La lucha de los trabajadores por la consecución de mejores condiciones de trabajo ha traído siempre momentos de tensión entre quienes pretendían mantener sus privilegios y quienes aspiraban a tener derechos. Mientras tanto, los medios tradicionales han dejado titulares que demuestran, como ya se sabe desde hace años, su verdadero interés por informar: la criminalización de los huelguistas para el mantenimiento del poder de la patronal que precisamente les tiene a sueldo.
La huelga de los trabajadores del metal en Cádiz ha dejado momentos de emoción dentro de la clase trabajadora, de solidaridad entre diferentes pueblos capaces de entender y acercarse a la situación de toda una lucha obrera que conforme pasa el tiempo vuelven a sentir como propia. Una huelga que, además, nace por el incumplimiento del convenio por parte de la empresa empleadora y que pretende reducir pagas, sueldos y no ajustarse a lo establecido entre trabajadores y patronal. Además, la subida del IPC en más de un 5%, que supone encarecimiento de la vida con unos sueldos que apenas cumplen mínimos, deja en evidencia la necesidad de un reajuste que, desde luego, no acabe con lo poco que los empleados del sector del metal tienen. Todo ello, con razón, ha desatado la furia de una provincia ya castigada con uno de los niveles de paro más altos de España, harta del ninguneo de la patronal que periódicamente echa un pulso a los trabajadores para rascar, todavía más, los beneficios millonarios que obtiene de los trabajadores y su creación de la riqueza.
Los medios y las huelgas: una desinformación continua
Han sido numerosos los titulares que estos últimos días han incluido lo que provoca la huelga dejando de lado, como es evidente, las razones que precisamente llaman a su convocatoria. Ambulancias que no pueden pasar, niños que no pueden ir al hospital…momentos que llaman a la empatía con quienes sufren las consecuencias de la huelga pero que nacen de la mentira y ya han sido rebatidos, en numerosas ocasiones, por los trabajadores y las imágenes que demuestran lo contrario. Además, esta práctica criminalizadora se da con la presente huelga, pero no con el paro patronal que hace unos días también pretendían hacer pasar como tal. De hecho, cuando periódicos y tertulias anunciaron dicho paro, lo hicieron en forma de huelga dejando caer la proximidad de las fechas navideñas y cómo podía afectar a las familias españolas. El trato recibido por los medios cambió por completo cuando se conoció que efectivamente era un paro patronal.
Este no es el primer ejercicio de criminalización de la lucha obrera que no sólo se da en los puestos de trabajo para la consecución de mejores condiciones, sino en todos los sectores que conforman lo básico para los ciudadanos: vivienda, luz, agua, servicios públicos de calidad… Además, si bien es cierto, los mineros o diferentes ejercicios de lucha por los derechos de los trabajadores en estos últimos años también han tenido que sufrir las consecuencias de toda una patronal que saca sus garras a través de los medios y pretenden deslegitimar las huelgas, minar el apoyo popular y deshacer, desde dentro, cualquier ejercicio de lucha que pueda significar que sus jefes tengan que respetar los derechos de sus empleados.

El fondo sí y las formas también
Cuando hablamos de episodios de lucha que tienen como denominador común la misma clase social que convoca dichas huelgas, las formas en las que desarrollan sus protestas son acordes al nivel de represión que el propio sistema emplea en la defensa de sus intereses. Esto quiere decir que la protección de la extrema violencia que la policía pone en marcha en protestas y manifestaciones es necesaria para, además de proteger sus derechos, hacer una demostración de fuerza de lo que la clase trabajadora unida es capaz de conseguir.
Hay muchos que esperan que, contra las pelotas de goma y los porrazos que la policía reparte con alegría, los trabajadores respondan con los brazos abiertos, sonrisas y, quizá, un par de besos. Lo que en realidad esconde la criminalización de la defensa contra la represión es el miedo de que los trabajadores redescubran el poder que tienen a su alcance y, para ello, los medios tradicionales son su instrumento más útil hasta la fecha.
La protección de los derechos de los trabajadores no están al mismo nivel que el deseo de inflar los bolsillos de la patronal. Aquí no hablamos de opiniones porque un sueldo digno junto a unas condiciones de trabajo dignas y estables no son negociables. Y ojalá todo ello sólo sea el primer paso para la conseguir la emancipación de la represión que jefes, patrones y siervos al capital pretenden continuar.
El apoyo popular que Cádiz ha suscitado incluso en lugares fuera de España obedece a una solidaridad que la opresión provoca. Hasta conseguir lo mismo que Tubacex consiguió hace unas semanas, mucha fuerza y resistencia para los trabajadores andaluces que hoy pelean por sus derechos y, de forma indirecta, por los de todos nosotros.
hay un problema; donde esta el apoyo de los demas sectoRes o sea,maestros, enfermeros,industria del pueblo etc. etc si no nos unimos no comeran popr sopas TRABAJADORES UNAMONOS
Con el Pacto de la Moncloa quedaron prohibidas las huelgas de solidaridad.
¿Que sector no ha protestado o hecho huelga en esta década contra la perdida de derechos poder adquisitivo de los trabajadores? Hemos visto lo que nunca, hasta los jueces salir a protestar por falta de medios.
Y vamos, si a la Patronal del Metal, no le importa lo que ocurra en su sector ¿Crees que le va a importar la opinión de los maestros, enfermeros, etc? Si maestros y enfermeros tienen los mismos problemas con sus respectivas Patronales.