La nueva Ley de Memoria Democrática recoge como deber de memoria la disposición adicional undécima, como reconocimiento institucional y moral de la sociedad, a “la justa demanda de verdad que reivindican los afectados por la polio, efectos tardíos de la polio y post-polio”, algo que posiblemente les extrañará a muchos.
Y es que ellos sufrieron la inacción de un régimen dictatorial que tenía el deber legal de actuación y las competencias necesarias para hacer frente a la Pandemia de la poliomelitis, lo que provocó el fallecimiento o maltrato de niños y niñas y personas sobrevivientes con graves secuelas físicas para el resto de su vida.
Mientras el resto del mundo administró la vacuna necesaria contra la grave pandemia de poliomielitis, que afectó aproximadamente a 20.000 niños entre 1950 y 1963, los gobiernos de Franco no la administraron, o lo hicieron muy tarde, sin motivo alguno, provocando así la muerte de miles de vidas inocentes y numerosísimas secuelas en gran parte de la población.
La vacuna fue descubierta en Estados Unidos y se comenzó su administración en el mundo en 1955, menos en España, que no se inició la vacunación hasta casi diez años después, en 1964. Para entonces, las consecuencias entre la población, especialmente la infantil, habían sido desastrosas.
El hambre y las precarias condiciones de vida de la posguerra unidas a una sanidad desmantelada por Franco provocó focos de polio por toda España llegando a los 2.500 por año, a partir de la década de los 50, y no descendiendo hasta los sesenta cuando se normalizó el uso de la vacuna, según las cifras recogidas en la investigación “La poliomielitis. Una negligencia del franquismo”.
Una de esas niñas afectadas es Rosa Hernaz, integrante de la plataforma “Niños y niñas de la polio”, formada por unas 400 personas de toda España. En una entrevista en la cadena SER, Rosa ha recordado los inicios de su enfermedad y como “en los hospitales estaban esperando a que se recuperase un niño un poquito para sacarlo del pulmón de acero y poner a otro”.
La escalofriante imagen de niños y niñas en aquellas cajas metálicas que les ayudaban a respirar, los pulmones de acero, solo fue erradicada una vez se pusieron en marcha campañas de vacunación.
Rosa reclama la tardanza en la vacunación por parte del régimen franquista, por eso no entienden el rechazo que existe hoy en día, 60 años después, a una vacuna que, igual que entonces, ha salvado la vida de incontables personas.
Tal y como relata, una vez llegó la vacuna a España la llevaban a los pueblos con burros y neveras de las antiguas botellas de Coca-Cola. Cuando llegaban las vacunas estaban caducadas. Además, la dosis indicada solo se siguió el primer año. A todo esto hay que sumar que la versión que se compró en España era diferente de la original, una versión más barata.
Reclamaciones
Los afectados denuncian las secuelas de una epidemia de la que sobreviven más de 50.000 afectados en nuestro país. Lo que se pide por encima de todo es el reconocimiento de esta generación, cuyas demandas han sido incluidas en la ley de Memoria Histórica que está por aprobar.
También piden rehabilitación muscular, ya que la falta de ello agarrota sus músculos y hace que sufran fibromialgias muy a menudo.
La dictadura ocultó el desastre, pero hoy sobreviven con las secuelas entre 40.000 y 50.000 afectados que no han sido reconocidas como víctimas del régimen.
La bajeza moral de ese dictador es algo que no hay palabras para expresar.Recuerdo que a mi me la dieron en la escuela pública pero es que yo vivía en un pequeño país de latinoamericano el Uruguay.Allí se cumplían todas las necesidades del PUEBLO pobre o de gente trabajadora,por cierto JAMAS FUIMOS CONSIDERADOS EMIGRANTES,teníamos todos los derechos de cualquier ciudadano.
Un saludo cordial Carmen