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La policía de Hong Kong ha utilizado reiteradamente gas lacrimógeno, balas de goma y granadas de esponja de manera excesiva e ilegítima durante las recientes protestas en Hong Kong, donde han anunciado que se dispone a desplegar cañones de agua.
El empleo de estas potentes armas en las calles densamente pobladas de la ciudad podría causar lesiones graves. “Los cañones de agua no son un juguete que la policía de Hong Kong pueda utilizar en señal de fuerza. Son armas potentes, de efecto intrínsecamente discriminado y con el potencial de causar lesiones graves, e incluso la muerte. Pueden tirar a las personas, empujarlas contra objetos fijos, causar pérdida permanente de la vista o levantar objetos sueltos y propulsarlos como proyectiles. En las abarrotadas calles de Hong Kong, su empleo puede ser catastrófico”, ha señalado Man-kei Tam, director de Amnistía Internacional Hong Kong.
“Desde que estallaron las protestas en Hong Kong hace ya dos meses, la policía de la ciudad ha utilizado reiteradamente gas lacrimógeno y balas de goma sin respetar las normas internacionales pertinentes. Ante esta estrategia de gatillo fácil, cabe plantearse si los agentes de policía pueden utilizar cañones de agua sin que la gente corra por ello riesgo de sufrir lesiones graves».
Son evidentes los peligros del uso de cañones de agua por los cuerpos encargados de hacer cumplir la ley, especialmente en el caso de un terrible suceso ocurrido en Corea del Sur, donde el activista Baek Nam-gi perdió el conocimiento al ser alcanzado por un cañón de agua disparado a corta distancia y con demasiada fuerza durante la protestas contra el gobierno que tuvieron lugar en Seúl el 14 de noviembre de 2015. Los policías que manejaban el cañón no se detuvieron después de que cayera al suelo. Baek Nam-gi entró en coma y murió en el hospital el 25 de septiembre de 2016 a causa de las lesiones
La policía de Hong Kong ha estado probando tres vehículos antidisturbios y armados con cañones de agua. En las pruebas se ha añadido un tinte a la mezcla líquida para marcar a las personas a fin de identificarlas posteriormente.
A fecha de 6 de agosto, la policía afirmaba haber disparado ya 1.800 proyectiles de gas lacrimógeno, 300 balas de goma y 170 granadas de esponja desde que comenzaron las protestas, el 9 de junio. El 5 de agosto, cuando tuvo lugar la huelga general, la policía disparó 800 proyectiles de gas lacrimógeno en ocho distritos de la ciudad para dispersar a manifestantes.
Se ha detenido a más de 600 personas, y 44 han sido acusadas formalmente de un delito de “disturbios”, que está penado con hasta 10 años de prisión. La legislación de Hong Kong sobre “reunión ilegal” y “disturbios” no cumple las normas internacionales.
La policía antidisturbios ha cargado también contra manifestantes pacíficos, periodistas y residentes locales y ha utilizado gas lacrimógeno y balas de goma sin advertencia previa clara. La policía ha continuado disparando gas lacrimógeno en situaciones en que la gente abandonaba ya la protesta, sin darle tiempo ni, a menudo, una vía para dispersarse con seguridad.