La huída de las fuerzas internacionales que durante dos décadas han ocupado Afganistán, con Estados Unidos a la cabeza, está provocando una rápida reordenación de fuerzas, que deja en condiciones precarias al gobierno del país, que ya no cuenta con el apoyo armado internacional.
Los talibanes comenzaron hace pocas semanas recuperando rápidamente las áreas rurales con gran violencia. Después fueron cayendo, una a una, las capitales provinciales. Ahora, con la mayor parte del territorio en sus manos, ya que tienen completamente en su poder 17 de las 34 capitales provinciales, empiezan a pensar en la capital, Kabul.
El Gobierno de Afganistán admitió ayer que los insurgentes no quieren negociar ni tampoco la renuncia del presidente Ghani: buscan es “la conquista y la rendición”. Las escasas fuerzas del gobierno que abandonan enclave tras enclave, sin oponer resistencia, en cuanto los talibanes se acercan. En las últimas horas, los talibanes parecen haber dejado en segundo plano la conquista de otras capitales para concentrarse directamente en la del país.
Conversaciones de paz
El presidente del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional, Abdullah Abdullah, se reunió en Doha (Qatar) con representantes de los talibanes y de varios países para obtener apoyos en las estancadas conversaciones de paz. Abdullan se enteró en ese momento de que los talibanes no piensan en negociar, quieren sangre para recuperar la capital.
La estrategia gubernamental parece ceñirse justo a lo contrario: no oponer gran resistencia en ningún lugar, para acumular una gran cantidad de fuerzas precisamente en el área de Kabul.
La ofensiva de los talibanes en Afganistán ha causado al menos unos 250.000 desplazados desde que se recrudeció el pasado mes de mayo. Este éxodo se suma a los 150.000 desplazados que ya tuvieron que dejar sus hogares entre enero y mayo, y eleva el total de desplazados internos en el país centroasiático a 3,3 millones. En este punto será clave la actitud de los países vecinos, como Pakistán, que de momento parecen abiertos a acoger población huida, pero los acontecimientos cambian en cuestión de horas.
La respuesta de los países occidentales está, en general, por ver. De momento, Canadá ha manifestado su intención de acoger a 20.000 personas.