Es el turno de Cuba. Parecía obvio que, tras las campañas orquestadas contra Venezuela y Nicaragua, la siguiente en la agenda del imperio iba a ser contra la isla caribeña. Y digo bien, campaña orquestada, porque los que seguimos de cerca la política internacional, siempre esbozamos una amplia sonrisa al oír eso de las «revueltas espontáneas». Lo hemos visto ya demasiadas veces en los 5 continentes como para tener formado un callo impermeable para la propaganda con la que nos acosa a diario la prensa libre occidental, la menos libre de todas las prensas, porque pertenece y obedece al capital.
Cuando periódicos, radios y televisiones patrias deberían abrir durante semanas con las noticias relativas a las nuevas corruptelas descubiertas del rey emérito, ahora convertido en traficante de armas y socio del tristemente famoso Adnán Khashoggui. Cuando se ha conocido que se han lucrado juntos vendiendo armas a las más feroces dictaduras del mundo y robando efectivo a manos llenas de los contratos del estado, resulta que el mayor problema de España es la situación en Cuba. Y eso que estamos ya en plena canícula, un periodo con escasez de noticias y Nessi aún no ha hecho aparición en el lago escocés del que toma su nombre.
Así funcionan las democracias que se dicen modélicas y los media en los que se apoyan: nos señalan con el dedo de qué tenemos que ocuparnos y nos ocultan aquello que no quieren que conozcamos. Porque para ellos lo que no se publica no existe. Nos tratan como a niños a los que tapan los ojos para hacer desaparecer lo que les asusta o molesta. Sus medios corporativos no informan, su objetivo es formar una opinión acorde con la de sus propietarios, deformando la realidad hasta donde sea necesario para lograr sus fines.
De modo que, a falta de serpientes de verano, afortunadamente ahí siempre estará Cuba. Y digo afortunadamente porque el que sigan ladrando a Cuba significa que la isla seguirá siendo un faro para los pueblos y la gente solidaria del mundo. Un faro vivo que alumbra la oscuridad y la mediocridad de otras tierras; por eso sigue asustando al todopoderoso vecino del norte.
El objetivo de esta campaña es claro. Dañar la imagen internacional del país, que acaba de vencer en la ONU y propinar una derrota, otra más, a Estados Unidos. Este año ha logrado concitar el rechazo al embargo norteamericano de 184 naciones con sólo dos votos a favor, el propio Estados Unidos y el régimen paria de Israel. Tampoco debe ser ajeno a estos ataques el hecho de que alrededor de 1.500 médicos cubanos han estado ayudando desinteresadamente a más de 20 países del mundo a superar el Covid-19, entre ellos a la rica y poderosa Italia. Sus avances en el campo de los tratamientos y vacunas contra la pandemia son otro de los logros a tratar de tapar con esta campaña desinformativa.
Y es que, Cuba es el país más pequeño del mundo que ha logrado desarrollar una vacuna (en realidad varias) contra el covid y será la única nación que inmunizará a la totalidad de su población con medicamentos propios. Y todo ello a pesar de sufrir un feroz e ilegal bloqueo y tener impedido el acceso al mercado farmacéutico mundial para comprar una simple jeringuilla. Pues bien, a día de hoy ya ha administrado más de 7 millones de dosis, que han completado la pauta a 1.750.000 personas que se corresponden con el 15,5% de su población. Con una sola dosis, el porcentaje de vacunados alcanza ya el 26,8%.
Si comparamos el número de muertos por la pandemia con el de sus vecinos, el dato sonrojará a los artífices de esta campaña de manipulación masiva y a quienes la apoyan. En Cuba han muerto 1.579 personas, la inmensa mayoría de ellas en 2021 cuando se abrió la isla al turismo, pero en Colombia van por 113.000 o en Perú por 187.000. ¿Cómo se justifica pedir un corredor humanitario con esas cifras? Pues, desde luego no por motivos sanitarios, sino apoyada en causas puramente políticas. A este juego infame se prestaron algunos músicos de la gusanera de Miami para preparar el caldo de cultivo para lo que vino después, las protestas supuestamente espontáneas. Y, ¡cómo no!, ahí estaba el patético Alejandro Sanz, un imprescindible en todas las salsas contrarrevolucionarias del imperio, junto a otros como Ricky Martin, Camila Cabello y Daddy Yankee. Jamás los vimos atizando las manifestaciones en Chile o Colombia, donde morían asesinados por el gobierno decenas y decenas de jóvenes pidiendo justicia y libertad.
Bien es cierto que ha habido un repunte en los casos de Covid en la isla, sobre todo desde que se abrió al turismo a finales del año pasado, pero nada comparado con países como España, por ejemplo. Para que el porcentaje fuese similar al de nuestro país, deberían haber muerto en Cuba alrededor de 20.000 personas, 13 veces más. Si la comparación fuese con Colombia, en Cuba deberían multiplicarse los muertos por 17 para tener los mismos porcentajes. Gentes como Alejandro Sanz, deberían dedicarse a cantar en vez de usar su lengua para mentir haciendo política basura. Aunque como dicen en su pueblo de origen, canta menos que un grillo mojao. Es imposible ser más hipócrita y falsario.
Una vez visto el corto recorrido de las denuncias por el covid, ya que sigue siendo uno de los países del mundo con menos incidencia, salieron a las calles unos pocos cientos de personas a denunciar que la población se moría de hambre y por falta de medicamentos. Algo del todo absurdo, ya que incluso la ONU sitúa en 2020 a Cuba entre los países de Índice de Desarrollo Humano “Alto”. Pero todo un ejército de bots en redes sociales y miles de cuentas falsas creadas específicamente consiguieron hacer trending topic las manifestaciones. Imágenes falsas de otros lugares del mundo crearon la ilusión de masividad a unas protestas absolutamente irrelevantes.
Uno de los arietes más clásicos en este tipo de situaciones se puso en marcha de inmediato. Amnistía Internacional, el apéndice del Departamento de Estado norteamericano cuando gobiernan los demócratas, ha salido en tromba a denunciar las supuestas violaciones de derechos humanos cometidas en la isla. Al unísono, las cancillerías europeas van pidiendo la democratización de Cuba, como si sus regímenes fueran un ejemplo a seguir para nadie, cuando tienen la soberanía del país entregada a EEUU, al poder financiero y a las transnacionales, quedando el papel político cada vez más reducido a cuestiones meramente formales o secundarias.
Todos, medios y gobiernos sometidos por Estados Unidos, obvian los asaltos que protagonizaron los manifestantes durante las protestas y denuncian la pulcra respuesta de la policía, nada que ver con las de Piñera o Duque, por poner dos ejemplos regionales recientes de represión criminal indiscriminada que no han concitado ninguna denuncia, a pesar de la gran cantidad de muertos, desparecidos y heridos provocados. Pero la pirueta española ha llegado más lejos que ninguna: el presidente del gobierno de España, el más progresista de la historia reciente, en una misma declaración y sin ruborizarse, ha llegado a denunciar a Cuba porque «no es una democracia», mientras seguidamente alababa al reino de Marruecos como el «gran amigo y vecino del sur». Tal es el nivel de nuestra clase política…
Afortunadamente, en unos pocos días, todo se habrá olvidado. Las aguas volverán a su cauce y Cuba continuará desafiando día a día al imperialismo, sirviendo de ejemplo para los países y pueblos del mundo.
Juanlu González