Raquel Arias Careaga
Universidad Autónoma de Madrid
Tres grandes grupos literarios marcan el siglo XX: la Generación del 98, la denominada Generación del 27 y, posteriormente, la del 50. Ante ellas nace una pregunta inmediata y hoy ya ineludible: ¿no hay mujeres entre los intelectuales del momento en cada uno de estos grupos, mayoritariamente comandados por hombres?
Y aun más, pensando en el día de la poesía que se celebra el 21 de marzo: ¿qué mujeres poetas escribieron sus obras en aquellos años? ¿Qué ha sido de sus nombres y de sus obras? De esta forma, queremos proponer aquí algunas sugerencias para recuperar, redescubrir y sobre todo incorporar a nuestra tradición cultural la producción poética de las mujeres adscritas a cada una de estas tres generaciones.
Generación del 98
Bajo este epígrafe podemos situar los nombres de Unamuno, Baroja, Blasco Ibáñez, Azorín, Valle-Inclán o el más joven de todos, Antonio Machado. Mucho más difícil nos resultaría dar con un solo nombre femenino. Pero los hay.
Algunas autoras están todavía muy vinculadas al Romanticismo y su poesía tiende hacia ese estilo, como el caso de Carolina Coronado, Sofía Casanova o Rosario de Acuña. Pero el interés por el mundo que les rodea y las circunstancias históricas en que se insertan sus vidas no les resultan ajenos en absoluto.
Sofía Casanova llegó a ser corresponsal en la Primera Guerra Mundial. En 2017 se reeditó su poemario Fugaces, de 1898. Por su parte, Carolina Coronado escribirá poemas relativos a la nueva situación del país tras el Desastre del 98, con versos tan explícitos como estos:
«¡Mejor morir!… antes que gente extraña
pregunte por burlar nuestros sonrojos:
“¿En qué lugar de Europa estuvo España?”».
Esta preocupación por la decadencia española desembocará, como sabemos, en posiciones regeneracionistas con propuestas diversas para sacar al país de esa crisis. Es el caso de Blanca de los Ríos, candidata al Premio Nobel y que dirigió una revista de explícito título, Raza española, entre 1919 y 1930. Entre sus obras líricas se encuentra el poemario titulado Esperanzas y recuerdos, que reeditó y amplió en 1912.
Aunque no escribió poesía, es imposible dejar fuera en relación con el tema del regeneracionismo y la pedagogía a María de Maeztu, que tuvo que exiliarse y murió en Argentina en 1948. Carmen Baroja, conocida por sus Recuerdos de una mujer de la generación del 98, también escribió versos, algunos de los cuales se han recuperado en el libro Tres Barojas. Poemas, de 1995.
Pero también encontraremos mujeres con posiciones mucho más radicales que las mencionadas, como Belén de Sárraga, librepensadora, masona, feminista y republicana que pasó gran parte de su vida en América, donde murió también exiliada en 1951.
O Regina de Lamo, madre de la gran escritora Carlota O’Neill y abuela de Lidia Falcón. Anarquista y feminista convencida, su activismo a favor de los derechos de la mujer ha quedado plasmado en numerosos artículos y en algunos poemas.
También muy combativa es Consuelo Álvarez Pool, periodista, telegrafista y primera mujer jefa de prensa, que publicó poemas en los medios a comienzos de siglo.
Imposible no dejar constancia de otros nombres, aunque no llegaran a escribir poesía: la periodista Carmen de Burgos, la escritora de ideología conservadora Concha Espina, y la dramaturga María de la O Lejárraga, cuya vida evidencia el paso adelante de mujeres ajenas a las convenciones que las constreñían.
Generación del 27 o de la República
De nuevo ocupan los primeros puestos de este grupo literario nombres como los de García Lorca, Cernuda, Alberti, Miguel Hernández y un largo etcétera bien conocido.
La recuperación de las escritoras adscritas a este movimiento es una labor incansable que ha logrado rescatar la obra de María Teresa León, o la hasta hace muy pocos años desconocida Luisa Carnés.
Entre las poetas los nombres se multiplican: Ernestina de Champourcin, con una poesía enmarcada en el diálogo con Dios, la canaria Josefina de la Torre, cuya obra se centra en la nostalgia del pasado perdido, la maternidad no realizada y el amor, o Concha Méndez, modelo de mujer moderna y ajena al estereotipo tradicional femenino, que desarrollará una poesía atravesada por la experiencia del exilio.
También se escapa del marco tradicional la obra de Carmen Conde, una poeta que destaca por su rebeldía e inconformismo, encubiertos por la expresión poética en una España que no reconoció su valía hasta después del fin de la dictadura, cuando ingresó en la RAE.
Rosa Chacel, ensayista y novelista, será otra de las escritoras del 27 que también escribirá poesía. Nuevas autoras cuya obra estará marcada por la dura experiencia del exilio serán Nuria Parés y Concha Zardoya.
Entre las poetas que desarrollaron su obra dentro de la España franquista podemos recordar la poesía intimista de Susana March o Clemencia Laborda, en cuyas obras se mantiene la imagen de la mujer tradicional, volcada en lo doméstico y la maternidad. Ejemplos señalados serían Celia Viñas, Elena Martín Vivaldi y la Guiomar de Antonio Machado, Pilar de Valderrama:
“Aquel café de barrio, destartalado y frío,
testigo silencioso de nuestras confidencias,
extremo de rigores, conjunto de inclemencias,
que sólo caldeaban tu corazón y el mío.
Una de las autoras más destacadas y que evolucionó desde estos presupuestos hacia una poesía más comprometida es Ángela Figuera Aymerich.
Generación del 50
La evolución hacia una poesía mucho más preocupada por lo colectivo y lo social nos traerá libros en los que lo urbano cobra un interesante protagonismo, como los de María Beneyto o Josefina Romo Arregui. La transición desde el intimismo del yo hacia la preocupación colectiva y la recuperación de la memoria está representada por Cristina Lacasa.
Pero la renovación del lenguaje será mucho más marcada con Ana María Moix, el uso de la poesía como vehículo de denuncia de Concha de Marco o Julia Uceda, ganadora del primer Premio Nacional de Poesía otorgado a una mujer en 2003. Otras autoras importantes de este grupo son Gloria Fuertes, María Victoria Atencia, María Elvira Lacaci o Pilar Paz Pasamar.
“Nací para poeta o para muerto,
escogí lo difícil
—supervivo de todos los naufragios—,
y sigo con mis versos,
vivita y coleando”.
Gloria Fuertes
Muchos nombres por descubrir, por leer. Grandes poetas que no merecen ese lugar en penumbra en el que siguen situadas.
Raquel Arias Careaga, Profesora de literatura hispanoamericana, Universidad Autónoma de Madrid