César A. N. también se presentaba frecuentemente en la entrada de la Ciudad de la Justicia de València con carteles que decían «Stop feminazis».

César A. N. ha sido condenado a seis meses de prisión por acoso y delitos de odio contra dos fiscales especializadas en violencia de género. La sentencia, que incluye una multa y una compensación económica, también impone restricciones para proteger a las víctimas de futuros encuentros y comunicaciones con el condenado.

UNA CAMPAÑA DE ACOSO PERSISTENTE

César A. N. aceptó este lunes una condena de seis meses de prisión, el pago de una multa y una indemnización de 6.000 euros por delitos de odio y acoso. «No me queda otra», dijo ante el tribunal de la sección quinta de la Audiencia Provincial de València. El condenado, quien tiene antecedentes penales cancelados por violencia de género, llevaba casi una década acosando a las fiscales Susana Gisbert y otra fiscal especializada en violencia de género a través de cuentas anónimas en redes sociales. La magistrada que presidía el tribunal le ordenó quitarse la boina antes de iniciar el juicio.

La cuenta que César A. N. creó en Twitter (ahora X) tenía el único propósito de insultar y menospreciar a Susana Gisbert por su activismo feminista y su trabajo en la lucha contra la violencia de género. Emitía constantemente mensajes ofensivos contra la fiscal y contra las víctimas de violencia de género, llegando incluso a perseguir a Gisbert en actos públicos para intimidarla. En una ocasión, la Policía Local tuvo que intervenir durante un evento en el Ayuntamiento de El Puig para desalojarlo.

El acoso no se limitaba al entorno digital. César A. N. también se presentaba frecuentemente en la entrada de la Ciudad de la Justicia de València con carteles que decían «Stop feminazis», un lema ampliamente utilizado en la esfera misógina online. Su presencia constante y su actitud intimidante obligaron a la fiscal a cambiar sus rutinas y a adoptar medidas de seguridad adicionales en cada aparición pública.

DELITOS DE ODIO Y ACOSO

La conducta del condenado incluía la difusión de teorías conspirativas a través de su cuenta en redes sociales, donde afirmaba la existencia de una «red de funcionarios corruptos» dedicada a fomentar denuncias falsas de violencia de género. Además, acusó a otra fiscal de suplantar su número de móvil para inventarse un delito de amenazas contra su exmujer. Esta campaña de acoso y desinformación tenía como objetivo desacreditar el trabajo de las fiscales y fomentar el odio contra ellas.

El Ministerio Público describió el impacto del acoso en la vida de Susana Gisbert, quien tuvo que modificar sus hábitos y tomar medidas de vigilancia constantes. La fiscal afirmó que esta sentencia es una «conformidad satisfactoria» y destacó que su intención no era buscar venganza, sino justicia contra el acoso y el odio. En retrospectiva, lamentó no haber denunciado desde el principio, subrayando la importancia de actuar rápidamente en casos de acoso.

LA RESPUESTA DE LA JUSTICIA

La defensa de César A. N. alcanzó un acuerdo con la Fiscalía, reduciendo la pena inicial de cuatro años y medio de prisión a seis meses, además de una prohibición de acercarse a menos de 300 metros de las fiscales y de comunicarse con ellas durante tres años. La suspensión de la pena quedó condicionada a que no cometa nuevos delitos durante un periodo de dos años.

Héctor Melero, el fiscal que llevó la acusación pública, resaltó tras la vista que, aunque cada persona puede tener sus opiniones, no se puede humillar y menospreciar a alguien, especialmente por razones relacionadas con la violencia machista. Esta sentencia envía un mensaje claro sobre la intolerancia hacia el acoso y los delitos de odio.

UN CASO EMBLEMÁTICO

El caso de César A. N. se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el acoso a las mujeres que defienden los derechos de género. El hecho de que el condenado intentara acercarse al fiscal Melero al final de la vista subraya la naturaleza problemática de su comportamiento. Melero rechazó este gesto, manteniendo su postura firme contra el acoso y la intimidación.

La sentencia refleja un paso significativo en la protección de las víctimas de acoso y en la lucha contra los delitos de odio basados en el género. La valentía de las fiscales al enfrentar este acoso y buscar justicia no solo protege su integridad, sino que también establece un precedente importante para futuras víctimas.

El caso de César A. N. nos recuerda la importancia de una respuesta judicial firme y efectiva para proteger a las víctimas y mantener la confianza en el sistema de justicia.

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