El 22 de marzo de 2016 Karen Northshield, de 30 años, se encontraba en el aeropuerto de Bruselas cuando se produjo un ataque terrorista islamista y estalló una bomba que acabó con la vida de 35 personas, incluidos tres de los autores de la masacre.

Tras la explosión, Northshield fue trasladada de urgencia al hospital ya que su corazón no latía. Allí, los médicos lograron reanimarla. Además, tuvieron que amputarle parte de la cadera e hicieron una intervención de urgencia para salvarle la pierna.

Cuatro días después, se produjo un shock séptico debido a una infección en la herida quirúrgica del muslo izquierdo por la bacteria Klebsiella pneumoniae, un tipo de microorganismo que entra dentro del grupo de prioridad crítica de la OMS, conocido como ESKAPE.

Durante los casi dos años que recibió tratamiento con antibióticos no mejoró hasta que el grupo de la investigadora Anaïs Eskenazi combinó los antimicrobianos con virus bacteriófagos, una terapia alternativa cuyos resultados han sido publicados en la revista Nature Communications este martes.

Una mujer supera una infección bacteriana multirresistente gracias a un tratamiento con virus / Imagen: Ronald Dersin (Paris Match Bélgica)
Una mujer supera una infección bacteriana multirresistente gracias a un tratamiento con virus / Imagen: Ronald Dersin (Paris Match Bélgica)

La médico y autora del estudio en el que se describe al detalle cómo consiguieron curar a Northshield recuerda las cinco operaciones, incluidas la extirpación de parte del estómago y el bazo, autotrasplantes de tejido y cuatro meses de tratamiento con todos los antibióticos existentes a los que tuvieron que someter a la mujer sin que la infección desapareciese.

El fago capaz de matar la bacteria fue encontrado en agua de una alcantarilla

El tratamiento experimental con virus, que suele usarse en último recurso, no fue una tarea sencilla. El equipo analizó el genoma de la bacteria que infectaba a Northshield y comenzó a buscar un fago capaz de matarla. Lo encontraron en agua de una alcantarilla. Tras preparar los virus para la terapia se le administraron a la paciente directamente en la zona infectada, algo que logró que al fin el estado general de la mujer mejorase, la herida comenzase a cicatrizar y la infección desapareciese por completo.

Tres años después del tratamiento combinado de fagos y antibióticos, la paciente había recuperado la movilidad, ya puede andar de nuevo con la ayuda de muletas e incluso participa en eventos deportivos, tal y como ella misma ha relatado en el libro Dans le souffle de la bombe.

En la última década se ha producido un aumento de la investigación en terapia con fagos, incluido el uso de estos para tratar infecciones relacionadas con la ortopedia. Sin embargo, pese a que este estudio de caso demuestra el potencial de estas terapias, es probable que sea necesaria una compleja personalización del tratamiento, lo que dificulta su aplicación a grupos de pacientes más amplios, advierten los autores.

Tratamiento en España

En España se ha tratado con fagos a un hombre de 58 años que se encontraba en el Hospital Virgen de la Macarena de Sevilla debido a una infección sanguínea, con la que llevaba un año, causada por Pseudomonas aeruginosa, otra de las bacterias del grupo más peligroso.
Los médicos solicitaron a Jean-Paul Pirnay, biólogo molecular del Hospital Militar Reina Astrid de Bélgica y que dirige el grupo más avanzado de Europa en el uso de estos para combatir infecciones bacterianas imposibles de vencer solo con antibióticos, un preparado de fagos y se lo aplicaron al paciente, que superó la infección, tal y como explica María del Mar Tomás, experta en fagos del Hospital Universitario A Coruña, que participó en el tratamiento de este paciente.

Pilar Domingo Calap, microbióloga del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas de Valencia, ha explicado que estas terapias están aún dando sus primeros pasos y su aplicación generalizada es complicada. “En Europa en general, salvo en los países del Este, no está regularizado el uso de fagos en clínica. Es necesaria una legislación concreta para poder utilizarlos de forma rutinaria. En Francia o Bélgica los gobiernos ya están invirtiendo en estas terapias experimentales, aunque todavía queda mucho camino por recorrer para su regularización. En España solo se permite como tratamiento compasivo. Desde la Red Española de Bacteriófagos estamos intentando que la Agencia de Medicamentos nos permita regularizar su utilización”, ha añadido.

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