Por Javier Cortines

That is the question. ¿Qué sentencia pronunciarán los herederos del 15-M? ¿Pudimos o Podremos? ¿Acaso fue todo un sueño como el regreso a Ítaca o a la idealizada Cuba? ¿Acaso la utopía embellece tanto la realidad que nos ciega como la fulminante mirada de la Esfinge?

Cuando dieron por muerto (políticamente) a Pedro Sánchez, éste se retiró, cual estilita, a la plataforma de la columna en busca de inspiración divina y, cuando sus adversarios celebraban por adelantado sus exequias, regresó más fuerte. Llegaron a llamarle El Resucitado y, en las últimas elecciones, vemos el resultado.

Simón el estilita oteando el Más Allá

Lamento muchas cosas -como uno de los primeros inscritos a Podemos- y me parece un dislate la ocurrencia de Monedero de que a Errejón “le convencieron las cloacas para que rompiera el partido (…) y metiera en esa aventura a Manuela Carmena”.

¿Cómo es posible que alguien piense que la alcaldesa de Madrid es manipulable? ¿Desde qué atalaya ideológica podemos cuestionar las decisiones de M.C.?

Ella merece, sobre todo, respeto por su intachable trayectoria política y personal. Por su incansable lucha contra la dictadura – en tiempos en los que uno se jugaba el pellejo- en defensa de los oprimidos y de lo que antes llamábamos, con orgullo de clase, el pueblo.

La corregidora de la capital no es “arrastrable”. Si actúa de equis forma, sus motivos tendrá. No muchos políticos en “esta España de izquierdas” pueden presentar credenciales como las de Manuela Carmena.

Podemos ha cometido muchos errores. Atrás quedó el momento de “asaltar el Cielo”, de traer el paraíso a la Tierra. De atacar a los viejos y moribundos partidos políticos que, tras un bajón efímero, han regresado como los tifones en la estación de las lluvias.

El Partido Socialista, fundado en 1879, ahora parece robusto como un novillo (hasta Felipe González esconde la testa debajo del ala) y la Derecha, cuyos orígenes se remontan a la Prehistoria, ha regresado tricéfala cual Cerbero, el perro que controla, incombustible, la entrada al Inframundo.

Y la izquierda (no la centrista del PSOE) se encuentra a la deriva, giróvaga, sin Estrella Polar. Ahora Podemos y Cía necesitan, por encima de todo, mapas con líneas bien definidas y una brújula que indique El Camino, uno realista, no uno blando y abstracto como el que insinuaba Lao Tse.

Quizás ha llegado el momento de que dimita Pablo Iglesias -como hizo Rubalcaba cuando la cosa no funcionaba- y entregue el timón a un líder potente, integrador, que transmita confianza e ilusión.

Que sea capaz de atraer con ideas y proyectos a jóvenes y viejos. Que mane tranquilidad con su lienzo de futuro, no miedo e incertidumbre. Que su programa sea cálido, palpable y asequible. Que se parezca a ciertos paisajes de la infancia que están a millones de años luz del boulevard de los sueños rotos, esa decepción que tan bien destila con su rasgante poesía nuestro aedo Joaquín Sabina.

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