Pone en duda la capacidad intelectual del jefe del Kremlin, reconoce que militares rusos combatieron en el Donbás y afirma que una guerra entre rusos y ucranianos es inevitable. Es Ígor Strelkov, el hombre que lideró hace cinco años la sublevación prorrusa en el este de Ucrania.

«Putin pudo convertirse en un héroe nacional y pasar a la posteridad. Nunca pensé que fuera tan obtuso y que pudiera dar pasos irreversibles y después intentar frenar cuesta abajo», dijo Strelkov a Efe en una cafetería moscovita.

Strelkov, el alias del coronel retirado del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) Igor Guirkin, no se muerde la lengua. Cree que Putin podía haber evitado la guerra si llega a apoyar la rebelión armada que él inició en la ciudad ucraniana de Slaviansk (Donetsk) el 12 de abril de 2014.

«La élite rusa está integrada en Occidente. Tiene dinero, propiedades y yates. Occidente les advirtió de que les arrebataría todo eso», asegura.

Este «patriota ruso» comenzó su misión a mediados de febrero en Crimea, donde se confabuló con el líder de la entonces república ucraniana, Serguéi Axiónov, para lograr que la península se independizara de Ucrania.

«Dirigí la toma del aeropuerto de Simferópol y después se lo cedí a los soldados (rusos). Nunca pensé que Rusia se anexionaría Crimea. Pensé que, en el mejor de los casos, se convertiría en un enclave», asegura.

Después, se desplazó a Donetsk y, ante la falta de líderes locales, tuvo que asumir el mando y «atraer el apoyo popular» a la causa de Novorrosía (Nueva Rusia), el proyecto para escindir la mitad rusohablante de Ucrania.

«Si me hubieran proporcionado armas y munición en abril o mayo, hubiéramos podido ganar. En agosto ya era tarde, ya que el Ejército ucraniano había incrementado mucho su potencial», opinó.

Strelkov considera que «había que haber destruido totalmente al Ejército ucraniano y después dictarle las condiciones para la paz, pero sin ayuda rusa eso no era posible».

«Nunca pude imaginar que de nuevo se daría sólo medio paso, en vez de ganar la guerra y hacer que Kiev capitulara. Putin no se comportó como Julio César, llegó al Rubicón y se paró. Una victoria que no trae la paz no es una victoria, es un éxito estratégico, nada más», señaló.

Pese a que contaba con el apoyo mayoritario de los milicianos prorrusos y la población local, recibió una llamada en la que se le conminaba a abandonar Donetsk, algo que hizo el 15 de agosto de 2014.

«Me dijeron claramente que si no me iba, no habría ayuda rusa. Yo mismo vi cómo la ayuda se suministró la noche antes de abandonar territorio ucraniano», señala.

Y reconoce veladamente que las milicias prorrusas no podían haber derrotado al Ejército ucraniano en la decisiva batalla de Ilovaisk (agosto-septiembre) sin los refuerzos llegados de Rusia.

«Ustedes mismos vieron lo que ocurrió», señala.

Ahora, considera que «el destino del Donbás se decide en Moscú», aunque cree que la guerra entre Rusia y Ucrania por el Donbás «es inevitable» y que, «de lo contrario, la región será destruida por Ucrania sin intervención rusa».

«El problema es que en Moscú no quieren admitir que el arreglo del conflicto ha fracasado. Lamentablemente, Putin no es una persona capaz de aceptar sus propios errores. Es demasiado vanidoso», reconoce.

Advierte que en el Donbás existe una «gran decepción» con Rusia y de que ya no hay esperanza de que los Acuerdos de Minsk se cumplan, aunque sus habitantes están dispuestos a seguir combatiendo.

«El odio contra Kiev se ha agudizado», añade.

En cuanto a los actuales dirigentes de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, no duda en tacharlos de «mangantes» de muy bajo nivel «moral e intelectual».

El líder separatista de Donetsk, Denis Pushilin, es para Strelkov «un ladrón y maquinador sin ningún mérito», que nunca combatió en el frente, que es odiado por sus conciudadanos y que nunca habría ganado las elecciones si hubieran sido «limpias».

«Ígor Surkov pone siempre esa clase de gente», apuntó, en alusión al maquiavélico asesor de Putin durante más de una década.

Strelkov, que está especializado en ofrecer servicios de seguridad, apenas aparece en los medios de comunicación rusos, que le tienen vetado por sus duras críticas a Putin.

«No puedo abandonar territorio ruso. Me lo han advertido. La frontera para mí está cerrada», asegura el veterano las guerras de Chechenia, Bosnia y Transnistria.

Personaje incómodo para el Kremlin como pocos, Strelkov sugiere que el motivo puede ser su gran popularidad en el Donbás.

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