¿Qué podemos esperar cuando dos entidades, engendradas de prejuicios, se enfrentan en la calle con palos y consignas?

El espectáculo sin precedentes de una pandilla neonazis agrediendo a otra facción de neonazis ha sacudido la tranquilidad de la ciudad de Oregon. Es una ironía casi teatral, dos facciones que comparten una ideología de odio y prejuicio se enfrentan en la misma plaza pública durante sus protestas contra el Orgullo. La noticia recorrió las redes sociales como un incendio forestal. Se difundieron imágenes y videos dramáticos que capturaban el surrealista choque de odio y banderas.

En los videos, se puede ver a los ultraderechistas Proud Boys, reconocidos por su participación en el asalto al Capitolio de los Estados Unidos en enero de 2021, atacando a un grupo local de neonazis, los llamados Nacionalistas de la Ciudad de las Rosas, intentando quitarles sus pasamontañas mientras los azotaban con palos de banderas estadounidenses. Como si estuvieran en un patio de colegio, las peleas pasaban de simples gritos de obscenidades a golpes reales y empujones violentos. Ambos grupos, envueltos en una lucha de supremacía y prejuicio, no parecen darse cuenta de que están luchando contra un espejo de su propia intolerancia.

Algunas mujeres y hombres involucrados en la protesta contra el Orgullo afirmaron que los “nacionalistas blancos irrumpieron en nuestra protesta” y que “los Proud Boys locales dejaron claro que no eran bienvenidos”.

Los miembros del grupo de los Proud Boys podían ser escuchados gritando consignas obscenas mientras empujaban a los nacionalistas y los golpeaban con los postes de las banderas. No contentos con esto, los Proud Boys exigían que los neonazis fueran “desenmascarados”, mientras los nacionalistas perdían sus máscaras en medio de la pelea, retrocediendo con las manos enguantadas cubriendo sus rostros mientras los Proud Boys continuaban su avance. La aparente valentía de los agresores se evaporaba rápidamente cuando se veían expuestos.

SE SUMAN VOCES Y OPINIONES

El propio CEO de Twitter, Elon Musk, intervino en el conflicto, exigiendo conocer la identidad de los neonazis, añadiendo en un segundo tuit: “siempre quiten sus máscaras”. Se suma así una voz más al coro de opiniones y especulaciones que este incidente ha desatado. Pero más allá de las reacciones inmediatas, es preciso reflexionar sobre lo que estos eventos significan para la salud de la democracia y convivencia social.

Lo que transpiró en las calles de Oregon es, en esencia, la encarnación de la intolerancia y la ignorancia en una danza desenfrenada. Estos grupos se involucran en acciones violentas y peligrosas: la violencia begeta violencia, y el odio begeta odio. ¿Qué podemos esperar cuando dos entidades, engendradas de prejuicios, se enfrentan en la calle con palos y consignas?

No es casual que este incidente haya ocurrido en el contexto de una protesta contra el Orgullo. La comunidad LGBTQ+ ha sido históricamente objeto de persecución y violencia. Los grupos que se oponen a su existencia y luchan por sus derechos lo hacen desde una base de intolerancia que sólo fomenta la segregación y el prejuicio. Y en este caos, los extremistas no pudieron ni siquiera identificar a sus propios “aliados”.

¿HACIA DÓNDE VAMOS?

Este incidente en Oregon debe servir como un recordatorio de los peligros de permitir que el extremismo y la intolerancia se arraiguen en nuestras comunidades. Las imágenes de las y los Proud Boys enfrentándose a los Nacionalistas de la Ciudad de las Rosas son, en última instancia, la representación de un fracaso colectivo para construir una sociedad más inclusiva y comprensiva.

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