El diputado Antón Sánchez ha denunciado en el Parlamento gallego que la presencia de metales pesados y alta acidez vienen afectando a la calidad de las aguas superficiales y subterráneas en una extensión mínima de 65 kilómetros cuadrados en el entorno de la mina al menos en los últimos diez años.

En una Proposición No de Ley presentada en la Cámara autonómica este martes por En Marea y a la que podido acceder contrainformacion.es, el viceportavoz de la formación ha instado una vez al Ejecutivo de Alberto Núñez Feijóo a depurar responsabilidades políticas «por la pasividad continuada» de la Administración ante estos hechos «y el no cumplimiento de restauración y regeneración por parte de la empresa», así como denegar a Atalaya Mining S.L. la autorización de reapertura y ampliación del proyecto minero.
Durante su exposición, el también portavoz nacional de Anova hizo referencia a que en los datos suministrados por Augas de Galicia en 2018 se constata la presencia de importantes concentraciones de cobre y zinc con cantidades de aluminio y manganeso por encima de los valores permitidos en algunos puntos.
Estas cifras, correspondientes al curso medio del río Ulla, confirman la movilización de importantes cantidades de metales pesados por la red fluvial tributaria que baja desde las antiguas cortas mineras de Bama y Arinteiro al menos desde el año 2011 y hasta la actualidad.
En el caso de la cuenca del río Brandelos, esta se caracteriza por una intensa contaminación de cobre y zinc en la mayoría de puntos de muestreo, con unos niveles muy altos de aguas hiperácidas, sospechándose también la presencia de otros elementos como el plomo por encima de los niveles permitidos en cursos de agua como el Rego das Minas, Felisa, Pucheiras y en el propio río Brandelos, que también presenta un nivel alarmante de fenoles (un tipo de elementos considerados por la UE como sustancias peligrosas de carácter prioritario), mercurio, cianuros, y otros elementos de carácter metálico como el hierro, el aluminio o el manganeso.
La cuenca del río Lañas, que drena únicamente a la corta de Arinteiro muestra una problemática similar al Brandelos, con presencia significativa de plomo en todos los cursos y con «una superación segura en el Portapego», que se une a una «intensa contaminación por cobre y zinc», tanto en el río Portapego como en el Barral siendo el primero «el que muestra una contaminación más intensa» de niveles de hierro, manganeso y aluminio situación que provoca «la aparición de cantidades significativas de metales a más de 10 km. aguas abajo de la antigua corta de Arinteiro, y con la explotación inactiva».
En la salida de la balsa de Argumil, «todas las analíticas de aguas muestran cantidades muy importantes de cobre, zinc, hierro, manganeso, aluminio y sulfatos», todos ellos «por encima de las medias anuales y valores paramétricos» con posible superación de los niveles autorizados de plomo, cromo y arsénico en un medio hiperácido equiparable a los ambientes extremófilos.
FRACASO DE LOS TRATAMIENTOS DE REGENERACIÓN
En la PNL, además, se señala que «la ineficacia de los tratamientos de regeneración se pone en evidencia en los resultados de las muestras de vertidos del río Portapego» al superarse los valores de plomo «tanto antes como en el propio tratamiento». Cobre y zinc «están por encima de las medias anuales tanto antes como después del tratamiento al igual que los valores paramétricos de hierro, manganeso y aluminio» con una acidez extrema «en todos los puntos de muestreo».
Para el Rego Felisa, que en su momento fue también sometido «a una supuesta regeneración» la situación es similar al Portapego, con niveles de cobre y zinc «siempre por encima de las medias anuales», con posible presencia de plomo, así como de arsérico y cromo y exceso de hierro, manganeso, aluminio y sulfatos «en todos los puntos de muestreo» con niveles de pH hperácidos «con un pico mínimo de 2,8 aguas abajo del tratamiento».
El texto de la PNL concluye que «se constata el fracaso de los supuestos tratamientos de regeneración«, de modo que las antiguas labores e instalaciones de la mina de cobre de Touro «siguen siendo una fuente contínua de contaminación de las aguas superficiales y subterráneas» en una instalación, hoy cerrada, «que se ha convertido en la principal fuente de contaminación por metales pesados en la cuenta del río Ulla».