La envidia provocó que dos premios Nobel de física, Philipp Lenard y Johannes Stark, liderasen una campaña de descrédito contra Albert Einstein, basados en una ciencia influenciada por la ideología nazi, para así frenar la revolución intelectual que desarrollaba uno de los físicos más brillantes de todos los tiempos.

Ambos se negaban a reconocer las dos teorías más audaces de la época, ambas impulsadas por judíos: la relatividad de Einstein y la mecánica cuántica de Niels Bohr. Su estrategia era imponer una supuesta «física aria», en contraposición a lo que ellos consideraban una física que había sido secuestrada por un, también supuesto, «espíritu judío».

El éxito de Einstein, de origen judío y cada vez más reconocido a nivel mundial, despertaba los celos de Lenard, un físico también brillante que recibió el premio Nobel de física en 1905 por su estudio de los rayos catódicos, pero que, según el escritor científico y exeditor de la revista Nature Philip Ball, tenía «una profundidad intelectual limitada y estaba emocional e imaginativamente atrofiado» y sus conocimientos de matemáticas no le permitían entender ideas tan osadas como la relatividad.

Philipp Lenard y Johannes Stark, los científicos nazis que intentaron desacreditar a Einstein con argumentos racistas
Philipp Lenard y Johannes Stark, los científicos nazis que intentaron desacreditar a Einstein con argumentos racistas

Esta incapacidad para entender la relatividad lo llevaron a descalificarla como teoría y que fuese apoyada por la comunidad académica internacional le hizo pensar que se trataba de una conspiración.

Lenard insistía en que lo que hoy conocemos como espacio-tiempo era el llamado éter, y tildó a la relatividad de «fraude judío».

El caso de Stark, quien había recibido en 1919 el Premio Nobel de Física por el fenómeno que hoy se conoce como Efecto Stark, era similar. Stark, nacionalista extremo como Lenard, se veía abrumado por la complejidad matemática que estaba adquiriendo la física.

Tanto Lenard como Stark se habían unido a los nazis desde antes de que el partido tomara el poder. Lenard ya criticaba la relatividad desde 1910, pero fue a partir de 1920 cuando comenzó a añadirle elementos racistas a sus ataques, señalando que, mientras los arios se aferraban a los datos y el trabajo experimental, los judíos se concentraban en reflexiones abstractas.

«Cualquier esfuerzo humano, incluyendo la ciencia, está definido por la raza»

Alex Wellerstein, historiador de la ciencia especialista en la historia de la eugenesia, ha dicho a BBC Mundo que «el argumento de Lenard era que cualquier esfuerzo humano, incluyendo la ciencia, estaba definido por la raza» y sostenía que distintas razas tenían una física distinta».

Lenard consideraba que la «física aria» hacía énfasis en verdades tangibles mientras la relatividad y la mecánica cuántica incluían factores como la incertidumbre y el relativismo y vio en esas teorías una amenaza a una sociedad bien organizada y un camino al caos.

Pero las críticas de Lenard y Stark no contenían «críticas sustanciales» y eran débiles, desde el punto de vista científico, por tanto solo podían basar sus argumentos en que sus teorías no se habían terminado de completar y esto les abría la puerta a ofrecer explicaciones alternativas, ignorando los aspectos robustos de las ideas de Einstein.

Publicación en contra de las ideas de Einstein

En 1931, cientos de filósofos y científicos participaron en una publicación en contra de las ideas de Einstein, a pesar de que la «física aria» no gozaba de mucha popularidad y el número de seguidores era relativamente pequeño.

«Hay que tener en cuenta que las ideas que impulsaban Lenard y Stark no eran muy interesantes desde la perspectiva de la física funcional. Era física del pasado, no del futuro», ha dicho Wellerstein.

Por su parte Hitler estaba al tanto de Einstein por su Nobel de 1921 y por ser un disidente que se negó a volver a Alemania tras el ascenso de los nazis, sin embargo, el máximo líder nazi no consideró que la campaña de Lenard y Stark contra el físico mereciera su atención personal.

Respuesta de Einstein a Lenard

Einstein no se involucró mucho en los ataques de sus detractores, no obstante, en 1920, publicó una carta en respuesta a uno de los ataques contra la relatividad orquestados por Lenard. «Admiro a Lenard como maestro de la física experimental», escribió Einstein.

«Sin embargo, aún le falta lograr algo en física teórica, y sus objeciones a la teoría de la relatividad general son tan superficiales, que no había considerado necesario, hasta ahora, responderlas en detalle», añadió.

Einstein prefirió alejarse de los debates públicos sobre sus teorías y dejó que fueran otros físicos los que las discutieran.

El fracaso de la «física aria»

Con el tiempo, las ideas de Lenard y Stark fueron perdiendo fuerza ante el pragmatismo de los oficiales nazis que, en plena guerra, estaban más interesados en desarrollar armas y tecnología que en discusiones sobre la interpretación de la física.

Por tanto, la «física aria» fracasó espectacularmente y hasta a los nazis le costó tomársela en serio. Ball explica que para los nazis era evidente que los judíos que habían propuesto la teoría cuántica y la relatividad eran quienes realmente conocían los secretos de los átomos, y que solo ellos estaban en capacidad de convertir sus hallazgos en aplicaciones prácticas.

Tras el fin de la guerra, llegaron los juicios de Núremberg en 1945. Para entonces, Lenard ya contaba 82 años y aunque fue arrestado brevemente y despojado de su título como profesor emérito en la Universidad de Heidelberg, nunca fue condenado. Murió en 1947.

Por su parrte, Stark fue sentenciado, en 1947, a cuatros años de trabajo en el campo, pero la sentencia fue suspendida dos veces y murió sin cumplir su condena en 1957, a los 83 años.

En 2020, la Unión Astronómica Internacional decidió que dos cráteres de la Luna que habían sido bautizados Lenard y Stark en honor a estos científicos, dejaran de llamarse así. Incluso hay quien pide que les sean retirados sus respectivos Premios Nobel.

Sin en cambio, la relatividad general de Einstein se mantiene como una de las teorías más importantes de la física moderna.

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