Imagine un trabajador italiano y otro danés que poseen cualificaciones y trabajos muy parecidos en una industria similar. Imagine que de forma repentina pierden su puesto de trabajo a causa de un despido colectivo o por el cierre de su empresa. ¿Las consecuencias de perder el empleo son diferentes para ambos trabajadores de Italia y Dinamarca?
En un artículo reciente, hemos analizado esta cuestión utilizando datos de siete países europeos que abarcan tres décadas de pérdidas de empleos. Nuestra principal conclusión es que perder el empleo tiene implicaciones muy diferentes en diversas dimensiones del mercado de trabajo en Europa.
¿Cómo extraemos esta conclusión?
En primer lugar, construimos datos armonizados que combinan registros administrativos recabados por los institutos de la Seguridad Social en siete países caracterizados por sus propias y diferentes instituciones de mercado de trabajo: Austria, Dinamarca, Francia, Italia, Portugal, España y Suecia. La armonización es fundamental para la comparabilidad de los resultados, con el fin de asegurarnos de que las definiciones y metodologías empleadas son consistentes entre países.
En segundo lugar, utilizamos una popular estrategia de investigación en Economía basada en el estudio de eventos para extraer efectos causales (Card, 2022). Para cada país, identificamos a los trabajadores afectados por un despido colectivo –es decir, aquellos trabajadores que sufren una separación involuntaria de su puesto de trabajo– y hacemos un seguimiento de la evolución de sus principales magnitudes en el mercado de trabajo durante cinco años antes y después de la pérdida de empleo.
Con el fin de estimar el efecto de perder el empleo, comparamos los cambios producidos en determinadas variables de interés del mercado de trabajo de estos trabajadores despedidos involuntariamente en relación con la evolución experimentada por trabajadores equivalentes cuyas principales características observables son muy similares y que no se han visto afectados por un despido colectivo durante el mismo período.
Por equivalentes queremos decir que estos trabajadores de comparación poseen características demográficas similares (edad y sexo), ingresos muy parecidos previos al despido colectivo y similares condiciones de trabajo en empresas de la misma industria.
La Figura 1 muestra que los países del norte de Europa experimentan, de lejos, las pérdidas más pequeñas de ingresos: en los cinco años posteriores al despido, los ingresos son casi un 10 % más reducidos que los observados con anterioridad a este suceso. Por el contrario, los ingresos de trabajadores afectados por despidos colectivos en el sur de Europa (Italia, Portugal y España) son alrededor de un 30 % más bajos. Los trabajadores austríacos exhiben pérdidas de ingresos entre medias de los países escandinavos y del sur de Europa, mientras que las pérdidas de ingresos de los trabajadores franceses se asemejan más a las del norte de Europa.
Países y probabilidades
Gran parte de esta diversidad entre países en cuanto a pérdidas de ingresos se debe a diferencias en la probabilidad de encontrar un empleo. Alrededor de un 20 % de los trabajadores despedidos de forma involuntaria en España, Portugal e Italia no encuentran un empleo cinco años después del despido. Este porcentaje es solamente alrededor del 5 % en Suecia y Dinamarca, y alrededor del 10 % en Francia y Austria.
Las pérdidas en cuanto a salario por día se encuentran menos dispersas entre países, concentrándose la mayoría en un rango entre el 5 % y 10 % a los cinco años tras la pérdida del empleo.
Investigamos con una técnica estadística de descomposición si es posible que los empleados despedidos en el sur de Europa posean ciertas características que les hagan menos propensos a encontrar un empleo (por ejemplo, si trabajan en industrias distintas, tienen diferente edad, etcétera). Pero encontramos que las diferencias observadas en los ingresos laborales entre países no se deben a distintas características de los trabajadores y de sus empleadores en estos países.
En cambio, encontramos que las características específicas de las empresas explican en gran medida el ajuste de los salarios diarios. Una parte considerable de las caídas salariales tras la pérdida del empleo viene explicada por transiciones de los trabajadores despedidos hacia empresas que retribuyen peor: el porcentaje explicado varía desde alrededor del 40 % para España a más del 95 % en Portugal.
Finalmente, analizamos si la gran heterogeneidad que hay en las instituciones del mercado de trabajo dentro de Europa puede estar correlacionada con las diferencias que encontramos entre países en nuestros resultados.
Características institucionales clave, como el grado de la protección del empleo, la generosidad de las prestaciones por desempleo y el alcance de programas activos en el mercado laboral pueden tener un impacto significativo en la búsqueda de empleo de los trabajadores despedidos.
Las políticas activas de empleo son clave
Nuestros resultados sugieren que las políticas activas de empleo, tales como los programas de formación, son un predictor particularmente significativo de las pérdidas de ingresos. En países que implementan más políticas de formación, las caídas de rentas son significativamente inferiores tres años después de perder el empleo.
Obtenemos siempre resultados similares cuando tenemos en cuenta un amplio abanico de características demográficas adicionales, cualidades del empleador y otros factores invariables específicos de cada país o del año particular de estudio.
El gran tamaño (sin precedentes) de la muestra de análisis y el uso de un diseño de investigación idéntico entre países proporciona evidencia novedosa sobre la heterogeneidad de los efectos de perder el empleo entre países basada en datos individuales.
La gran diversidad en las trayectorias de ingresos posteriores a una pérdida de empleo documentadas en este estudio debería ser de interés para los responsables de política económica y los académicos.
Nuestros resultados revelan que los mercados de trabajo parecen funcionar mejor en unos países que en otros, y que las instituciones de mercado de trabajo tienen probablemente el potencial de mitigar estas diferencias.
Edoardo Acabbi Andreas Gulyas, Antoine Bertheau, Cristina Barceló, Raffaele Saggio y Stefano Lombardi – The Conversation