Por Soraida Hussein (Alianza por la Solidaridad-ActionAid, Jerusalem)
Se suspendió el ataque militar a Gaza, pero no el bloqueo, ni, por encima de todo, la esperanza. Desde hace ya 15 años, la ocupación israelí ha sumido a la Franja de Gaza en un inmenso subdesarrollo, debilitando los medios de vida con los que la población apenas puede ganar un salario.
El desarrollo en el territorio Palestino ocupado, no sólo se obstaculiza, sino que se detiene e incluso retrocede; y eso se vive con toda su crudeza especialmente en Gaza. Como resultado inmediato del bloqueo que empezó en 2006, sanidad, educación, derechos humanos esenciales, y servicios principales se han ido reduciendo y en el peor de los casos, casi han desaparecido, como es el caso del acceso al agua potable.
Ya en 2018 y antes, representantes de la ONU, y otros altos cargos internacionales, advirtieron que Gaza ya sería en 2020 un lugar inhabitable. De hecho, casi lo es. Lo mismo, la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han advertido durante mucho tiempo sobre una inminente catástrofe humanitaria en la Franja de Gaza si Israel continúa imponiendo su cierre, en un desafío claro al derecho y las leyes internacionales.
Las recientes políticas de castigo colectivo, adicionales a la ocupación israelí, y el último ataque militar, han agravado sobremanera la precaria situación que el pueblo Palestino lleva viviendo en Gaza, y los territorios Palestinos en general desde ya 73 años.
Pero la situación ha empeorado mucho más con el último ataque que comenzó el 10 de mayo y que duró 11 días. Al menos 5 familias ya no existen en el registro civil, ya que murieron todos sus miembros bajo las bombas israelís estando en sus hogares. Las tristes cifras de la última escalada de violencia incluyen 248 personas muertas, entre ellos 66 pequeños. Y casi 2.000 han sido heridas, entre ellas mujeres, 560 niños, ancianos y personas con discapacidad. Entre los heridos, 165 tienen una lesión que les ha dejado una discapacidad permanente.
A pesar de tan dura situación, hay sitio para el optimismo. “Sí, sí hay esperanza, siempre lo habrá, ¿quién dijo que la esperanza muere o pueden matarla? Son palabras de Merii, un joven de 30 años, “No queremos ser más héroes, no queremos ser más víctimas, queremos ser simplemente humanos, quiero poder ayudar a las familias que perdieron sus casas, limpiar las calles y volver edificar los escombros”.
Merii forma parte en la campaña Reconstruiremos Gaza que ha lanzado la organización juvenil palestina Sharek Youth Forum, para limpiar los escombros de las calles tras el ataque. De momento más de 1.000 voluntarios están apoyando los esfuerzos de renovación y rehabilitación de las casas destruidas e intentando proporcionar un realojo rápido para las familias que perdieron sus hogares.
Pero, además de las casas, también es necesario reconstruir la cabeza. Miles de personas, niños y niñas especialmente, necesitan apoyo psicológico. Un apoyo que reciben a través de voluntarias y voluntarios del programa Soy humano. Igualmente, importante es apoyar la reconstrucción de las organizaciones destruidas y dañadas para que puedan continuar con su trabajo y seguir prestando sus servicios humanitarios y públicos a la comunidad.
No sabemos qué pasará, cuál será la posición del nuevo gobierno, si volverán de nuevo los cohetes a los cielos de Gaza, si volverá un periodo largo con algo de calma. Pero lo que sí sabemos es que Gaza volverá a levantarse y, poco a poco, a reconstruirse de nuevo. Gracias a la persistencia, la solidaridad y sobre todo a la esperanza. Esa que nunca perdemos.