La explotación del petróleo en EE.UU comenzó en la década de 1900 y, durante el siglo XX, EE.UU se convirtió en uno de los principales productores de petróleo del mundo. El desarrollo del nuevo sistema productivo y comercial globalizado se hizo por el consumo de esa energía solar fosilizada que es el petróleo. El crecimiento exponencial devino paradigma, siendo necesario consumir más petróleo cada día. Ya en los años treinta se predijo que el ’pico del petróleo’ en EE.UU sería en los años 70 y posteriormente las reservas comenzarían a descender. Como es habitual, los expertos de esas industrias lo negaron y no aceptaron pronósticos contra sus objetivos de crecimiento. Pero el cenit de la reserva petrolífera estadounidense se alcanzó por 1970 y desde entonces la mayor preocupación de este país es encontrar una solución alternativa para cuando se agote el petroleo.

La solución se ha creído ver en el gas licuado obtenido por “Fractura Hidráulica” o “Fracking”, como complemento del carbón. EE.UU tiene una inmensa reserva de gas pizarra en su subsuelo que no se puede extraer con técnicas convencionales, pero consideran que los abastecería otros 100 años sin cambiar su modelo productivo y de vida. El ansia por emplear gas licuado cuanto antes impulsa a aplicar una técnica no depurada y muy peligrosa para las personas y el medio ambiente. El fracking, o fractura hidráulica, es una técnica de extracción de gas acumulado en el subsuelo, en grietas y poros de rocas de pizarra y esquisto. Para extraerlo hay que inyectar agua a muy alta presión rompiendo las rocas, agrietándolas y que se abran grietas donde se encuentra el gas líquido, que el gas líquido salga al exterior y pueda almacenarse para su consumo.

Los enormes riesgos del fracking o fractura hidráulica son peligros comprobados. El primero es que provoca temblores o terremotos. A diferencia de la extracción tradicional de petróleo, la de gas por fracking necesita perforar un elevadísimo número de pozos cercanos entre sí por los que se inyecta agua a mucha presión. Al fracturar la roca y remover el subsuelo, éste se recoloca, genera pequeñas fallas que estaban en equilibrio inestable y se producen terremotos.

El segundo peligro del fracking es la contaminación del agua. El agua que se inyecta a presión contiene una elevada porción de sustancias químicas disueltas muy tóxicas y cancerígenas. El agua inyectada se mezcla con la capa freática natural y envenena los pozos y acuíferos. Las empresas petrolíferas niegan esa contaminación, porque según ellas, el gas está a gran profundidad, pero los expertos e incluso informes internos de las petrolíferas, revelan que el cemento que separa el pozo perforado del acuífero no soporta la presión y se agrieta. Se calcula que el 5% de los pozos fallan desde el principio y hasta el 50% de esos pozos también fallará en algún momento de su vida útil y contaminará el acuífero.

Entre los peligros del fracking están los temblores o terremotos, la contaminación de acuíferos y la contaminación del aire

Hay todo un sistema de ríos, riachuelos y lagos subterráneos interconectados. Y hoy, solo en EE.UU hay casi un millón de pozos perforados por los que se inyectan toneladas de agua envenenada. Esto puede suponer la contaminación permanente de todo el acuífero que abastece a muchas poblaciones humanas. Sin embargo, EE.UU exporta esa técnica a todo el planeta y hoy hay más de dos millones de pozos extractivos de gas en todo el mundo que podrían contaminar el agua subterránea de gran parte el planeta.

El tercer problema es la contaminación del aire por productos químicos volátiles cancerígenos y neurotóxicos que salen en los escapes de gas, tanto por los pozos mal sellados, como por la contaminación de los acuíferos donde el gas que se mezcla con el agua y sale por los grifos.

Miles de ciudadanos estadounidenses han presentado denuncias por la contaminación de pozos de agua y por enfermedades causadas por esa contaminación; enfermedades que apenas trascienden a la opinión pública. Se ha comprobado que la población que vive rodeada de pozos gasísiticos sufre enfermedades cardio-respiratorias y de la piel, les sangra la nariz, sufre desmayos y tienen un alto riesgo de sufrir cáncer y leucemia. Hay muchos informes y análisis de laboratorio de agua que prueban la presencia de sustancias químicas cancerígenas en ésta, sustancias de la técnica extractiva del fracking. Se ha comprobado con numerosos vídeos que hay grifos en los que se prende una llama, que se mantiene, porque sale gas del grifo o manguera. Las pruebas son irrefutables. La Agencia de Medioambiente americana ha demostrado la contaminación de los pozos y del aire, pero las petroleras niegan cualquier responsabilidad.


Imagen Daniel Lobo (CC)

Las empresas petroleras lo niegan una y otra vez, como es su costumbre, pues no renuncian a su modelo de desarrollo y crecimiento. Y denuncian a familias y estados por difamación e invierten gran cantidad de dinero en propaganda. Se ha probado que emplean tácticas de disuasión para reducir la resistencia ciudadana como las empleadas en la guerra de Irak; tácticas prohibidas con la población norteamericana.
También pagan campañas de políticos estatales y federales que entonces les deben el “favor” al ser elegidos, contratan a expolíticos como asesores con sueldos multimillonarios y presionan para alterar las leyes tanto de los estados como la legislación federal. Si este mundo funcionase como debería, si las leyes fueran para proteger al pueblo y el medio ambiente y no para enriquecer a las empresas, el Fracking estaría prohibido.

Y eso ocurre cuando hay una opción viable técnica y económicamente como las energías renovables. La Tierra no soporta ya más la contaminación de las energías fósiles. El consumo de energías fósiles supone un desequilibrio entrópico tan grande para el sistema que en verdad no puede soportarlo. Lo que se ha formado en millones de años naturalmente, acumulando energía entre moléculas, quedando sepultado en el subsuelo y convirtiéndose en combustibles fósiles, se desentierra y consume sin mesura ni consideración. Consumimos una energía tan lentamente guardada durante milenios en poco más de 100 años, enviando además a la atmósfera gases que calientan el planeta y provocan el cambio climático.

La atmósfera ha dicho basta. No puede librarse de esas emisiones con rapidez, no puede regenerarse y ha empezado a destruirse. La atmósfera da la vida a los pobladores de la tierra, nos proporciona el aire que respiramos y nos protege de la energía solar, tan fuerte que nos destruiría si no hubiera atmósfera. La Tierra ha creado un equilibrio en millones de años según parámetros más o menos estables. Según la distancia del planeta y cada uno de sus puntos respecto al sol, según los movimientos de rotación y traslación y la composición de la atmósfera, se origina el clima y, según el clima en cada punto, se desarrollan los diferentes ecosistemas que habitan personas, plantas y animales; donde las costumbres de las personas se han adaptado, cultivando determinadas plantas en determinadas épocas del año… Pero solo por variar la composición atmosférica por un exceso superlativo de gases, fruto de un consumo desmesurado de energías fósiles, se rompe todo eso y las especies que habitaban ese lugar, incluida la humana, ven peligrar su vida y su modo de vida. Muchas especies vegetales desaparecerán, si animales y personas migran desequilibrando las poblaciones de recepción. El fracking parece otra absurda apuesta, un último aliento, quizás el más fétido, de las amenazas de las energías fósiles contra el Planeta.

Por María Eugenia Hernández, Observatorio de Ecología Política de ATTAC-Madrid

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