Estos incidentes parecen estar dirigidos a interrumpir la educación de las estudiantes.

En las últimas semanas, Irán ha sido testigo de una ola de envenenamientos con gas en colegios femeninos, afectando a cientos de niñas en al menos 15 ciudades del país persa. Las estudiantes han reportado dolores de cabeza, palpitaciones del corazón, náuseas, mareos y la presencia de un olor entre una mezcla de naranja podrida y productos de limpieza. En algunos casos, los envenenamientos han sido masivos, como el incidente en un instituto en la ciudad de Qom, donde 80 estudiantes fueron hospitalizadas.

Las autoridades iraníes en un primer momento ignoraron estos incidentes, que se han registrado mayoritariamente en colegios femeninos, pero ahora los describen como “ataques intencionados”. El viceministro de Educación, Younes Panahi, ha declarado que “algunas personas quieren que se cierren los colegios, en concreto los de las niñas”. El ayatolá Alavi Boroujerdi, un importante clérigo reformista, ha afirmado que los perpetradores de estos ataques están logrando su objetivo: “Hay familias que tienen miedo y no quieren mandar a sus hijas al colegio”.

El Poder Judicial ha ordenado una investigación para aclarar los hechos y el Ministerio de Sanidad ha creado un equipo formado por 50 miembros para investigar, pero hasta ahora no se han logrado avances.

Silenciar a las mujeres

Los envenenamientos se han producido en un momento de gran tensión en Irán, que se ha visto sacudido en los últimos meses por las protestas por la muerte de la joven Mahsa Amini, tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo islámico. Estas protestas han tenido un fuerte componente feminista, con muchas iraníes quitándose los velos e incluso quemándolos.

Las protestas, sin embargo, han perdido fuerza de forma notable tras las ejecuciones de cuatro manifestantes y en las últimas semanas apenas hay movilizaciones en las calles de Irán. La oleada de envenenamientos en escuelas de niñas es un claro intento de paralizar la educación de las estudiantes y puede interpretarse como un ataque directo contra los derechos de las mujeres en Irán.

Reincidentes

Este tipo de incidentes no son nuevos en la región. En el año 2013, la ciudad de Ghouta, en Siria, sufrió un ataque químico que dejó cientos de muertos, en su mayoría civiles, entre ellos muchos niños. En aquel momento, se acusó al gobierno sirio de haber llevado a cabo el ataque. El uso de armas químicas está prohibido por la Convención sobre Armas Químicas de 1993, que fue firmada por 193 países, incluido Irán.

La Convención establece la prohibición del desarrollo, producción, adquisición, almacenamiento, retención, transferencia o uso de armas químicas por parte de cualquier persona o estado. Asimismo, se establece la obligación de destruir cualquier arma química bajo control de un Estado Parte y la obligación de cooperar en la verificación del cumplimiento de esto.

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