Miguel Ángel Frontera, el cabecilla de las concentraciones frente a la casa del vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, y la ministra Irene Montero no podrá acercarse a menos de 500 metros de ambos mientras dure la investigación por revelación de secretos, acoso, injurias, coacciones y desobediencia a los agentes de la autoridad.
La orden de alejamiento incluye tanto el domicilio como el lugar de trabajo de ambos. Además Frontera tiene prohibido comunicarse con ellos de cualquier manera.
Un juez de Collado Villalba ha dictado esta sentencia después de su continua presencia frente a su domicilio en la localidad madrileña de Galapagar donde llegó a subirse a una valla del mismo para tomar imágenes del interior, de tal nitidez que incluso puede verse a Iglesias vistiendo una camiseta negra con letras blancas.
Además de las diferentes actuaciones de acoso, Frontera publicaba en sus redes sociales vídeos de sus actos. Llegó a instalar un generador eléctrico de 800 kilovatios para poner a todo volumen el himno de la Legión con el objetivo de molestar a la familia.
El acosador ha admitido que acude repetidamente con pancartas al domicilio de Iglesias y Montero, en el que también viven sus tres hijos menores, pero, según su testimonio, eso no le ha disuadido.
Frontera ha señalado también que ha ejercido su derecho a la protesta, al no estar contento con la gestión de la pandemia y las residencias de Pablo Iglesias.
Montero e Iglesias reconocieron tener “miedo”

El auto, al que ha tenido acceso la Cadena SER, recoge las pruebas aportadas a la causa, entre ellas, capturas de pantalla y grabaciones de vídeo donde Miguel Frontera aparece en el domicilio y donde “aparece realizando unas acciones que lesionarían los derechos de Pablo Iglesias e Irene Montero, en la medida en que supondrían la utilización de unas expresiones objetivamente injuriosas, en diferentes fechas, algunas de ellas en el Estado de Alarma, así como merodeando, sin motivo aparente, por las cercanías del domicilio”.
Irene Montero y Pablo Iglesias quienes declararon por videoconferencia, reconocieron tener “miedo” y señalaron que el acoso sufrido altera la vida normal de sus hijos, que tienen que escuchar cómo insultan a su padre. Asimismo, reconocieron que varios amigos han dejado de visitarles debido a las protestas a la entrada de la vivienda.