Steffan De Mistura será el nuevo Enviado Especial para el Sáhara Occidental

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Algo se mueve en los pasillos de Naciones Unidas en relación al Sáhara Occidental. El problemático expediente del último territorio no autónomo del continente africano volvió a cobrar relevancia tras el reinicio de las hostilidades en noviembre de 2020, cuando el Polisario declaró el estado de guerra a Marruecos por el desalojo de civiles en la zona desmilitarizada del Guerguerat, aunque la causa de fondo es el estancamiento del conflicto.

Desde entonces los combates, concentrados a lo largo del muro militar que divide el Sáhara, se han sucedido paralelamente a una cruenta batalla diplomática. El Frente Polisario empuja en todos los foros para conseguir un nuevo “statu quo” que le permita ejercer el derecho a la autodeterminación. En esta hoja de ruta entra la ONU, cuya misión para la celebración de un referéndum, la MINURSO, se encuentra inoperativa desde hace años. Otro puesto clave, el de Enviado Especial del Secretario General, puesto diplomático con amplias competencias para mediar y dialogar con las partes, también se encontraba vacante desde mayo de 2019, cuando el expresidente alemán Horst Köhler dimitió -oficialmente por salud aunque fuentes cercanas señalaron las trabas alauís como causa-.

Entre la negociación y el conflicto armado

En las últimas semanas parece que la situación rompe poco a poco su enquilosamiento. El 27 de agosto Antonio Guterres sustituía al jefe de la MINURSO, Collin Stewart, y ponía al frente al diplomático ruso Alexander Ivanko, un cambio administrativo. Apenas dos semanas después ha sido el anuncio del italo-sueco Steffan De Mistura como nuevo Enviado Especial el que ha ocupado los titulares, un cambio político.

Los vientos favorables a la causa saharaui estarían detrás de este desbloqueo. Marruecos, que había vetado una decena de nombres en estos dos años habría sido presionado por EEUU y el propio Guterres para aceptar la candidatura de De Mistura. Rabat permanece instalado desde hace una década en la política de hechos consumados, consciente de que controla de facto el territorio y por tanto busca torpedear el proceso de Naciones Unidas.

El nombre de De Mistura ya sonó en abril de este año. Su perfil de diplomático veterano de talante “negociador y creativo”, según fuentes de la ONU, parecía el adecuado para salir del impasse, pero Marruecos se negó. ¿Qué ha cambiado en estos cinco meses? Todo parece indicar que la respuesta está en EEUU; si bien Donald Trump sacudió el tablero con el reconocimiento del Sáhara como territorio marroquí en diciembre de 2020 la administración Biden busca ahora jugar entre dos aguas. Los demócratas son presos de un discurso en favor del multilateralismo y el Derecho Internacional pero una praxis unilateral. El gobierno norteamericano ha afrontado el expediente del Sáhara Occidental con cintura y ambigüedad, distanciándose de la posición de Trump -que más allá de la declaración no fue materializada en ninguna política- pero sin querer perder el favor de su mejor aliado en el Norte de África.

De Mistura, que viene de ocupar un puesto equivalente en Siria con poco éxito, llega en la situación más delicada en el conflicto saharaui desde la firma de los acuerdos de paz de 1991. El Frente Polisario, una vez abierta la veda del conflicto armado, busca forzar por todos los frentes un cambio de escenario y no tiene prisa, todo parece indicar que la guerra focalizada que mantiene desde noviembre va para larga data. Los bombardeos diarios sobre bases marroquíes no busca la victoria militar, sino la desmoralización y el desgaste económico para que Marruecos se vea abocado a un nuevo proceso negociador. Ganar por desgaste o al menos recuperar posiciones a medio plazo.

Rabat, por su parte, mantiene la retórica de la negación e intenta ocultar el conflicto para evitar el previsible desgaste social que implicaría. Desde el Palacio Real señalan repetidamente a Argelia como causante de la inestabilidad y niegan al Polisario como contraparte -aunque en su momento si lo hicieron-. Este es uno de los mayores problemas para el nuevo Enviado Especial, pues las negociaciones tendrán que darse de tú a tú entre Marruecos y el Polisario, una foto que Rabat busca evitar a toda costa pues sería una muestra de “debilidad” a ojos de su opinión pública.

Como antecedentes más inmediatos De Mistura cuenta con las infructuosas experiencias de sus predecesores. Horst Köhler consiguió celebrar dos mesas de negociación en Ginebra donde no se alcanzó ningún acuerdo. Por su parte el exsecretario de Estado norteamericano James Baker llevó el proceso negociador a las máximas cotas a principio de siglo presentando dos planes (Plan Baker I y II) que incluían un referéndum con censos ampliados e incluso un periodo previo de autonomía del territorio.

Nada de esto sirvió con anterioridad y actualmente parece altamente complicado que el proceso de Naciones Unidas, lastrado tras cuatro décadas de fracasos, pueda liderar la resolución del conflicto. Tocará esperar y ver los primeros pasos de De Mistura, que aguarda los últimos trámites para ser nombrado oficialmente Enviado Especial en la última colonia africana.

1 Comentario

  1. Las autoridades españolas y marroquíes han demostrado su desprecio hacia la población de la República Árabe Saharaui. En Nuestra América aumentan los comités de solidaridad con la causa defendida por el Frente Polisario. Desde México, Colombia, Perú, Cuba, Venezuela Bolivariana y Panamá miles de hombres y mujeres independientes solicitan a la ONU movilizarse en favor de dos pueblos que han vivido bajo la amenaza, el bloqueo y la opresión: Palestina y Saharaui. En pleno siglo XXI cuando se habla tanto de Democracia y Globalización, continuamos viendo imágenes de violencia de los más poderosos contra los pueblos. Una cosa es hablar de Libertad y Democracia y la otra es actuar en consecuencia. ¡Vivan las causas Saharaui y Palestina!. ¡Todos los Pueblos del Mundo son Hermanos!, ¡Venceremos!, Fernando Acosta Riveros, Lector Incómodo

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