El 28 de febrero el periodista español Pablo González fue detenido en Polonia acusado de ser un espía ruso. El pasado 23 de marzo, su familia recibió la comunicación oficial de la Fiscalía polaca de que Pablo estará en prisión provisional, por lo menos, hasta el 29 de mayo. La situación podría alargarse otros tres meses y si le terminan condenando, podría pasar hasta 10 años en la cárcel.
En este tiempo, su abogado, que no ha recibido ni siquiera el expediente de su defendido, solo sabe que se le acusa de espionaje por lo que ha publicado la prensa y por los tuits de la propia Fiscalía polaca y de su servicio secreto.
Las autoridades polacas fundamentaron su acusación en que González llevaba una fotocopia de un pasaporte ruso escrito cirílico. En ese pasaporte su nombre no aparecía como Pablo González, sino como Pável Rubtsov. El motivo es que el periodista nació en Moscú y sus padres le pusieron ese nombre. Cuando sus padres se divorciaron, él se mudó a Bilbao con su madre, de nacionalidad española, que le inscribió entonces en el Registro Civil con nombre español y los apellidos de la familia materna, es decir, Pablo González. Por tanto, tiene dos pasaportes legales, que en estos años no le han causado nunca ningún problema en ninguno de sus viajes.

También le señalaron como espía por recibir regularmente ingresos en su cuenta procedentes de un banco de Moscú, unos ingresos que no alcanzan los 350 euros y que son enviados por su padre de lo que obtiene del alquiler de dos pisos que tiene en propiedad en la capital rusa.
54 días detenido
Este viernes 22 de abril se cumplen 54 días de la detención de Pablo y tanto familiares como amigos del periodista han iniciado una campaña de recogida de firmas en change.org para pedir que se respeten sus derechos.
En la iniciativa, que ya ha recabado más de 4.000 firmas, los familiares y amigos de Pablo González exigen al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez; al ministro de Exteriores, José Manuel Albares; y a la ministra de Defensa, Margarita Robles, que se asista a Pablo González “tal y como garantiza la Carta de Derechos Fundamentales de la UE y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la ONU”.
También piden que se acabe con su incomunicación ya que desde que las autoridades polacas le arrestaron y acusaron de ser un espía al servicio de la inteligencia militar rusa no ha podido hablar con su familia ni con su abogado.
Presunción de inocencia
Asimismo, exigen respetar su presunción de inocencia ya que “hasta la fecha, Polonia apenas ha aportado pruebas que justifiquen esta detención” y las que ha aportado, “son más bien circunstanciales y relacionadas con los orígenes de González”.
La familia del periodista considera que durante este tiempo el Gobierno de España ha mantenido una postura “muy tibia” respecto a la incomunicación de Pablo González y “ha permitido que Polonia haga caso omiso de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, vinculante para todos los países integrantes”.
En este tiempo, únicamente ha recibido dos visitas del Cónsul español en Polonia, una el 7 de marzo y otra el 2 de abril, que ha transmitido el deseo del periodista de que no se deje de hablar de su caso y la reiteración de que no tiene nada que esconder y que no sabe por qué le han acusado.
Lo que está pasando con Pablo González tiene una íntima conexión con lo que está pasando con Julian Assange. Ambos están detenidos ilegalmente, ambos defienden el periodismo independiente, y ambos carecen de un fuerte apoyo legal- en el caso de Pablo, también del Gobiernos español- capaz de enfrentarse a sus captores. El por qué está bien claro. Inglaterra, Estados Unidos, España y Polonia no defienden para nada la libertad de expresión. En España, Ley mordaza vigente, grandes medios en manos de la derecha. En Polonia, un régimen parafascista; Inglaterra y EEUU dos almas gemelas amigas de la represión ideológica, racial y partidarias de la violencia internacional. Todos estos países se apoyan entre sí para que la libertad de cualquier tipo sea papel mojado. Se llaman unos a otros ” democracias consolidadas”.