Este artículo surgió tras preparar una introducción (para un debate sobre brecha de género en las pensiones) al querer explicar por qué consideraba yo que la etiqueta de brecha de género no solamente estaba mal definida sino que también inducía a errores y, es más, a que el argumento y la meta habría de ser muy diferente a los que se alude constantemente.
El trabajo del que hablo decía así:
La mal llamada brecha de género en las pensiones se produce por diferentes motivos:
• En las pensiones contributivas se debe al trato igualitario precisamente, así que no podemos alegar discriminación ya que se produce todo lo contrario: se calcula de la misma manera para hombres y mujeres.
Para calcular una pensión contributiva se tienen en cuenta los años cotizados, la base para el cálculo y la edad de jubilación. En ningún caso se tiene en cuenta el sexo.
• En las pensiones no contributivas no se tienen en cuenta ese tipo de factores para calcularlas, aunque tampoco se diferencia entre hombre o mujer, por lo tanto, no existe discriminación alguna.
No necesitamos pedir que se nos dé un trato diferente por ser mujeres. No tendría sentido. Todos somos personas y todos somos iguales. Partiendo de esa base vamos a ver cual es el problema porque es la mejor forma de llegar a la solución.
Conductas aprendidas y no analizadas (nos sorprendería saber cuántas de las nuestras solamente son imitación), no llevan más que a perpetuar errores y, lo que es peor, convertir lo anormal en normal.
¿Por qué hay que cambiar el argumento? Pues porque partimos de premisas erróneas y eso lleva a conclusiones erróneas.
Estoy convencida, y así lo manifiesto donde se me quiere escuchar, que la injusticia y el error son otros:
Consideramos que es trabajo aquello que se remunera. No es cierto. Trabajo es el conjunto de actividades que son realizadas con el objetivo de alcanzar una meta, solucionar un problema o producir bienes y servicios para atender las necesidades humanas.
Y, si nos centramos en el punto de vista económico, trabajo es la cantidad de horas que dedica una persona para hacer una actividad de índole productivo, como la generación de bienes o servicios.
Es más, trabajo y empleo no siempre son sinónimos intercambiables. Trabajo es una tarea que no necesariamente da al trabajador una retribución económica.
Pues bien, hay trabajos que no han estado “premiados” con una retribución económica. Dentro de este tipo de trabajos se encuentran los realizados por personas que colaboraron en pequeños negocios familiares, incluso que los realizaron por su cuenta (costura, plancha, campo, pesca…) y que, por costumbre o porque ni siquiera se consideró trabajo en aquel tiempo, no se contempló siquiera la posibilidad de darse de alta en la seguridad social.
A este trabajo unimos el más importante de todos, tanto para la familia como para el conjunto de la sociedad: reproducción y cuidados. Este trabajo ha sido realizado, mayoritariamente, por mujeres.
De estos dos tipos de trabajos procede la brecha de género en las pensiones, no de un cálculo indebido sino de la NO VALORACIÓN de un trabajo no considerado como generador de derecho a una vejez digna.
Es en este punto en el que centramos nuestra REIVINDICACIÓN:
Que se valore el trabajo realizado para tener derecho a una PENSIÓN DE JUBILACIÓN digna y suficiente. Y también que esta sea calculada, única y exclusivamente, para la persona, independientemente de la unidad familiar a la que pertenezca ya que es un derecho personal.
Deberemos tener claro la razón de esta petición (sabemos que son las mujeres las más afectadas, pero no las únicas) y deberemos conocer el impacto económico que supone esta reivindicación y su posible financiación.
Pero no por ello hemos de aportar nosotros las soluciones. Estas corresponden a los encargados, a los elegidos en las urnas para organizar este reino. Los elegimos, y les pagamos, para que así sea.
Viene muy a cuento aquella expresión de “doctores tiene la santa madre iglesia”. ¡Allá ellos se las compongan!
Nosotros exigimos nuestros derechos. Lo que creemos que es de justicia. No tenemos que aportar las soluciones. ¡Que administren ellos y, si tienen que sacar de un lado para meterlo en otro, que lo hagan! Quizá tendrán que ir a buscar lo que dejaron escapar, o tendrán que cambiar aquellas leyes que permite al gran capital emplear ingeniería financiera, y fiscal, para no contribuir en la parte que realmente les toca a las arcas del Estado… No, no voy a seguir dando ideas, porque no me corresponde. Ya bastante se lo recordamos en las calles, en las redes… allá donde todavía podemos chillar exigiendo lo que es nuestro.
El trabajo de cuidados no remunerado en España equivale al 15% del PIB, según la OIT
Julia Castillo