La familia real ha vuelto a convertirse en el centro de todas las miradas. Pilar Eyre era la encargada de explicar lo que costaba mantener las dos piscinas, la limpieza general, la conservación de los trofeos del rey emérito Juan Carlos en un habitáculo especial para ello, en la que además contiene el polémico oso ruso Mitrofan cazado en Rumanía, y la conservación de la bodega con más de 10.000 botellas.
Jaime Peñafiel, señalaba este sábado que: “No creo que exista en España una bodega tan importante”, formada por “10.000 botellas, no solo de las mejores marcas, sino de las mejores añadas”.
El tema de la bodega se supo gracias al primo hermano de la reina Letizia, David Rocasolano, quien visitó la bodega acompañado del príncipe Felipe “paseando por el laberinto de anaqueles, pisando arena de playa, paladeando el aroma noble y sobrio de roble».
David Rocasolano cuenta que el propio Felipe le confesó que dicha arena la habían traído de una playa del Índico, ya que cuenta con unas condiciones perfectas para mantener la humedad. Al ser un tema que podía dar mucho que hablar, la Reina Letizia, que les acompañaba en la visita, le dijo a su primo: «Hazme un favor. Sé discreto con esto de la bodega. No lo cuentes por ahí».
Una bodega con arena traída expresamente de una playa del Índico
En el libro “Adiós, Princesa”, publicado por David Rocasolano dedica unos polémicos párrafos a la bodega: “Tras visitar habitaciones y despachos, bajamos a los sótanos y Letizia abrió un portalón. Yo pensaba que, por fin, iba a conocer la biblioteca. Pero cuando se encendieron unas tenues luces, ante mí se abrió una vinoteca particular inmensa. Paseamos por el laberinto de anaqueles pisando arena de playa, paladeando el aroma noble y sobrio de roble y contemplando el fabuloso espectáculo del vino (…) Felipe me aclaró: Es arena de playa. La traen expresamente de una playa del Índico porque tiene las condiciones perfectas para mantener la humedad”.
Según una información de la periodista C. Villar para Vanitatis, en 2013, Patrimonio encargó comprar una partida de esta arena del Índico para las cavas reales. También se propuso catalogar las tres bodegas en las que el rey Juan Carlos guardaba sus vinos, dos en Zarzuela y otra en el Palacio de Oriente. Quim Vila y Miguel Laredo, fueron los dos expertos encargados de hacer el inventario de las 10.000 botellas. “Había auténticas maravillas”, contó ‘El Mundo’ entonces, aunque la mayor parte estaban descuidadas e incluso sin etiquetar.
La razón para querer catalogar los vinos fue que, durante un tiempo, se pensó en subastar la colección. “Para hacer caja y como gesto de buena voluntad por parte de don Juan Carlos tras la cacería de Botsuana meses antes, cuando su popularidad estaba por los suelos. Finalmente la idea se desestimó y hoy son los Reyes y su familia quienes disfrutan de la bodega en ocasiones especiales”. El dinero hubiera ido a parar a las arcas del Estado.
“La afición de la Casa Real española por los buenos caldos viene de lejos. Cuando don Juan Carlos abdicó, se reunió con su hijo en la intimidad de palacio y juntos brindaron con un Castillo de Ygay de 1925, un reserva especial de las Bodegas Marqués de Murrieta cuya botella cuesta 250 euros. La Casa Real siempre ha cuidado mucho los vinos que se sirven en sus actos oficiales”, añadía Taulés.