Cynthia Duque Ordoñez



Feminismo y nueve de mayo ¿habrá un sustantivo que unido a una fecha pueda significar más? No muchos sinceramente. Siempre es un placer y un honor poder hacer públicos tus pensamientos e ideas, con las cuales, quieres influir en otros y así hacer de nuestro mundo un lugar más justo, donde todas y cada una de nosotras y nosotros podamos desarrollar nuestra personalidad con libertad y dignidad como seres humanos.

Cada nueve de mayo desde 1945 se celebra el Día de la Victoria, de la URSS especialmente, sobre el régimen nazi, coincidiendo con el Día de la Unión Europea.[1] Habría quien incluyera al mismo nivel que el Ejército Rojo a los Aliados, sin embargo, ninguno arriesgó más efectivos en esa guerra que las repúblicas socialistas, ni tampoco ninguno tuvo más muertes o fue atacado tan duramente, que aun hoy se encuentran fosas comunes en antiguas repúblicas soviéticas tales como las fosas de Brest en Bielorrusia o Gvozdavka, región de Odessa, en Ucrania. Sí, podemos decir alto y claro que el Socialismo venció al Fascismo. Luego Hollywood se encargaría de reescribir la historia. El liberalismo allanó el camino para el nuevo auge del fanatismo ario, al vestir de demoniacos a aquellos hombres y mujeres soviéticas que arriesgaron sus vidas por un bien superior -la libertad-, para que hoy los cachorros de aquellas bestias nieguen el horror del Holocausto.

Algunos podrían pensar que aprendimos y superamos en 1945 los horrores del nazismo, pero ¿y si el liberalismo los hubiera normalizado al punto de que hoy las mujeres nos enfrentemos al mismo riesgo que las mujeres bajo el yugo del III Reich?

Durante siglos el sexo ha sido utilizado por los hombres de manera estructural para someter a las mujeres, empero no será hasta la I Revolución Industrial cuando el modelo de familia tradicional burguesa se expanda como la peste y dicha opresión sexual se acrecenté. La revolución científica de los años 30 permite llevar la opresión sexual hasta su máximo exponente en la Alemania nazi.

El sexo fue durante el nazismo una de las expresiones más claras del poder tentacular de dicho régimen. Obsesionados por crear su raza de ciudadanos «puros» los nazis realizaron experimentos genéticos sin consentimiento de los pacientes tanto con prisioneras como con otras mujeres. Si bien ambas eran utilizadas para el mismo fin, sobre cada grupo de mujeres se aplicaban métodos diferentes. Empezando por las mujeres secuestradas y retenidas en los campos de concentración: aquellas de religión judía y etnia gitana, quienes fueron forzosamente esterilizadas, violadas y obligadas a abortar si llegaban embarazadas al campo. En el ámbito de la esterilización forzosa -un crimen de lesa humanidad recogido en el art.7 del Estatuto de la Corte Penal Internacional- destacaron los «médicos» Schumann, especialista de la esterilización con rayos X; Clauberg, especialista en esterilización química e inseminación artificial; y Mengele, quien se dedicó a investigar con gemelos. [2]

La mujer en el nazismo era juzgada por su poder adquisitivo y por su sexualidad, es decir, eran doblemente oprimidas.

Para el régimen nazi el sexo era un servicio público que debía ser repartido entre la población, tanto para alemanes «arios» como para los hombres retenidos en los campos de concentración. La esperanza de vida de las mujeres en los campos de concentración era del 50% con respecto de los hombres presos. A partir de 1942 se abrieron burdeles en los campos de concentración -de los cuales, se excluían a las mujeres judías- como forma de «premiar» a los prisioneros hombres. El deseo sexual era propiedad exclusiva de un sexo llevado hasta las últimas consecuencias. La media de edad de las mujeres forzadas era de 20 años y procedían de los campos de concentración de mujeres, seleccionándose a aquellas que habían llegado acusadas de conducta antisocial. ¿Qué era una conducta antisocial para el régimen nazi? Por ejemplo, ser lesbiana o madre soltera de un hijo o hija «no puro». La mujer en el nazismo era juzgada por su poder adquisitivo y por su sexualidad, es decir, eran doblemente oprimidas.

Diversos estudios han documentado la persecución de hombres homosexuales, las leyes prohibían las relaciones sexuales entre varones; 50.000 fueron procesados; 15.000 encarcelados y de esos el 60% morirían en campos de concentración.  Para el nazismo la homosexualidad era una enfermedad y como tal, podía ser curada, para ello eran obligados a participar en lo que los nazis llamaban terapias de reeducación que consistían en mantener relaciones sexuales con mujeres, castración química, inyecciones de hormonas artificiales o animales vía anal, electroshocks, violaciones anales con estacas de madera y operaciones de cambio de sexo. [3]

Tal fue el rechazo de la moral burguesa a la sexualidad de las mujeres que aquellas hijas de la burguesía que quedaban embarazadas fuera del matrimonio solían acabar esterilizadas o internadas en centros psiquiátricos por «promiscuas».

