En un mundo donde las modas y tendencias cambian con la velocidad de un tuit, nos encontramos con un fenómeno que parece haberse instalado en el corazón de la sociedad española: la «Leonormanía». Una ola de admiración y fascinación que ha inundado las portadas de revistas y periódicos, colocando a la princesa Leonor en el centro de todas las miradas. Pero, ¿es esta «Leonormanía» un reflejo genuino de la admiración popular o simplemente una estrategia de distracción ante los verdaderos problemas que enfrenta España?
Mientras las revistas como Hola y Trendencias nos hablan de la belleza y carisma de la princesa, y cómo ha deslumbrado en Asturias, hay una pregunta que resuena en el aire: ¿Por qué esta obsesión con la monarquía en pleno siglo XXI? En una era donde la democracia, la igualdad y el mérito deberían ser los pilares fundamentales, resulta paradójico que una institución anacrónica como la corona siga ocupando un lugar tan prominente en la sociedad.
«La monarquía es el último vestigio de una España que ya no existe. Es hora de avanzar y construir la república que nos merecemos.»
La monarquía, esa institución perfecta para delinquir, con su historia de polémicas y un rey padre huido por miedo a ser juzgado por sus escándalos, parece ser una reliquia del pasado que no encaja con la España moderna y progresista que muchas y muchos deseamos. La corona, con sus raíces en el fascismo franquista, es un recordatorio constante de una época oscura que muchos preferirían olvidar. Y sin embargo, aquí estamos, en 2023, debatiendo sobre la «Leonormanía» mientras se ignora el clamor popular por una república que fue arrebatada por la dictadura.
La idea de que la Corona representa la antítesis de la igualdad es innegable. En un sistema donde el acceso al trono se determina por el simple hecho de nacer en una familia específica, se desafía el principio fundamental de mérito y capacidad. Se nos presenta a Leonor como una figura feminista, pero ¿qué ha hecho, aparte de nacer en la familia real, para ganarse ese título? Ser mujer no es suficiente para ser feminista. Macarena Olona, Ayuso o Cuca García Gamarra son ejemplos de mujeres que, a pesar de serlo, han mostrado posturas contrarias al feminismo.
España, despierta dEs hora de cuestionar y reflexionar de una vez por todas sobre el papel de la monarquía en la España contemporánea. ¿Es realmente relevante? ¿Aporta algo positivo a la sociedad? O, por el contrario, ¿es simplemente una herramienta de poder y control en manos de unos pocos?
La historia nos ha mostrado que las modas van y vienen, pero las verdaderas transformaciones surgen del deseo colectivo de cambio. La «Leonormanía» pasará, pero el anhelo de una república permanecerá. Es el momento de mirar hacia el futuro, de dejar atrás las sombras del fascismo franquista y abrazar una nueva era de libertad y democracia.