En una sociedad progresivamente absorbida por el inexorable avance del capitalismo, emergen visiones cada vez más surrealistas y distorsionadas acerca del ámbito laboral. Jorge Branger, colaborador de La Sexta Xplica, parece haber sucumbido a esta percepción distorsionada, al desplegar una visión del trabajo no solo absurda, sino también inherentemente dañina, especialmente para las y los más jóvenes de nuestra sociedad.
Asombro y la perplejidad ante un individuo que ha optado por usar a niños de cinco años para defender el emprendimiento y un modelo capitalista insaciable, paralelo al de Estados Unidos. Branger señala que en ese país, la gente “empieza a aprender a los cinco años”, sugiriendo un escenario donde la meritocracia es el único camino para el ascenso profesional. “Evidentemente”, añade otro colaborador del programa, añadiendo un tono de concordancia en un diálogo que nunca debió haber tenido lugar.
“EMPRENDEDORES” INFANTILES Y LA FALSA MERITOCRACIA
Branger parece regodearse en una fantasía en la que los niños de cinco años son visualizados como emprendedores, en vez de, simplemente, niños. En su concepción, un niño de cinco años que monta un puesto de limonada en España vería cómo “cae todo el peso de la ley sobre sus padres”, mientras que en otros lugares este acto sería digno de elogio, un primer paso en la carrera del emprendimiento.
Este posicionamiento no solo descontextualiza la realidad del trabajo infantil, sino que también pone de manifiesto una desconexión alarmante con las realidades y retos que enfrentan diariamente las y los trabajadores. Su comentario es simplemente el reflejo de una ideología que visualiza la meritocracia como el remedio universal a los males del ámbito laboral, ignorando la gama de factores socioeconómicos y estructurales que obstaculizan un terreno de juego equitativo.
IMPACTO SOCIAL Y REPERCUSIÓN CRÍTICA
Las declaraciones de Branger han generado un visible impacto social, y no es para menos. Tal retórica no solo refuerza una visión del mundo insostenible e inhumana, sino que además contribuye a una cultura laboral que perpetúa la desigualdad y trivializa las luchas de las y los trabajadores.
Nos encontramos frente a un escenario similar al de Grecia, donde nuevas legislaciones habilitan jornadas de 13 horas, semanas laborales de 78 horas, y la posibilidad de que las empresas impongan un sexto día laboral. Es una realidad que, bajo el manto de la meritocracia, olvida que no da igual quién gobierne. No todos son iguales.
REDEFINIENDO NUESTRA VISIÓN DEL TRABAJO
Ante este panorama, se vuelve imperativo repensar y redefinir nuestras percepciones sobre el trabajo y el valor que le asignamos al emprendimiento. No podemos permitir que la explotación y la deshumanización se escondan detrás de las máscaras del “éxito” y del “ascenso profesional”.
La educación y el aprendizaje son fundamentales, pero los niños deben ser niños, y nuestra sociedad debe salvaguardar su derecho a la infancia, en lugar de sumergirlos en un mundo de competencia y explotación.
La responsabilidad de desentrañar y desmantelar estas percepciones nocivas recae en todas y todos nosotros. Es inadmisible quedarse de brazos cruzados mientras se fomentan visiones del trabajo que menosprecian la dignidad y los derechos de las personas, y en especial de los niños.
Condenamos cualquier intento de romantizar el trabajo infantil y abogamos por una concepción del trabajo que priorice la humanidad, la dignidad y la equidad. En un mundo cada vez más rehén del capitalismo, no podemos permitir que la codicia y la imprudencia configuren nuestro futuro y el de las generaciones venideras.