La homosexualidad fue perseguida durante el nazismo de diferentes formas. Primero, los hombres eran habitualmente torturados, mutilados y asesinados. En segundo lugar, las mujeres, que al constituir un peligro para el ideal masculino del régimen, fueron víctimas de experimentos de reconducción de conducta a través de violaciones sistemáticas en los burdeles de los campos de concentración o sirviendo de yeguas de cría del régimen en los criaderos que a continuación se explican. La actuación del régimen con las mujeres homosexuales carece del número de estudios existentes para hombres, quizás como en todos los aspectos de la vida de las mujeres, el patriarcado se ha impuesto una vez más. Excluidas de las leyes contra la homosexualidad, las mujeres lesbianas no eran percibidas como una amenaza para sus objetivos, pues al fin y al cabo eran mujeres, por lo que podían servir de madres y esposas para el Reich, con independencia de su orientación sexual. Para los nazis las mujeres éramos seres inferiores y dependientes por nuestra naturaleza de los hombres, siendo entendida la sexualidad femenina como fundamentalmente pasiva. Un rol de género que para nuestra desgracia se sigue perpetuando a través de la socialización en comunidad y gracias a postulados neoliberales que tienen poco de modernos o de progreso social.

El Jardín de la Hipocresía

Las capas obreras no se quedaron atrás en la hoja de ruta del régimen, quien fomentó las relaciones sexuales adolescentes menores de 18 años en las clases medias fieles al Reich, militantes de la conocida como Liga de Muchachas Alemanas (BDM) desde 1935. Una organización dedicada a promover la maternidad y el abandono de la mujer del trabajo productivo para que volvieran a las labores domésticas. Al mismo tiempo se desincentivaban los estudios superiores entre las mujeres limitando al 10% el número de mujeres máximo en las aulas universitarias después de 1933. A finales de la década buena parte de estas jóvenes adquirieron el rol de madres solteras esenciales para sostener y crear la sociedad nacionalista que Hitler y Himmler soñaban.

Los roles de género eran la base del régimen nazi en su búsqueda de la Europa nacionalista, pero ¿lo fue para todas las clases sociales?

Por supuesto que no. La moral burguesa impedía que sus hijas participaran de relaciones extramatrimoniales para engrosar la natalidad del régimen, mientras veía con buenos ojos que sus hijos fueran quienes embarazaran a las jóvenes de clases sociales inferiores. Tal fue el rechazo de la moral burguesa a la sexualidad de las mujeres que aquellas hijas de la burguesía que quedaban embarazadas fuera del matrimonio solían acabar esterilizadas o internadas en centros psiquiátricos por «promiscuas».

Sin embargo, el programa racial nazi no solo llegaba ahí. La novela de Francisco Javier Aspas, La casa del bosque de Marbach, nos adentra en el oscuro mundo de las maternidades Lebensborn basadas en la raza, donde miles de mujeres jóvenes, «de sangre pura», sanas, pertenecientes a capas obreras entraron con el único objetivo vital de procrear lideres arios para el Führer. Aquellas que no lo fueran eran obligadas a abortar y esterilizadas. Los militares y altos cargos del régimen acudían a estas granjas para fecundar al mayor número posible de mujeres. Una vez parían eran apartadas de los bebes, éstos eran examinados y de ser aptos para los médicos de la SS eran entregados a familias del régimen. ¿Cuánto se parece al Cuento de la Criada, verdad?

¿Y si todavía existieran estas prácticas?

El mundo nos sigue clasificando según tengamos o no medios de producción y según nuestro sexo. Algunos, ricos y pobres, defienden su derecho a acceder a nuestro cuerpo. El sexo o la paternidad queridos, es un deseo, no un derecho. ¿En qué tipo de sociedad nos convierte normalizar que las mujeres no sientan deseo cuando den su consentimiento? ¿O como cualquiera con dinero puede acudir a un país en guerra o pobre, vulnerando la regulación de su propio país, para explotar sexualmente a una mujer, la cual arriesgar su vida, y comprar un bebé como si fuera un coche? ¿Qué clase de sociedad somos cuando hay personas que eligen a las mujeres por catálogo y les hacen firmar por contrato que su vida ya no les pertenece durante nueve meses?

Hace setenta y cuatro años el Socialismo venció al Fascismo, pero el liberalismo ha sabido introducir su nueva herramienta disfrazada de progreso para dinamitar el feminismo.

Nos acerca a las esclavas sexuales de los templos y a la mujer-esposa objeto de placer y vientre donde engendrar de Babilonia. Continúan las granjas de mujeres pobres, esclavas de su sexo y de su clase social, en Ucrania, la India, México o Nigeria sostenidas con el dinero de solteros y parejas que se creen en el derecho de usar el cuerpo de las mujeres como vasijas para obtener hijos a la carta de «sangre pura». Se sigue hormonando y mutilando a seres humanos -muchos niños- por no adaptarse a unos cánones impuestos a los que nadie se adapta porque son falsos.

