Omar Montes se ha sentado en el plató de «Déjate querer» para dar una sorpresa a una fan, pero antes ha querido hablar de su infancia en el barrio de Pan Bendito, donde creció en unas chabolas con sus abuelos y su padre.
Montes describió cómo se bañaba en un barreño azul en el patio, lo que para él era normal, aunque ahora se da cuenta de que no lo era. La falta de recursos fue una constante en su vida y su madre se desesperaba tratando de obtener ayuda. A pesar de los esfuerzos, a veces no había suficiente comida y no podían cenar. Finalmente, cuando tiraron las chabolas, fueron trasladados a un piso en Carabanchel.
Montes también habló sobre su experiencia de acoso escolar y de cómo el bullying le afectó profundamente. Recordó un momento en el que estaba jugando a la pelota y, de repente, un muchacho la tiró al cementerio. «Era la única pelota que tenía y me costó mucho tenerla. Estaba subiendo a la tapia del cementerio y cuando estaba a punto de saltar, un muchacho me empujó y caí de boca. Casi me mato, me quedé inconsciente diez minutos», señaló.

Dada su experiencia, el cantante de «Alocao» empatiza con aquellos que han sido víctimas de acoso escolar y cree que es importante plantar cara al agresor y pedir ayuda.
Aunque muchos dicen que hay que aceptarse a uno mismo, el cantante admite que él no pudo hacerlo durante mucho tiempo. «Gordo, gitano, moro. Lo tenía todo para el bullying», ha dicho.
Omar Montes primero encontró una vía de escape en el boxeo y, con el tiempo, la música se convirtió en una verdadera salvación para él. Su carrera despegó después de su éxito con la canción «Conmigo» junto a su hermano Moncho.
Ahora, los chavales que se metían con él son sus mayores fans, le persiguen para pedirle un selfie y llenan sus conciertos. «Gracias a eso me he dado cuenta que no soy mala persona, porque si yo fuera malo a más de uno le hubiese dado una hostia. No soy vengativo», ha señalado.
Todo mi apoyo.