Sara Vicente Collado
Responsable programas prostitución de la Comisión para la investigación de malos tratos a mujeres
La prostitución y la trata con fines de explotación sexual ha generado en la vida de las mujeres la normalización de un sistema múltiple de violencias que implica la falsa creencia de que no existen salidas, así como la incapacidad para responder a las violencias vividas en sus cuerpos, en sus vidas.
Hay alternativa a la prostitución: es formación, acompañamiento, conocimiento del idioma, mejora de la empleabilidad, atención psicológica, jurídica y social, oportunidades de empleo, recursos de acogida, medidas de protección, atención sanitaria, grupos de autoayuda, petición de asilo y permisos de residencia.
Sin todas estas medidas será imposible lograr una vida libre de violencia sexual.
No podemos olvidar que son mujeres abandonadas en manos de un sistema que considera que la prostitución puede ser elegible e incluso deseable para las mujeres con mayores vulnerabilidades, que han estado expuestas a otras formas de violencia a lo largo de su vida.
Si en algo hemos avanzado a lo largo de estos más de 30 años trabajando para desenmascarar el sistema que genera y reproduce violencia en las relaciones de pareja -violencia sexual- es en que hemos distinguido que las relaciones desiguales entre hombres y mujeres no son elegibles, son siempre impuestas. Sin embargo, en cuanto al sistema prostitucional, no hemos alcanzado un consenso que permita dar una misma respuesta a la generada para el resto de violencias sexuales. Esto debilita enormemente a las mujeres en situación de prostitución y víctimas de la trata con fines de explotación sexual, abocándolas a la desprotección más absoluta.
La distinción entre una prostitución “elegible o buena” y una prostitución “no elegible o mala”, está impidiendo a las mujeres en prostitución encontrar alternativas de salida, quedándose atrapadas en el sistema prostitucional.
Desde el programa Alternativa desarrollado por la Comisión para la investigación de malos tratos a mujeres desde el año 2009, hemos acompañado a más de 800 mujeres en prostitución al año (8.000 mujeres en los últimos diez años) en la toma activa de decisiones para lograr una vida libre de la violencia sexual. Desarrollamos alternativas en cuatro comunidades autónomas, Madrid, Andalucía, País Vasco y Navarra.
Esta iniciativa, diseñada como un programa de detección de necesidades y de acompañamiento, permite establecer un mecanismo de salida de la prostitución a través del trabajo constante y duradero con las mujeres en situación de prostitución.
Para ello acudimos a los escenarios de prostitución y acompañamos a las mujeres en la toma de decisiones apelando a sus propias capacidades y posibilidades.
El equipo de trabajo del programa alternativa, es multidisciplinar y trabaja sin plazos. No hay una programación cerrada, porque la exposición a la violencia en cada mujer ha generado diferentes secuelas y la respuesta ha de ser abordada de manera individual. Cuenta con una formación especializada y continuada en violencia sexual y trabaja de manera coordinada.
La coordinación institucional es una herramienta necesaria que ha de disponerse para dar respuesta integral y específica a cada mujer y a cada una de las necesidades detectadas.
Evidenciar las deficiencias de un sistema de atención escaso es importante para avanzar.
El enfoque no puede ser exclusivamente a demanda de la mujer en prostitución. Se ha de conjugar nuestra presencia y acercamiento con las mujeres, con lo que debe ser un sistema de atención integral a las mujeres en prostitución que dé respuesta real y efectiva sin demora.
En muchas ocasiones las mujeres en prostitución no pueden denunciar porque están secuestradas, amenazadas y tienen miedo a lo que les pueda ocurrir si lo hacen. Pero no podemos olvidar, que tan efectiva es esta forma de violencia explícita y directa sobre las mujeres, como la violencia normalizada, aquella que aboca a las mujeres más vulnerables y en peores condiciones a la prostitución, un sistema que normaliza las relaciones desiguales, estableciendo un sistema de sumisión y servicio sexual de las mujeres hacia los varones.
El pasado día 30 de julio, Día Mundial contra la Trata, quisimos evidenciar que sin prostitución no habría trata y que la prostitución no es libertad sexual, sino violencia sexual porque representa el máximo exponente de las relaciones de poder, sumisión y disponibilidad sexual de las mujeres a los hombres.
Dichas relaciones han de ser abolidas y sustituidas por relaciones de igualdad y de libertad sexual donde las mujeres no solo tengan la posibilidad de ser deseadas, sino el verdadero derecho a una sexualidad libremente ejercida y deseada.