El fotoperiodista y activista Aitor Garmendia ha ganado por tercer año consecutivo el prestigioso premio de periodismo gráfico Picture of the Year International en la categoría Science and Natural History por su trabajo “Dentro de la industria porcina española”, desarrollada a lo largo de 2019.
En el reportaje Garmendia ha retratado las inhumanas condiciones a las que son sometidos los cerdos en las granjas porcinas españolas después de acceder junto a otros activistas a más de 30 granjas.
En las imágenes se puede ver a cerdos con úlceras y malformaciones, lechones sobre sus excrementos y orines, cerdas embarazadas en jaulas en las que no se pueden mover y herramientas usadas en las granjas hacinadas y sin ningún tipo de control.
En la investigación se documentan todo tipo de abusos, desatención veterinaria e institucional y severos incumplimientos a la normativa de bienestar animal.
Una de las imágenes de la serie ha obtenido un Award of Excellence.
No es la primera vez que Garmendia muestra el horror de las granjas españolas. Ya lo hizo con sus anteriores trabajos “Matadero. Lo que la industria cárnica esconde” en 2018 y “El trabajo encubierto de activistas investigadores en granjas”, en 2019 por los que se hizo con el primer y tercer premio, respectivamente, del certamen.
En 2010 una organización ecologista, Igualdad Animal, publicaba imágenes que pertenecían a 172 granjas “elegidas al azar” en todo el país, cinco de las cuales han sido premiadas por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, en las que se mostraba el trato vejatorio, hacinamiento, torturas, castraciones…
Con este documento visual, Igualdad Animal mostraba a los consumidores las condiciones en las que viven los cerdos y les pedía que se movilizasen ante estos abusos que, sin embargo, no “tienen por qué ser ilegales”.
Para obtener las imágenes se infiltraron como trabajadores, veterinarios o estudiantes e incluso obtuvieron permiso para grabar en alguna de las granjas.
La organización señalaba que las situaciones vejatorios se dan en todas las etapas de vida y muerte del gorrino. Las cerdas embarazadas pasaban en jaulas de gestación casi todo el tiempo y a las crías en cuanto nacen se les sometía a una castración sin anestesia y corte de dientes.
Además mencionaba casos de canibalismo provocados por la escasez de espacio y dificultad de acceso a los comederos. El estrés incrementaba también las mordeduras entre ellos que daban origen a heridas, e infecciones que llegaban a necrosarse.
Los ganaderos aseguraban que no tenían constancia de esos maltratos producidos en las granjas porcinas.