Javier F. Ferrero
Vox es un espejismo peligroso. Una aparición retrograda que pretende hacerse tangible, avanzar y ganar terreno en nuestra sociedad, reviviendo los ideales de una época oscura y tormentosa. Un tiempo en que las ideas y los ideales eran considerados enemigos del estado, donde el pensamiento libre era asesinado. La misma ideología que mató a Federico García Lorca.
Vox se erige como un espectro amenazante, una sombra hambrienta de las más profundas entrañas de nuestra historia, revistiendo su antiguo rostro con un disfraz de modernidad. Es la monstruosa reencarnación de un pasado sangriento que preferiríamos olvidar pero que debemos recordar, para no permitir que se repita. La misma ideología que asesinó a Federico García Lorca y a tantos otros que yacen aún en las cunetas, abandonados y olvidados.
Lorca, poeta de la libertad y mártir de la intolerancia, cayó bajo el yugo de la extrema derecha, ese mismo yugo que hoy pretende Vox resucitar. Sus palabras, llenas de vida y esperanza, fueron sofocadas por las balas del miedo y el odio, balas que aún resuenan en las fosas comunes y las cunetas de nuestra geografía, un lamento sordo y constante que nos recuerda el precio de la libertad.
Las políticas de Vox son el eco de ese disparo, un recordatorio de que el franquismo no murió, sino que se disfrazó y se escondió, aguardando su momento para volver a emerger. Sus propuestas son la metáfora de la violencia que destrozó nuestras vidas, el látigo que vuelve a golpear, un veneno que se infiltra lentamente en la mente de los descontentos, los temerosos, los olvidados.
Vox es la tumba abierta de la extrema derecha que se niega a quedarse en el pasado. Es la hoja afilada del odio, la misma que destrozó la vida de Lorca y que dejó cicatrices profundas en nuestra nación. Es la tinta venenosa que desea reescribir nuestra historia con sangre, un eco mordaz que aúlla en las cunetas, ansiando volver a ser oído.
Debemos alzar la voz, rechazar esta sombra del pasado que intenta devorarnos. No podemos permitir que las cunetas de nuestra historia vuelvan a ser tumbas. No podemos permitir que las ideas y los ideales sean nuevamente los enemigos del estado. No podemos permitir que el legado de Lorca sea pisoteado por el renacer del franquismo.
Nuestra lucha debe ser más fuerte, más feroz. Porque Vox no es solo la idea que mató a Lorca, es la idea que amenaza con fusilar nuestra democracia y dejarla, una vez más, abandonada en una cuneta. La historia ya ha mostrado lo que sucede cuando el miedo y el odio toman las riendas. No podemos, no debemos, permitir que eso vuelva a suceder.
* El título de este breve texto hace referencia a esta pintada aparecida estos días en Murcia:
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