Muriel Gardiner nació en 1901 en medio de una familia rica y privilegiada que se había enriquecido enormemente gracias a la industria cárnica. Su padre Edward Morris , era el presidente del negocio de envasado de carne Morris & Company, y su madre Helen (de soltera Swift) Morris, era miembro de la familia propietaria de Swift & Company, otra empresa de carne.
Tras el hundimiento del Titanic en 1912, vio como los periódicos de la época enumeraban las figuras notables que habían muerto, pero se limitaban a describir al resto de los que perecieron como “gente de a bordo”. Siendo niña todavía, Muriel le preguntó a su madre qué significaba “gente de a bordo” a lo que ella respondió: “gente normal”. Después de ese momento se convirtió en la mente discordante de la familia a los 11 años.
Tras asistir al prestigioso Wellesley College de Massachusetts, la joven estudió en la Universidad de Oxford antes de trasladarse a Viena en 1926, con la esperanza de estudiar psicoanálisis y ser analizada por Sigmund Freud, pero, debido al número de pacientes que este tenía en su agenda, Gardiner fue remitida a un colega. Ese hecho no la hizo perder interés en el psicoanálisis y tampoco su amor por una ciudad en la que mandaban los socialdemócratas. Gardiner se matriculó en medicina en la Universidad de Viena en donde se licenció.
“Mary”
En 1934, se involucró en actividades antifascistas. Utilizando el nombre en clave “Mary”, pasó de contrabando pasaportes falsos y dinero en Austria para que los combatientes de la resistencia pudieran huir del país y ofreció su casa como casa segura para los disidentes antifascistas, actividades que describió en sus memorias Nombre en clave Mary: Memoirs of an American Woman in the Austrian Underground (1983).
Además, utilizaba su riqueza, su influencia y sus contactos para sacar a la gente por métodos legales, como encontrarles trabajo con familias en Gran Bretaña.
Gardiner poseía tres residencias, incluida una pequeña casa de campo en los bosques de Viena. En ella celebraba reuniones y escondía a los miembros de la resistencia, incluido el líder de los Socialistas Revolucionarios, Joseph Buttinger, que a finales de la década de 1930 se convirtió en su marido y con el que tuvo a su hija Connie tras un matrimonio efímero.
Doble vida
Muriel llevaba una doble vida: combinaba su faceta de madre y sus estudios con la ayuda a la resistencia clandestina.
En 1934 Gardiner tuvo un romance con el poeta inglés Stephen Spender, conoció al futuro canciller laborista Hugh Gaitskell, quien vivió en la ciudad durante un tiempo, y luego conoció a uno de los traidores más populares de Gran Bretaña: el agente doble británico Kim Philby, algo que descubrió después de la guerra, cuando vio una foto y leyó sobre él.
En 1938, Austria había sido anexionada por la Alemania nazi y la hija de Gardiner y su marido, Buttinger, abandonaron el país, aunque ella se quedó para completar sus estudios de medicina y continuar su labor de resistencia. Sin embargo, al poco tiempo los tres partieron de Europa hacia Estados Unidos.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Gardiner y su marido hicieron campaña en favor de los visados para los judíos y ayudaron a dar trabajo y alojamiento a los refugiados que llegaban al país norteamericano. Salvaron la vida a cientos de personas.
En las décadas posteriores a la guerra, la doctora tuvo una agenda copada como psicoanalista, impartió clases en universidades y publicó varios libros. Sus esfuerzos de resistencia sólo los conocían las personas a las que había ayudado o que estaban cerca de ella.
“Pentimento”
En 1973, se publicó un libro de la escritora estadounidense Lillian Hellman llamado “Pentimento”, obra de la escritora estadounidense Lillian Hellman, que incluía un capítulo sobre su aparente amistad con una mujer llamada Julia que había vivido en la Austria prenazi y había trabajado con la resistencia.
Cuando salió el libro mucha gente llamó a a Muriel para decirle si había leído la historia de Lillian Hellman. “Seguramente tú debes ser Julia. La historia que ella describe es tu historia”.
Muriel Gardiner escribió a Lillian Hellman y le dijo: “Oh, un poco extraño, ya sabes, ¿has conseguido esto de mí?”, a lo que la escritora nunca respondió. A finales de esa misma década se rodó la película “Julia”, protagonizada por Vanessa Redgrave y Jane Fonda, que le valió a Redgrave el Oscar a la mejor actriz de reparto.
Después del Oscar, Redgrave volvió a entrelazar su vida con la de Gardiner cuando escribió una obra de teatro en la que aparecía la psicoanalista estadounidense. La artista organizará un acto en el museo sobre la heroína de la resistencia, junto con el activista de los refugiados Lord Dubs, que a su vez fue salvado de los nazis por otro héroe, el cerebro del Kindertransport Nicholas Winton.
Gardiner finalmente hizo pública su historia escribiendo sus memorias, “Code Name Mary” (Nombre en clave María) que han estado agotadas durante mucho tiempo pero que se reeditan con motivo de la exposición del Museo Freud, titulada “Nombre en clave María”.
La institución, el último hogar de Freud tras su salida de Viena, fue comprada por Gardiner para la familia del psicoanalista y posteriormente se convirtió en un museo con la ayuda de su fundación benéfica.