Iria Bouzas

¿De verdad alguien se cree que se puede condenar a una generación entera a una vejez de pobreza y miseria y que el sistema no va a reventar?

Escucho en estos días a sesudos analistas avisándome muy amablemente de que me ponga manos a la obra, no voy a cobrar pensión y debo ir ahorrando desde ya.

Ni el Gobierno tan lamentable que nos hemos dado los españoles, ni los periodistas propagandistas, ni que baje Dios a la tierra a darme instrucciones sobre qué hacer con mi dinero. ¡Mi decisión de ahorrar o no, es mía y no me la va a imponer ninguno de ellos!

Soy asalariada. Todos los meses cobro una nómina de la que se me retiene, obligatoriamente una parte.  Me han obligado a pagar las cotizaciones para tener una pensión pública y una pensión pública es lo que exijo recibir a cambio.

No soy tan ingenua como puedo parecer, hace muchos años que soy perfectamente consciente de que el sistema de pensiones español es una gran estafa con forma de timo piramidal. Una cosa es ser realista y otra bien distinta es ser conformista. Puedo entender que me estén estafando y que me estén robando pero no podría entender que mi respuesta ante este abuso sea la pasividad y la resignación.

Es evidente que el dinero que en su día cotizaron nuestros mayores, hace mucho tiempo que ya no existe. Las pensiones actuales salen de las aportaciones de los cotizantes actuales y yo me alegro de que así sea. Los pensionistas de hoy ya han cumplido con creces con su parte de esfuerzo personal, ahora me toca a mí hacer la mía.

Pero si soy el último eslabón en un timo piramidal perpetrado por los sucesivos gobiernos de la democracia de este país, ¡Exijo saberlo para actuar en consecuencia!

Podría desarrollar este artículo haciendo un juicio moral sobre la indecencia y la injusticia que supone esto, pero me ha apetecido mucho más desempolvar mis dotes de meiga gallega, barajar mis cartas y hacer una visita al futuro para ver cuáles van a ser las consecuencias de esta estafa que nos estamos dejando hacer.

Y una vez de vuelta de ese viaje hacia adelante en el tiempo, he vuelto cargada con mucho miedo por lo que he visto y una única pregunta que no deja de rondarme por la cabeza: ¿De verdad creían que todo esto les iba a salir gratis?

Quizás para explicarme es mejor que les haga partícipes de mi visita astral al futuro.

Estamos, año arriba año abajo, en el año 2060.

Millones de españoles hemos llegado a la edad de jubilación después de años de sueldos miserables, inestabilidad laboral, leyes de dependencia sin presupuestos que nos han dejado llenos de deudas, impuestos que han ido subiendo más y más para mantener administraciones absurdas y hemos sobrevivido a más y más recortes en el Estado de Bienestar hasta que lo hemos visto desaparecer casi por completo.

Estamos, año arriba año abajo, en el año 2060, somos viejos, estamos cansados y nuestro futuro ya ni existe ni nos importa, pero tenemos descendientes. Tenemos hijos y nietos con un porvenir que cada vez es más duro.

En resumen, estamos enfadados. ¡Muy enfadados! Y además de cabreados somos personas que ya no tienen absolutamente nada más que perder.

Y en esas circunstancias, saldrán unos señores de corbata en los medios de comunicación que existan en ese momento y nos dirán que además de viejos, cansados y enfadados, ahora somos totalmente pobres. Lo sienten mucho pero nos agradecen a todos aquellos que hemos terminado sumidos en la miseria que nos vayamos con nuestra desesperación a otra parte, intentemos no molestar y permitamos que sigan con sus vidas a todos aquellos que han conseguido salvarse de caer en la cuneta de la sociedad.

¿De verdad alguien se cree que se puede condenar a una generación entera a una vejez de pobreza y miseria y que el sistema no va a reventar?
Es más, ¿de verdad alguien cree que esos condenados a la marginalizad y el sufrimiento no son ellos mismos los que van a hacer que el sistema reviente?

¿De verdad que no hemos aprendido absolutamente nada de la Historia?

No sé ni para qué pregunto, viendo el nivel cultural que demuestran cada día nuestros políticos tienen más pinta de ser socios de un club que se llame “leer duele” que de ser socios de ninguna biblioteca.

En estos días los pensionistas nos están dando una lección a todos de la que deberíamos tomar nota rapidito. Están siendo ellos, los que deberían estar descansando, los que se están organizando para salir a la calle a luchar por lo que es justo, lo que es ético y lo que es moralmente decente.

Los pensionistas han hecho la primera barricada. ¿A qué esperamos el resto para ser herederos de la dignidad que nos están enseñando y salir corriendo para ir a crear las próximas?

Por cierto, como dato curioso, debo informarles de que me ha dado una gran alegría verme a mí misma en ese futuro que he estado visitando. Aunque me ha decepcionado pensar que después de una vida preocupándome por cuidar mi salud, ya de mayor me han invadido los malos hábitos. Eso de haberme puesto a fumar a los 80, cuando no lo he hecho nunca, ha sido un gran disgusto. Al fin y al cabo, ¿por qué iba a llevar yo un mechero en la mano si no es porque me he vuelto fumadora?

¡Incógnitas!

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