Uno de los puntos que el PSOE ha debatido en su 40º Congreso ha sido eliminar la instrucción que permite registrar niños y niñas de vientres de alquiler. Fue aprobada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en 2010, con el requisito fundamental de que exista una resolución judicial en el país de origen.
En el documento de la ponencia marco de su 40º Congreso, el PSOE deja patente su oposición radical al reconocimiento de esta práctica, que es una violación de los derechos humanos tanto de las mujeres como de la infancia y nunca debe ser vulnerado en aras del deseo de maternidad o paternidad, que es precisamente eso, un deseo y no un derecho.
En el documento se hace hincapié en que «los cuerpos de las mujeres no son objetos de uso para satisfacer deseos de otras personas. Hay que acabar con la concepción de que la mujer sea un medio, atentando deliberadamente contra su autonomía y dignidad». La realidad es que no se puede «alquilar» una parte del cuerpo, ya que es indivisible del cuerpo entero y la concepción de alquiler de un cuerpo vulnera de lleno los derechos mencionados de autonomía y dignidad. La gestación subrogada cosifica a la mujer y la reduce a una especie de horno destinado únicamente a cocinar un producto. Es decir, el trabajo reproductivo se deshumaniza y se obliga a la madre, primero, a eliminar todo tipo de vínculo con la criatura de su interior y, después, a desaparecer.
Neoliberalismo del siglo XXI
El artículo 2 del Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía establece que «por venta de niños se entiende todo acto o transacción en virtud del cual un niño es transferido por una persona o grupo de personas a otra a cambio de remuneración o de cualquier otra retribución». Por lo tanto, a ojos del derecho internacional y de los derechos humanos, la gestación subrogada facilita la venta de menores, ya que existe un contrato comercial. Con ello, además refuerza la idea de que los niños y niñas son propiedad de sus padres, ya que literalmente se paga por ellos y se les considera un producto.
En el documento del PSOE se pone énfasis «en las empresas y agencias que mercantilizan con los cuerpos de las mujeres, y aquellas que actúan como intermediarias, prohibiendo esta actividad, fruto de la instrumentalización de la función reproductora de las mujeres». Precisamente esta es una de las claves. La transacción económica hace que sean mujeres de bajos recursos y en situación de vulnerabilidad quienes se vean obligadas a hacerlo, aunque las agencias lo vendan como «libre elección» y «acto voluntario». No es casualidad que los principales destinos para comprar bebés sean países donde existe un elevado porcentaje de mujeres pobres, como Ucrania, Vietnam, India, Pakistán e incluso Estados Unidos. Mientras exista la pobreza, no existe la libre elección.
La perpetuación de la desigualdad
Como ocurre con la prostitución, independientemente de si existe o no una explotación directa con presencia de un proxeneta, eso no lo hace más o menos voluntario. En el caso de la mal llamada gestación subrogada, la práctica es casi imposible sin un intermediario. Aunque así fuera, la libre elección no existe en un sistema que explota y cosifica los cuerpos de las mujeres, ya sea sexual o reproductivamente, y solo deja esas opciones a las mujeres vulnerables, que se ven prisioneras de sus redes.
Como añade el documento del PSOE, «un estado democrático no puede consentir la mercantilización y tráfico del cuerpo y de la capacidad reproductora de las mujeres al servicio de terceras personas, lo que acentuaría la desigualdad estructural existente entre hombres y mujeres». Y añade: «De esta manera, se pondrá fin a una práctica, convertida en medio de supervivencia económica, derivada de un modelo de relaciones de género en el que las mujeres continúan supeditadas a unas estructuras que se apoyan en la utilización de sus cuerpos».
Permitir la explotación reproductiva, al igual que ocurre con la prostitución, no empodera a las mujeres —no empodera a las mujeres lo que se basa en su opresión sistémica—. De hecho, regular estas prácticas solo perpetúa la desigualdad estructural. Igualmente, es indispensable cerrar todo tipo de puertas a la «gestación subrogada» procedente de otros países como Ucrania o Estados Unidos. El objetivo es no colaborar con las agencias intermediarias, las cuales no solo violan su derecho a la salud sexual y reproductiva, entre otras cosas, sino que, para más inri, dejan totalmente desamparadas a las mujeres si algo sale mal. Además, cualquier riesgo sobre la salud de la mujer, además de prácticas como la inducción del parto o una cesárea, también afectan directamente a la salud del bebé.
¿Y una donación?
En ocasiones, quienes defienden la explotación reproductiva también hacen referencia al altruismo, es decir, a la «donación» del bebé sin recibir una compensación económica. Para ello lo comparan con la donación de sangre o de órganos. Sin embargo, hay una diferencia sustancial. La sangre o los órganos no son sujetos de pleno derecho, como sí lo es un recién nacido. Es una nueva persona que cuenta desde su nacimiento con todo un conjunto de derechos inalienables, entre ellos el derecho a conocer su origen e identidad, reconocido en los artículos 7 y 8 de la Convención sobre los Derechos del Niño.
En muchos países, como en Ucrania, en el certificado de nacimiento aparece directamente el nombre de las personas que compran el bebé y no se contempla que los menores conozcan en un futuro su parentesco biológico. A esto se añade la división del papel de la madre en diferentes mujeres (donante de óvulos, compradora y madre gestante), y el del padre (donante de esperma y comprador). Por supuesto, esto se oculta deliberadamente y viola ese derecho a conocer su origen e identidad.
El mero hecho de aceptar la compraventa de bebés como una práctica normal en nuestro sistema refleja la salvaje falta de ética del capitalismo y el neoliberalismo llevada al extremo. ¿Cómo luchar contra otros delitos y abusos, como la trata de mujeres, niños y niñas, si aceptamos que es posible comprar un ser humano?