El régimen de Donald Trump miente. Miente y engaña sobre Irán y Venezuela, como antes lo hizo con el golpe de Estado cívico-policial-militar-mediático que derrocó al presidente constitucional Evo Morales e impuso a la “autoproclamada” Jeanine Áñez en Bolivia. Junto con Trump, dos de los embusteros mayores del imperio son el vicepresidente, Mike Pence, y el secretario de Estado, Mike Pompeo, quienes mintieron sobre el asesinato del general Qasem Soleimani en Bagdad, y lo hacen en torno a la segunda autoproclamación del títere Juan Guidó en Venezuela. Y lo que es peor, sus chapucerías cuentan con la complicidad de sus operadores políticos mediáticos en la prensa hegemónica occidental, que falsean la información que consumen sus audiencias.

Sin exhibir prueba alguna, Trump invocó “información secreta” para justificar el asesinato de Soleimani, alegando que el general iraní estaba planificando ataques contra militares y diplomáticos estadunidenses. Pero según el coronel retirado Lawrence Wilkerson, jefe de gabinete del ex secretario de Estado Colin Powell de 2002 a 2005, Trump, Pence y Pompeo mienten ahora como lo hicieron en 2003 George W. Bush y Dick Cheney para invadir Irak.

“Vamos a mentir, engañar y estafar, como está haciendo ahora Pompeo, como está haciendo Trump”, dijo Wilkerson, quien acusó de embaucadores a otros miembros de su partido político, el Republicano, entre ellos el actual secretario de Defensa, Mark Esper, y los senadores Lindsey Graham y Tom Cotton. “Vamos a engañar y estafar a la población para hacer lo que sea necesario para continuar con el complejo bélico-militar-industrial”. Wilkerson, quien definió como “un golpe de Estado de combustión lenta” el de 2002 contra Hugo Chávez y llamó “operación encubierta […] con altibajos” la política de cambio de régimen dirigida por Elliott Abrams contra Nicolás Maduro, afirmó a The Real News Network que “ninguna acción en nuestro hemisferio de la que tenga memoria, se ha tratado jamás de democracia y libertad, aunque usamos fácilmente esas palabras para describir nuestras motivaciones, porque hacen sentir bien al somnoliento pueblo estadunidense”.

En la coyuntura, la hoja de ruta de la administración Trump para Venezuela es imponer un “gobierno de transición” teledirigido desde la Oficina Oval. Y para ello, junto con el recrudecimiento de medidas punitivas unilaterales, busca utilizar como ariete a la Asamblea Nacional (en desacato) y a esa botarga bufonesca imperial, el diputado Guaidó.

El 9 de enero, en Caracas, el canciller Jorge Arreaza leyó a la prensa extractos de una “nota diplomática” que habría enviado la embajada de EU a los países del Caribe el pasado 17 de diciembre y que fue filtrada al gobierno venezolano. Titulado “El gobierno de Estados Unidos solicita apoyo para un comunicado electoral sobre elecciones libres y justas de la Asamblea Nacional de Venezuela en 2020”, el documento del Departamento de Estado, que se aparta de la Carta de las Naciones Unidas, sigue un esquema similar al usado en Bolivia para imponer a Jeanine Áñez, y requería que los países que lo recibieran lo consignaran, manifestando su adhesión, hasta el pasado 2 enero, para luego ser publicado oficialmente el 5 de este mes. Lo que hasta el momento no ha ocurrido.

Fracasados los sucesivos intentos de golpe blando con eje en la imposición de elecciones presidenciales, la renovada estrategia de EU busca apoyo internacional para intervenir en las elecciones parlamentarias venezolanas de 2020. De allí la patraña montada sobre la patética segunda autoproclamación del fantoche Guaidó ante un grupo de diputados acólitos… ¡en las oficinas del diario opositor El Nacional!, luego de negarse a ingresar al Palacio Legislativo e instalar la sesión el 5 de enero −como era su obligación, ya que había quórum y presencia de asambleístas de todas las fuerzas políticas−, permaneciendo en las afueras de la sede parlamentaria y pretendiendo entrar al hemiciclo saltando una reja, imagen que se hizo viral y fue portada de un supuesto boicot a su reelección en la prensa internacional tarifada.

Ese día, tras el irreparable descrédito de Guaidó en las filas opositoras –el presunto “presidente encargado” fue señalado por corrupción por su ex embajador “imaginario” en Colombia, Humberto Calderón Berti, quien lo acusó de robarse parte del dinero que la Casa Blanca envió para financiar la operación Ayuda Humanitaria + Concierto en Cúcuta del 23 de febrero de 2019−, resultó electo presidente de la Asamblea Nacional Luis Parra, del ultraderechista partido Primero Justicia, quien obtuvo 81 votos de los 140 diputados presentes (de un total de 167) que acudieron al recinto.

La agenda intervencionista de EU es abonada en la etapa con las declaraciones del secretario de Estado Pompeo, quien impulsa una “rápida transición negociada a la democracia” como “la vía más eficaz y sostenible hacia la paz y la prosperidad” (sic) en Venezuela, y las del enviado especial, Elliott Abrams, convicto por crímenes de guerra, quien el viernes reiteró que “todas las opciones están sobre la mesa”. Dijo: “Como hemos visto en Medio Oriente, cualquier presidente de EU, si quiere usar la fuerza para defender nuestros intereses nacionales, utilizará la fuerza. Francamente no depende de Guaidó, depende del presidente Trump”.

Carlos Fazio

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