El liberalismo, en momentos de crisis del sistema, crea al monstruo fascista. Hace setenta y cuatro años el Socialismo venció al Fascismo, pero el liberalismo ha sabido introducir su nueva herramienta disfrazada de progreso para dinamitar el feminismo. Feminismo es reconocer que la mujer obrera por el hecho de nacer hembra y carecer medios de producción es doblemente discriminada, es el desarrollo de la cuestión de la mujer que el comunismo siempre, desde sus inicios, ha defendido. Introducir la identidad de género para sustituir al sexo distorsiona el análisis objetivo de la realidad material e histórica y perpetúa aquello contra lo que lucharon nuestras antepasadas hace setenta y cuatro años.

El lobby queer busca implantar leyes en todo  el mundo, por las cuales el sexo biológico deje de ser reconocido como tal, para sustituirse por la identidad de género, es decir, ser denominados jurídicamente a todos los efectos según aquellos prejuicios que nos han relegado a las tareas domesticas y a la maternidad obligatoria desde hace dos mil años, tal como, marcado la jerarquía política, económica y social entre hombres y mujeres, sin que medie de por medio ninguna prueba medica que lo certifique. Hoy se permite la hormonación artificial y mutilación genital de menores de edad, pese a no ser medicamentos testados en humanos, excederse de las dosis permitidas con severos riesgos de padecer cáncer, fallo renal, infarto, trastornos depresivos-suicidas y bipolaridad. La practica de transgender en la infancia y adolescencia esconde un oscuro secreto: ser la misma eugenesia social que el patriarcado ha aplicado a quienes no se sometían a él. No deja de ser una terapia de reconversión como las empleadas por los médicos nazis y que hoy practican abiertamente en Irán contra los homosexuales. ¿Puede haber algo más rancio, machista y homófobo que pensar que un cuerpo sano debe corregirse quirúrgica y medicamente porque la persona quiera jugar al futbol en vez de a las muñecas?

Análisis jurídico del auto de libertad provisional de la Manada. Un auto en el que brilla por su ausencia la formación en género

En 2045 investigar la trata con fines de explotación sexual por sexo será delito de odio. No querer hormonar a tus hijo que adora el ballet será delito de odio y perderás su custodia si te niegas a hacerlo. Si denuncias a tu maltratador en el juicio podrá decir que es una mujer y no se aplicará la ley contra la violencia de género. Un violador podrá pedir un cambio de módulo o de cárcel para convivir con mujeres. Si eres una deportista de alto nivel -por ejemplo de atletismo o natación- tendrás que competir con hombres biológicos y si te sientes discriminada no podrás decir nada porque será delito de odio.

Porque las relaciones sociales se construyen según como te sientas, ¿o no? Ser mujer es una realidad biológica, es nacer hembra humana. Considerar que por nacer mujeres somos tenemos aquellos gustos, actitudes, aptitudes o personalidad femeninas que los nazis atribuían a nuestro sexo es machismo y eso sí, delito de odio. El caballo de Troya ha llegado a nuestra playa, pero no dejemos que nos mate porque cuando ser mujer sea todo, serlo no será nada y el sistema patriarcal-capitalista nos tendrá en sus manos, donde quiere, para hacer con nuestro cuerpo cumplir sus deseos como ha acostumbrado a hacer en los últimos dos mil años.

Empero, todavía estamos a tiempo de que no suceda. Actúa. Lucha por la abolición del género. Lucha por la igualdad entre todos los seres humanos para que podamos ser felices, tal y como somos sin ser condicionados por nuestro sexo. La semilla del odio ha esperado durante décadas a florecer, pero no la dejaremos germinar.

[1] La Alemania nazi, representada por el General Wilhelm Keitel, firmó la rendición incondicional el 8 de mayo de 1945 a las 22:43 hora central europea, pero el 9 de mayo a las 0:43 hora de Moscú -de ahí que se celebre el Día de la Victoria el día 9 y no el 8 de mayo en el Este de Europa- ante el Mariscal del Ejército Rojo Gueorgui Zhúkov, poniendo fin así a la Segunda Guerra Mundial en Europa.
[2] Durante los años siguientes a la caída del nazismo Mengele continuará con sus experimentos en Brasil y otro médicos como Money (1965) seguirán experimentando sobre gemelos teorías conductista de la identidad sexual con resultados tales que llevaban al suicidio de sus víctimas.
[3] La castración de hombres homosexuales una aberración que ocurrió en el campo de Buchenwald, a manos de Carl Vaernet, que también era líder de una unidad de asalto de las SS, comenzó con las castraciones y mutilaciones para tratar de hacer desaparecer el impulso homosexual de sus víctimas.

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