Duralex, un icono de la cristalería francesa conocido por su vajilla casi irrompible, fue durante décadas un modelo de negocio sostenible. Sin embargo, la empresa cayó en declive debido a la mala gestión financiera, que incluyó la distribución de dividendos a los directivos a pesar de la crisis. En 2022, la fábrica enfrentó la suspensión de pagos y posibles despidos masivos. Ante esta situación, los trabajadores se organizaron para salvar la empresa, convirtiéndola en una sociedad cooperativa y participativa (Scop).
De los 227 empleados, 140 invirtieron en la compra de acciones, convirtiéndose en propietarios y tomando el control de la empresa. Sorprendentemente, el éxito fue casi inmediato, con un aumento del 320% en los pedidos online en solo un mes. El caso de Duralex demuestra que los trabajadores pueden gestionar eficazmente una empresa, siendo un ejemplo de resistencia ante la desindustrialización y un modelo de transición hacia una producción más sostenible, poniendo en duda la necesidad de altos ejecutivos para garantizar el éxito empresarial.
Que viva la lucha de la clase obrera.
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