Las esposas paquistaníes de antiguos insurgentes indios quieren volver a casa y acabar así con una vida «apátrida» de pesadilla en la Cachemira india, a donde se trasladaron desde Pakistán después de que sus maridos aceptaran un plan de reinserción de las autoridades indias si regresaban.

Todo comenzó a principios de la década de 1990, cuando miles de hombres de la Cachemira india cruzaron la Línea de Control (LoC), la frontera de facto que divide la disputada región entre la India y Pakistán, para formar parte de la insurgencia armada que busca poner fin al control indio sobre ese territorio.

Pero con el tiempo algunos decidieron abandonar las armas y en el marco del plan de 2010 «Política de Retorno y Rehabilitación» del Gobierno cachemir, optaron por volver a la India con sus esposas paquistaníes e hijos y tratar de llevar de nuevo una vida normal.

Sin embargo, el tentador plan al que se acogieron unos 377 insurgentes se convirtió para las esposas y sus hijos -unos 864 según las autoridades locales- en el inicio de una vida de «apátridas», sin pasaportes, tarjetas de identidad ni documentos.

«Somos paquistaníes. Enviadnos a casa», reclamaban recientemente con pancartas las esposas de los exinsurgentes, que se sienten «enjauladas» en Cachemira, por lo que desean volver a su natal Pakistán.

Las mujeres reclaman al primer ministro indio, Narendra Modi, y a su par paquistaní, Imran Khan, documentos de viaje que les permitan volver a su país.

«Cuando llegué al lado indio de Cachemira con mi padre, me sorprendió darme cuenta de que pasamos de vivir en la sartén a aterrizar en el fuego», dijo a Efe Ruqaya, hija de un insurgente que regresó a la Cachemira india bajo el plan gubernamental.

La joven, que abandonó sus estudios de medicina en el Colegio Médico de Fatimah Jinnah en Karachi, en el sur de Pakistán, lamentó que «no hay un plan concreto» para personas que, como ella, ahora no pertenecen a ningún lugar.

El director general adjunto de la Policía de Cachemira, Munir Khan, explicó a Efe que «la política de rehabilitación está dirigida a aquellos que abandonaron la idea de tomar las armas y están dispuestos a regresar de Pakistán».

La política es aplicable a aquellos que cruzaron al lado paquistaní entre el 1 de enero de 1989 y el 31 de diciembre de 2009.

El plan contempló además la acogida de solo aquellos insurgentes que entrasen en el país a través de los puntos cachemires de Poonch-Rawalakote, Uri-Muzaffarabad, Wagah y el Aeropuerto Internacional Indira Gandhi, en Nueva Delhi.

Sin embargo, la mayoría de los antiguos insurgentes y sus familias utilizaron la frontera de Nepal en lugar de las rutas señaladas.

«¿Cómo iba a permitirnos Pakistán cruzar las rutas prescritas si habíamos pasado al lado paquistaní a recibir entrenamiento armado? Así que, como habíamos cruzado ilegalmente, también tuvimos que regresar ilegalmente», dijo a Efe el exinsurgente Nazir Ahmad Shah, residente de la aldea de Khai, que volvió a través de Nepal a la Cachemira india después de 18 años junto con su esposa e hijos.

El profesor de la Universidad Central de Cachemira Raashid Maqbool indicó a Efe que «dado que la Política de Retorno y Rehabilitación fue un esfuerzo unilateral del gobierno de la Cachemira india y Pakistán no participó de la iniciativa, las autoridades paquistaníes no reconocieron la política».

«Por lo tanto, los exinsurgentes no podían tomar las rutas anunciadas», añadió.

De acuerdo con el catedrático, la política tiene numerosas lagunas, y esta es la razón por la que «fracasó estrepitosamente», un fracaso que «solo se ha sumado a las tragedias del conflicto», indicó Maqbool.

De acuerdo con los datos presentados por el gobierno regional en 2017, al menos 3.000 cachemires permanecían aún en Pakistán para recibir entrenamiento.

Un oficial de la administración cachemir también reconoció a Efe, bajo condición de anonimato, que «ya que ningún exinsurgente ha regresado por las rutas identificadas o prescritas, no son candidatos para recibir asistencia o rehabilitación».

El anterior Gobierno regional, refirió la fuente, había pedido al Ministerio del Interior indio que incluyera la ruta de Nepal, la misma que los insurgentes habían utilizado, en la lista de puntos de entrada formales, aunque la petición no prósperó.

En la protesta en Srinagar, las paquistaníes expresaban su disgusto por la indiferencia a sus preocupaciones, que a veces las llevan a pensar en «suicidarse».

«Se nos niegan los documentos básicos como tarjetas de identidad, tarjetas de racionamiento», declaró a Efe Shabana, de origen paquistaní y casada con Mohammad Ashraf Mir, un exinsurgente.

Como muchos otros, Shabana lamentó su decisión de hacer de la Cachemira india su hogar.

«Ha destrozado a nuestra familia, que una vez fue feliz», confesó la mujer, que aseguró que es tratada como una «intrusa» por la familia de su marido y sus vecinos.

Shah Abbas

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