Pilar Marcos
Bióloga marina y responsable de la campaña Proteger la Antártida de Greenpeace
Los gobiernos se reúnen a partir de hoy para decidir si crean un enorme Santuario en el océano Antártico. Durante dos semanas, desde el 22 de octubre hasta el 2 de noviembre, los países miembros de la Comisión de la Antártida, se reunirán en Hobart, Tasmania (Australia), para decidir si van a crear un gran Santuario, que cubrirá casi dos millones de kilómetros cuadrados. De seguir adelante, sería el área protegida más grande del planeta.
El santuario propuesto se centra en una parte del océano Antártico llamado mar de Weddell, que alberga ballenas, pingüinos, focas y otras criaturas, algunas de las cuales apenas comprendemos. Este área que aparece en este mapa.
Un refugio para la vida silvestre y un lugar para recuperarse
Algunos de los beneficios de un santuario son obvios. Al restringir la pesca industrial y otras actividades humanas en un área en particular, los santuarios frenan muchos daños directos.
Por supuesto, muchas de las amenazas a la vida marina no se pueden abordar con la creación de áreas marinas protegidas: la contaminación por plásticos se desplaza libremente, y el cambio climático seguirá aumentando la temperatura del planeta. Pero para la vida silvestre que ya está sintiendo la presión de estas grandes amenazas globales, los santuarios pueden ofrecer el espacio necesario para comenzar a recuperarse.
La Antártida es también una de las reservas de carbono más importantes del mundo y garantizar que se conserve es crucial para evitar los peores impactos del cambio climático.
Los que toman la decisión: como funciona la Comisión del océano Antártico
Existe un organismo internacional específico que toma decisiones sobre las aguas que rodean la Antártida: la Comisión del Océano Antártico. La Comisión, conocida oficialmente como CCAMLR, está formada por 24 países, más la UE https://www.ccamlr.org/en/organisation/members . Su trabajo consiste en salvaguardar la vida marina antártica y asegurarse que los mares del continente (que nos la controla un solo país) no se conviertan en áreas de pesca libre para la industria. Cualquier país miembro puede presentar una propuesta para cambiar la forma en que se gestiona el océano Antártico, y estas propuestas se debaten en las reuniones anuales. El nuevo y enorme santuario que está en debate este año proviene de una propuesta de la UE.
La mejor de las oportunidades
La reunión de este año es una oportunidad de oro para hacer realidad el Santuario del océano Antártico. Ya somos más de dos millones de personas las que apoyamos la propuesta del santuario, y personas, organizaciones y gobiernos que apoyan han volcado su esfuerzo y energía para que se convierta en realidad.
Hay también otras propuestas sobre la mesa para otras áreas protegidas que sería bueno ver ya aprobadas, pues necesitamos una red de santuarios marinos en la Antártida. Por supuesto, no es una oportunidad única en la historia de la protección en la Antártida, pero sí es una gran oportunidad que no debemos dejar pasar.
Todas las negociaciones sucederán a puerta cerrada. Y por eso toda la movilización que hemos desarrollado en Greenpeace antes del inicio de la reunión. Hasta este inicio de reunión, los gobiernos han estado realizando preparativos de última hora y es en esta reunión cuando culminan sus herramientas de negociación. Muchos países apoyan la propuesta y es en esta reunión donde pueden utilizar su poder diplomático para convencer a todos los países para que voten sí.
Existe un gran apoyo para este Santuario, pero el éxito no está garantizado. La Comisión del Océano Antártico trabaja por consenso, lo que significa que una propuesta solo puede ser aprobada si cada país está de acuerdo. Una sola objeción puede impedir que el santuario siga adelante o diluirlo tanto que no proporcione una protección real para la vida silvestre del área.
Greenpeace estará presente en la reunión con un equipo en el terreno siguiendo las negociaciones, pero también estamos sujetos a la regla de puertas cerradas, así que tendremos que esperar hasta el final para averiguar qué ha sucedido.