Cuando se queman vivos a mujeres y niños en nombre de la “autodefensa”, se pierde toda legitimidad, moralidad, humanidad e incluso el propio derecho a existir.

Lejos de aminorar la marcha, Israel acelera el genocidio del pueblo palestino ante la complicidad internacional. Este fin de semana el Ejército sionista ha vuelto a bombardear el hospital Al-Aqsa en Gaza, convertido en campo de refugiados, y donde ha quemado vivos a mujeres y niños. Misiles de última generación contra un hospital donde hay personas enfermas y refugiadas en tiendas a las que queman vivas. Y Europa apoya a estos terroristas. España es país de tránsito del material militar con el que cometen estas atrocidades, que en nada se diferencian de meter a la gente en cámaras de gas como hacían los nazis.

El inhumano ataque a este campo de desplazados se ha producido en venganza por otro ataque realizado por Hizbula desde Líbano. La diferencia es que el ataque de Hizbula tenía como objetivo una base militar, donde murieron 4 soldados israelís. Los medios occidentales decidieron ocultar este dato, mostrando una vez más que están más cerca de ser herramientas de propaganda del militarismo que profesionales del periodismo. Israel está cometiendo tantos crímenes de guerra ante la pasividad internacional que se siente totalmente impune.

Hace solo unos días bombardeaba un hospital para refugiados de la Media Luna Roja en la frontera del Líbano con Siria, destruyendo ambulancias, medicinas y alimentos para las familias desplazadas. Y lejos de ser sancionada por la comunidad internacional, Israel recibe todo su apoyo. Ayer mismo Estados Unidos anunciaba el envía de un nuevo lote de armamento e incluso tropas que se unirán activamente al genocidio que está llevando a cabo Israel. Y crecido gracias a estos apoyos, Netanyahu se dedica amenazar a la ONU, asaltando bases donde soldados internacionales son atacados con armas producidas en sus propios países.

Cuando se queman vivos a mujeres y niños en nombre de la “autodefensa”, se pierde toda legitimidad, moralidad, humanidad e incluso el propio derecho a existir. Israel no sólo está destruyendo vidas palestinas, sino cualquier atisbo de humanidad.

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