Este domingo, el famoso cuadro de Leonardo da Vinci, “La Gioconda”, también conocido como la Mona Lisa, fue el foco de una protesta climática en el Museo del Louvre de París. Dos mujeres arrojaron sopa sobre la obra del siglo XVI, protegida por un cristal, y saltaron la valla de seguridad para posar junto a ella.
El incidente, difundido por la agencia de prensa francesa CLPRESS, desencadenó una rápida respuesta por parte de los empleados del museo, quienes cubrieron la pintura con biombos para evitar más fotografías.
Durante más de dos minutos, las activistas, una de ellas gritando consignas, desafiaron la seguridad del museo para expresar su mensaje: “¿Qué es lo más importante? ¿El arte o el derecho a una alimentación sana y duradera? Nuestro sistema agrícola está enfermo”.
Este acto vandálico no es el primero que enfrenta ‘La Gioconda’; en mayo de 2022, alguien le arrojó una tarta, aunque no sufrió daños.
La protesta se inserta en una serie de ataques a obras de arte emblemáticas en diferentes museos del mundo, realizados por grupos de activistas que reclaman una mayor acción gubernamental ante la crisis climática. Obras como “Las Majas” de Goya en el Museo del Prado de Madrid, “Los Girasoles” de Van Gogh y “La Venus del espejo” de Velázquez en la National Gallery de Londres también han sido afectadas.
Estos ataques a obras de arte son parte de una creciente ola de acciones de protesta contra el patrimonio cultural en los últimos años, destinadas a destacar la urgencia de frenar el calentamiento global y la destrucción de la naturaleza.
Desde el escaneo en 3D del busto de Nefertiti hasta la pintura roja en el Museo de Historia Natural de Londres, los activistas buscan cuestionar la responsabilidad de las instituciones culturales y el sistema económico y político en la crisis ecológica.
Motivados por la crítica al patrocinio de empresas contaminantes a museos, la falta de ética en la financiación y la valoración del arte frente a la naturaleza, estos activistas buscan generar reflexiones sobre qué estamos dispuestos a sacrificar para preservar el arte y la vida en el planeta. Consideran que el arte puede ser un poderoso instrumento de cambio, conectando la realidad social y ambiental con la necesidad de una acción inmediata y sostenible.
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