Redacción
Juantxo López de Uralde (EQUO) y Mae de la Concha (Podemos), en nombre del Grupo Parlamentario Unidos Podemos-En comú Podem-En Marea, han solicitado al Gobierno la elaboración, en el plazo máximo de un año, de un Plan Nacional de salud y medioambiente con el objetivo de prevenir al máximo los efectos perjudiciales de la degradación ambiental en la salud humana.
Según indica López de Uralde “la prevención de enfermedades es clave en una política sanitaria para el siglo XXI, y uno de los factores más relevantes que impactan negativamente en la salud es la degradación de nuestro entorno: contaminación urbana, agua sucia, residuos tóxicos, incendios en basureros, radiactividad…son elementos que destruyen nuestra salud, ademas de degradar el medioambiente”.
“Urgimos en el Congreso a que el Gobierno adopte un Plan Nacional de prevención de los daños a la salud causados por la degradación ambiental lo antes posible”, ha indicado el coportavoz de EQUO.
El grupo expone que “existen pruebas abrumadoras de que las actividades humanas están afectando al clima mundial, lo cual tiene graves repercusiones en la salud pública. El calentamiento global tiene consecuencias que ponen en riesgo la salud, tales como los fenómenos meteorológicos catastróficos, la variabilidad de los climas, que afecta a los suministros de agua y alimentos, los cambios de la distribución de los brotes de enfermedades infecciosas o las enfermedades emergentes relacionadas con los cambios de los ecosistemas”.
Según los datos de la Organización mundial de la salud (OMS), los factores de riesgo ambientales conocidos y evitables provocan al menos 13 millones de muertes al año y aproximadamente un cuarto de la carga mundial de morbilidad. Para confrontar esta situación los países deben enfrentar una combinación de problemas ambientales y sanitarios nuevos y pendientes de resolución desde hace tiempo. Estos problemas abarcan desde la falta de acceso universal a energías domésticas limpias, agua potable y saneamiento, hasta las consecuencias del desarrollo insostenible, como la contaminación del aire, el agua y el suelo, y la exposición a productos químicos peligrosos y las exposiciones combinadas más complejas y crónicas en los entornos laborales y residenciales, pasando por el envejecimiento de las infraestructuras, el estancamiento de los progresos relativos a la salud ambiental y el aumento de las desigualdades.
En los últimos 50 años, las actividades humanas –especialmente la quema de combustibles fósiles– han liberado cantidades suficientes de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero para atrapar calor adicional en la baja atmósfera y afectar el clima global. En los últimos 130 años, el mundo se ha calentado en aproximadamente 0.85 ºC. Cada una de las últimas tres décadas ha sido sucesivamente más cálida que cualquier década anterior desde 1850. Los niveles del mar están aumentando, los glaciares están derritiéndose y los patrones de precipitación están cambiando. Los eventos climáticos extremos son cada vez más intensos y frecuentes.
Las altas temperaturas del aire contribuyen directamente a las muertes por enfermedades cardiovasculares y respiratorias, particularmente entre las personas mayores. En la ola de calor del verano de 2003 en Europa, por ejemplo, se registraron más de 70.000 muertes. Las altas temperaturas también elevan los niveles de ozono y otros contaminantes en el aire que exacerban las enfermedades cardiovasculares y respiratorias. El polen y otras sustancias también son más altas con el calor extremo y pueden desencadenar asma, que afecta a alrededor de 300 millones de personas. Se espera que los aumentos constantes de la temperatura aumenten esta carga.
Según la OMS, el número de desastres naturales relacionados con el clima se ha triplicado desde los años 1960, y cada año causan más de 60.000 muertes, principalmente en los países en desarrollo. El aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos cada vez más extremos destruirán hogares, instalaciones médicas y otros servicios esenciales.
La conciencia de todos estos hechos ha llevado a la adopción de diversas iniciativas internacionales, entre las que destaca la Carta Europea sobre el Medio Ambiente y la Salud, adoptada por los ministros de Medio Ambiente y Sanidad de la Región Europea de la OMS. Por su parte, la Unión Europea lleva varios años desarrollando políticas de medio ambiente y salud que se han materializado en diferentes iniciativas políticas y legislativas destinadas a la protección del medio ambiente como instrumento de protección de la salud.
De acuerdo con las estrategias internacionales en materia de salud y medio ambiente, los Ministerios de Sanidad y de Medio Ambiente pusieron en marcha en 2007 los mecanismos necesarios para la elaboración del Plan Nacional de Salud y Medio Ambiente. El primer paso fue la firma de un acuerdo de encomienda de gestión con el Instituto de Salud Carlos III para que este diseñara las bases sobre las que sustentar el plan. El comité científico creado al efecto redactó un informe de bases para lo que contó con el concurso de un nutrido grupo de expertos.
A pesar de la gravedad de este problema, España fue el país de la Unión Europea donde más subieron las emisiones de gases de efecto invernadero en 2015, año en que se rompió la tendencia general decreciente del lustro anterior, según ha informado la Agencia Europea de Medio Ambiente.
Las razones principales para que se registrasen más emisiones en España son el aumento “sustancial” en carbón para la generación de electricidad, el del uso de diesel para transporte rodado -en especial coches de pasajeros- y el mayor uso del gas en el sector comercial-institucional. La AEMA destacó también en su informe que el Producto Interior Bruto (PIB) español creció “fuertemente” en 2015 y que las renovables decrecieron en términos de energía primaria.
Este problema se ha agravado por el cambio climático, que, en países como España, está reduciendo las lluvias e incrementa las situaciones meteorológicas estables favorables a la acumulación de la contaminación atmosférica. La contaminación no depende solo de las emisiones, sino también de la meteorología, resume este científico, quien también apunta que si se incrementan los episodios de sequía provocados por el cambio climático u olas de calor previsiblemente el ozono aumente.
A pesar de todo, desde la redacción del citado informe de bases en 2007, aún no se ha llevado a cabo su elaboración por las autoridades competentes para ello, pudiendo quedar desfasado el contenido del mismo. El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, además, anuncia que “está previsto implementar un Plan Nacional de Acción en Salud y Medio Ambiente. Los Departamentos responsables de liderar esta iniciativa son los Ministerios de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, y de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, que están trabajando de manera coordinada en su desarrollo”, todo ello sin fecha ni previsión alguna.
LA PROPOSICIÓN NO DE LEY
“El Congreso insta al Gobierno a:
Elaborar en el plazo máximo de un año un Plan Nacional de Salud y Medio Ambiente, con el objetivo de prevenir al máximo los efectos perjudiciales de la degradación ambiental en la salud humana.
Actualizar, en su caso, el informe base redactado en 2007 y adaptar los objetivos del plan a las estrategias del Programa General de Acción de la Unión en materia de Medio Ambiente hasta 2020.
Crear un órgano para el seguimiento, implementación y evaluación de estos planes, que cuente con la participación de los departamentos implicados en la protección del ambiente atmosférico del MAPAMA y el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, así como otros ministerios implicados, representantes de los gobiernos autonómicos y entes locales, científicos expertos y agentes sociales.
Dotar a este organismo de seguimiento de la partida presupuestaria adecuada y suficiente para implementar, evaluar y actualizar este Plan”