Miles de feministas salen a la calle por los derechos de las mujeres

La manifestación, celebrada en Madrid, exigía retomar la agenda feminista ante el actual rumbo hacia el neoliberalismo y el posmodernismo

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Convocadas por un centenar de organizaciones adheridas al manifiesto La fuerza de las mujeres es el futuro de todas, unas 6.000 mujeres según la organización —2.000 según la Delegación del Gobierno— se manifestaron el sábado en Madrid para defender los derechos humanos de las mujeres, acabar con la violencia machista y exigir el cumplimiento de la agenda feminista.

En el manifiesto se explican los motivos de la concentración. Entre otras cosas, exigen acabar con «la impunidad de la violencia machista, la mercantilización, explotación y cosificación de las mujeres, las leyes de ‘identidad de género’, la intromisión de las religiones en la vida social, la feminización de la pobreza y de los cuidados y la falta de reconocimiento de las mujeres».

Violencia machista y explotación reproductiva

Los primeros puntos giran en torno a la violencia más explícita que las mujeres sufren por el simple hecho de serlo, «en todas sus formas y manifestaciones». Exigen que se cumplan todos los convenios internacionales para frenar el terrorismo machista. Asimismo, aseguran que la única solución a la prostitución pasa por la abolición, «que ha de considerarse legalmente como violación pagada».

Así, exigen el establecimiento de «acuerdos interancionales para  perseguir  y acabar con las redes esclavistas de tráfico de personas con fines de explotación sexual, del que nuestro país es ruta de entrada, consumidor y destino para el turismo sexual». No hay que olvidar que España es el primer país de Europa y el tercero del mundo en demanda de prostitución. Añaden que «sabiendo que la pornografía es la escuela de la violación», exigen que «se desarrollen legislaciones para su persecución y erradicación».

Otro aspecto vital en sus reivindicaciones es la mal llamada gestación subrogada. En este caso, piden que se derogue «el artículo 10.3 de la Ley de Técnicas de Reproducción Humana Asistida para que nadie pueda reclamar la filiación de paternidad de una criatura nacida de explotación reproductiva y la anulación de la instrucción 2010 que permite el fraude de ley en el extranjero». Y piden la prohibición de técnicas de reproducción asistida «que exploten a las mujeres, como la extracción de óvulos para terceros o los trasplantes de úteros de mujeres vivas».

Identidad de género y neolengua

Por otra parte, defienden que «no se debe legislar sobre auto identificaciones subjetivas» porque «hacerlo convierte en irrelevantes las políticas públicas para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres». Por ello, exigen que se detenga y se derogue toda legislación «que ampare el género como identidad».

Así, no deben prevalecer «los deseos individuales o sentimientos […] sobre los derechos de las mujeres». En este sentido, añaden: «No toleraremos en las escuelas la introducción de teorías acientíficas que pretenden borrar el sexo a la vez que intensifican los estereotipos de género», porque el principal objetivo del feminismo es abolir el género, no blindarlo, por tratarse de la forma de opresión básica hacia las mujeres.

En este sentido, denuncian los términos que de un tiempo a esta parte se han ido generalizando y es curioso que en el caso de los hombres ni siquiera se plantean: «Si nos borran como mujeres, nos borran como ciudadanas». Por lo tanto, exigen «que no sean utilizados términos como ‘progenitor gestante’, ‘persona menstruante’, ‘vaginoportantes’, ‘cis-mujeres’, ‘mujeres no trans’, ‘maternidad subrogada’ o ‘trabajadoras sexuales’».

Foto: El Común

Los derechos humanos sobre las creencias

Otro aspecto en el que se muestran firmes es en el campo de las creencias, especialmente las religiosas: «Las costumbres culturales y las religiones nunca deben estar por encima de los derechos humanos». Exigen que todo tipo de espacio público sea laico y afirman que han de considerarse delito «aquellas prácticas que, fundamentándose en la costumbre o religión, suponen un menoscabo para la libertad e integridad física y moral de niñas y mujeres».

En este sentido, hacen un llamamiento a Europa para que el continente sea «una zona de acogida segura para mujeres y niñas migrantes», exigiendo «al Parlamento Europeo y al Gobierno de España una legislación migratoria que no atente contra los derechos humanos».

La precariedad laboral

No es un secreto que las mujeres ocupan la mayoría de puestos en los sectores más precarios del mercado laboral, precisamente porque están feminizados: los trabajos relacionados con los cuidados y la limpieza, siempre infravalorados y también estigmatizados. Estos sectores representan un alto porcentaje de la economía sumergida porque las mujeres trabajan con baja protección social y laboral. Pero la precariedad también va unida a la jornada parcial. En 2020 el 74,03% del empleo a tiempo parcial lo ocupaban mujeres.

Esto empeoró con la pandemia. El año 2020 acabó con 263.000 mujeres más que hombres en situación de desempleo y España se convirtió en el país de la UE donde más creció el desempleo entre las mujeres, según Eurostat. Por todo esto, desde La fuerza de las mujeres es el futuro de todas pretenden «poner fin a la alianza criminal entre patriarcado y capital que feminiza los empleos más precarios, nos discrimina salarialmente y nos impide el desarrollo de la carrera profesional; que, además, ocasiona que suframos una mayor tasa de desempleo y pobreza que nos condena, por ser mujeres, a ser más vulnerables a los desahucios, a la explotación y a la mercantilización neoliberal de nuestras vidas».

Por ello, exigen «empleos, salarios y pensiones dignas; y que la ley y la justicia persigan la opresión laboral y salarial por razón de sexo, sin excepciones, como la que sufren por decreto las trabajadoras domésticas». Y denuncian «la creciente privatización de los servicios públicos, que afecta especialmente a las mujeres».

El ámbito sanitario

La perspectiva de la salud y las enfermedades siempre ha estado conducida por la mirada masculina, cuando ya se sabe que los cuerpos de mujeres y hombres funcionan de diferente manera ante distintas enfermedades, y se han de tener en cuenta las diferencias biológicas para una mejor atención y comprensión de la salud.

Así, afirman que «no se puede tolerar que los sesgos y estereotipos patriarcales y androcéntricos afecten a la ciencia, a la investigación y al tratamiento sanitario de las mujeres». Y exigen que «se acabe con las desigualdades en salud de las mujeres, con la violencia médica y obstétrica, y con la legislación laboral discriminatoria que afecta actualmente la salud de las mujeres trabajadoras».

Igualmente, piden que se reconozcan en su particularidad los procesos sexuales y reproductivos de las mujeres. «Que se separe la baja médica para la recuperación post-parto del permiso de maternidad» y que «se garantice el derecho a ejercer la interrupción voluntaria del embarazo en la sanidad pública en todo el territorio estatal».

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