El profesor Antonio Vallejo Nágera, jefe de los Servicios Psiquiátricos del Ejército de Franco, durante la Guerra Civil y los primeros años de posguerra realizó una investigación con presos de guerra, especialmente brigadistas internacionales, para responder a cuestiones como si los rojos nacen o se hacen o qué malformaciones, psíquicas o físicas, llevan a un individuo a adherirse al marxismo.

El famoso psiquiatra, quien no se limitó a estudiar a hombres sino que también realizó un estudio sobre mujeres prisioneras de guerra buscando una explicación a «la activísima participación del sexo femenino en la revolución marxista, llegó a la conclusión junto a sus  colaboradores fue que el marxismo español se nutre de las personas menos inteligentes de la sociedad.

En el campo de concentración de San Pedro de Cardeña, fue donde se realizaron la mayoría de las investigaciones dirigidas por Vallejo-Nágera, a través del Gabinete de Investigaciones Psicológicas de la Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros de Guerra, donde miembros de la Gestapo tomaban mediciones antropométricas e interrogaban a los prisioneros y dos científicos alemanes hacían diversos test a los recluidos.

Vallejo-Nágera, el 'Mengele español', y su opinión sobre el marxismo: "Se nutre de las personas menos inteligentes de la sociedad"
Vallejo-Nágera, el ‘Mengele español’, y su opinión sobre el marxismo: «Se nutre de las personas menos inteligentes de la sociedad»

Dividió en cinco grupos a personas estudiadas: prisioneros de las Brigadas Internacionales en San Pedro de Cardeña, presos españoles varones procesados por actividades políticas, presas españolas procesadas por las mismas razones, separatistas vascos y marxistas catalanes.

Vascos y catalanes fueron especialmente interesantes para el estudio. Los vascos porque «se produce el curioso fenómeno del fanatismo político unido al religioso» y los catalanes porque «se une el fanatismo marxista y el antiespañol».

Reeducación

Vallejo Nágera intentó incluso regenerar a los marxistas, aunque únicamente ensayó su programa de reeducación con los prisioneros españoles. La reeducación se limitaba a obligarles a desfilar, entonar gritos franquistas y a impartirles un cursillo religioso de seis semanas que nadie lograba superar y que, en consecuencia, se repetía continuamente durante el periodo de cautiverio.

Si la razón que lleva al hombre al marxismo es su escasa inteligencia, la mujer sale todavía peor parada. Para buscar una explicación a ‘la activísima participación del sexo femenino en la revolución marxista’, el psiquiatra realizó un estudio sobre 50 mujeres prisioneras de guerra bajo el título de «Investigaciones psicológicas en marxistas femeninos«.

«La mujer participa en política para satisfacer sus apetencias sexuales»

A juicio del psiquiatra, la mujer participa en política para «satisfacer sus apetencias sexuales». Según Vallejo Nágera, la razón de este alto grado de participación femenino hay que buscarla en «la característica debilidad del equilibrio mental» de la mujer, «la menor resistencia a las influencias ambientales y la inseguridad del control sobre la personalidad» y, por ello, consideraba fundamental que la religión católica impusiese a la mujer sus estrictas normas a modo de «freno» a su tendencia animal.

«Cuando desaparecen los frenos que contienen socialmente a la mujer […] se despiertan en el sexo femenino el instinto de crueldad y rebasa todas las posibilidades imaginadas, precisamente por faltarle las inhibiciones inteligentes y lógicas, característica de la crueldad femenina que no queda satisfecha con la ejecución del crimen, sino que aumenta durante su comisión», escribe Vallejo Nágera, justificando la participación de las mujeres en las revueltas políticas porque en ellas tienen la ocasión de «satisfacer sus apetencias sexuales latentes».

Las mujeres, además de ser sometidas al mismo sistema de reeducación que los hombres, intentaban ser captadas por la red de Auxilio Social y de la Sección Femenina de Falange ya que su adhesión al régimen era fundamental, teniendo en cuenta que su única funcional social era la de educar a sus hijos.

Teoría del gen rojo

Las teorías del psiquiatra franquista también fundamentaron el robo de niños en los primeros años de la dictadura. Su teoría del gen rojo defendía la separación de los niños y niñas de sus madres rojas para evitar que se contaminaran del mal de sus madres como medida preventiva y recibir así una educación «curativa» de los vencedores y auténticos portadores de la raza española.

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