con el derrocamiento del Sha Mohamad Reza Pahlaví.
La participación fue abrumadora, según las estadísticas oficiales, contestadas por diversos sectores. Unos 20 millones de personas de los 21 convocados votaron en el referéndum, pese a que el Gobierno interino de Mehdí Bazargán había expresado sus dudas y a que algunos grupos izquierdistas habían llamado al boicot.
El primer ministro Bazargán había pedido al ayatolá Ruholá Jomeiní, el líder de facto, incluir una tercera opción en la votación: República Democrática o al menos República Islámica Democrática, pero su propuesta cayó en saco roto.
En opinión de Jomeiní, lo que Irán necesitaba era una República Islámica y el término «democrático» era occidental e innecesario para adjetivar al islam.
«Solo República Islámica, ni una palabra más ni una palabra menos», repitió el ayatolá, cuya visión siguen defendiendo las autoridades iraníes a día de hoy ante el creciente descontento popular.
Así quedó demostrado en la ceremonia celebrada en esta jornada con motivo del 40 aniversario del referéndum en el mausoleo donde está enterrado Jomeiní, al sur de Teherán.
En un discurso, el ministro iraní de Inteligencia, Mahmud Alaví, aseveró que en esa época «con una señal del imán (Jomeiní) millones de personas se movilizaron para pedir un gobierno islámico y rechazar a las potencias de Occidente».
Alaví indicó que Jomeiní convocó el referéndum porque quería que el apoyo popular a la República Islámica tuviera una forma «oficial y legal».
Sus palabras fueron escuchadas por cientos de personas que se congregaron en el mausoleo para mostrar su respaldo al sistema con banderas iraníes, y fotografías de Jomeiní y del líder supremo, Ali Jameneí.
Entre los asistentes se encontraba Ali Rahimí, un fontanero de 59 años que votó «si» en la consulta de hace cuarenta años y que sigue apoyando los ideales revolucionarios porque, según dijo a Efe, «de no ser así habría caos en el país».
También respaldó el establecimiento de la República Islámica Batul Mahdaví Hayí, una mujer de 80 años miembro de los basiyí (voluntarios islámicos), quien recordó con emoción la «unidad» reinante esos días y consideró que era importante votar para que «el islam se establezca» en Irán.
Las Fuerzas Armadas emitieron asimismo un comunicado en el que subrayaron que el referéndum fue «un hito» de la nación iraní, que lo aprobó con una «mayoría abrumadora» y protegió de este modo «el gran logro de la Revolución Islámica».
Del otro lado, los que no participaron u optaron por el «no» en su momento recuerdan con amargura las irregularidades ocurridas durante la votación y cómo afectó al futuro del país.
Radmin, un intelectual de 61 años, explicó a Efe que el referéndum fue «un juego» al llevarse a cabo en «un ambiente muy delicado y sensible», entre temores a un golpe militar o a que Irán cayera de nuevo bajo la influencia extranjera.
«Yo voté no, porque no era un estado islámico lo que buscábamos», declaró Radmin, quien lamentó que no importaba realmente la opinión de la gente porque el referéndum «estaba planeado para que ganara el ‘si».
Este profesor, que militaba en un partido izquierdista, denunció que se podía votar varias veces y que los responsables de los centros de votación a cada rato introducían diez papeletas a favor de la República Islámica.
A su juicio, estas irregularidades no eran una orden de las autoridades, sino que gran parte de los iraníes pensaba que era necesario votar «si» para que el poder fuera del pueblo.
El referéndum allanó el camino para las elecciones de la Asamblea de Expertos, un órgano de 73 miembros, en su mayoría clérigos, que coparon ese mismo año los discípulos de Jomeiní.
La Asamblea de Expertos fue la encargada de redactar la Constitución, aprobada meses más tarde, un híbrido de teocracia y democracia que también puso de manifiesto las diferencias entre los sectores religiosos y laicos de Irán.
Marina Villén