
Aunque pudiera decirse que todos debieran estar satisfechos con la tecnología de vanguardia, seguramente sean las empresas capitalistas las que obtengan mayor retribución en forma de beneficios. Aumentar su capital otorga, además de caja, poder de influencia. No obstante, colaborar con el poder político -que debería mostrar agradecimiento a la tecnología, puesto que ha permitido disimular la fuerza bruta con la suave dominación a través de las máquinas- supone una carga, porque, no contento con la aportación empresarial al proceso de dominación de los gobernados, aprovecha la ocasión para explotar a la vez a las empresas utilizando el soborno y la multa, amén de lo que se mueve en el terreno de la legalidad bajo el epígrafe de tasas e impuestos. Como compensación, aquellas disponen de pequeñas libertades que permiten escapar de las apetencias incontroladas de los Estados merced a los llamados paraísos fiscales o acogiéndose a la ingeniería de la evasión impositiva. De ahí que aunque los avances tecnológicos a disposición de la burocracia pudiera suponer tirar piedras contra su propio tejado, porque permiten dar pistas para incrementar los controles burocráticos públicos sobre ellas mismas, la tecnología también permite adoptar los oportunos remedios, que se reservan en exclusiva.
Al amparo de los intereses generales , el poder se robustece echando mano de las tecnologías que le aportan las empresas, a la espera de encontrar argumentos desde esa base para vender a la opinión pública el microchip como algo racional y necesario. Entonces, todo resuelto, la contestación ya no será posible porque el centro de control leerá todos los pensamientos y adoptará las resoluciones antes de que trasciendan a la acción, La masa de borregos seguirá las consignas de sus amos, y no supondrán problema porque se les controlará en todos sus pasos. De momento, ante la disidencia, basta con entregarla al ostracismo, con seguimiento de las opiniones y las actuaciones que ya no sea posible ocultar usando de los medios de comunicación convencionales. Si sale algo inconveniente a la luz, el bálsamo frente a la discrepancia viene con los productos tecnológicos diseñados al efecto para hacerlo desaparecer. Los iconos culturales, las modas del mercado, el pensamiento teledirigido por los asalariados del sistema -un coto cerrado reservado al grupo de fieles- frenan la disidencia y refuerzan el dogma, prefabrican la libertad y preparan a las masas para la recepción de lo inevitable.
Nadie controla a la burocracia, porque la burocracia es la misma ley y su jurisprudencia. En este panorama totalitario, en un mundo de derechos y libertades de papel, amparado por la democracia representativa virtual -un simple juego para guardar las apariencias-, la burocracia se mueve a sus anchas -todo está bajo control gracias al instrumental tecnológico-, sin que las masas puedan salir del círculo de fuego por temor a quemarse. El reinado de las minorías dominantes se reafirma mientras se juega al entretenimiento y a marear la perdiz con la incauta ciudadanía. Incluso cuando esta se desborda, siempre hay alguien del poder dirigiendo el espectáculo. En el juego político, las masas ahora son poca cosa, pero se camina hacia la nada absoluta. Su única posibilidad de redención está en manos del consumo, porque disponen de la llave que abre y cierra la puerta.
Si políticamente las masas permanecen anestesiadas por efecto del juego político que ha traído al democracia representativa, se mantienen vivas través del consumo -no así en el caso del consumismo-. Y aquí los creadores de la tecnología necesitan permanecer despiertos. El problema que se plantea es que las masas se han vuelto exigentes y reclaman cotas de ilusiones crecientes que el nuevo demiurgo llegará el momento en que no esté en condiciones de atender, porque este camina a paso lento y las otras a golpe de pedal. Si no se pueden aportar dosis de entretenimiento la gente se aburre y empieza a incordiar.
Tan pronto falle la inventiva del consumismo encomendado al capitalismo creativo, el espectáculo se resentirá. La burocracia, por tradición, carece de capacidad imaginativa para suplirlo. Por otro lado, las masas se rebelan cuando no se las entretiene. Aquí está el inicio de la gran crisis: la falta de creatividad de los poderes dirigentes. Pero si todo va bien y el motor capitalista sigue incrementando el capital empresarial, repartiendo beneficios entre los accionistas y es capaz de proseguir con su modelo social de renovación permanente en el campo de las ficciones culturales, todo marchará. Mientras el espectáculo continúe y las masas estén entretenidas, la tranquilidad social estará servida y el terreno abonado para imponer el microchip que viene. Pero, ojo al panorama, porque, pese a las previsiones, a veces el equilibrio se rompe por el punto más insospechado.
Con mi primera cuenta Offshore tenía dudas, al pasar los años, sin lugar a dudas, ahora puedo asegurar que lo mejor para proteger dinero, bienes y activos son las cuentas bancarias, sociedades o empresas Offshore. Es mentira que solo evades impuestos, hay muchos beneficios cuando consigues la atención profesional adecuada. Recomiendo sinimpuestos.com, no se dejen manipular, ni dejen que los hagan dudar.