Hablando hoy en la cumbre de lanzamiento de la Internacional Progresista (IP), la red global que une movimientos, partidos y personas en una acción política compartida, el ex ministro de finanzas griego, miembro del parlamento helénico y miembro del consejo de la IP, Yanis Varoufakis convocará a lxs progresistas del mundo para que identifiquen “las empresas multinacionales que abusan de lxs trabajadorxs a nivel local” y apunten a ellas a nivel mundial.

La Internacional Progresista, insistirá Varoufakis, debe movilizar la solidaridad a través de las fronteras para desafiar el juego sucio de las empresas. Utilizará el ejemplo del trabajador de Amazon Chris Smalls, quien organizó una huelga en las instalaciones de Staten Island, Nueva York, en protesta por las condiciones laborales durante la pandemia. Smalls fue despedido por la corporación del billón de dólares. Varoufakis sugerirá que en el futuro, la IP podría organizar acciones de solidaridad global contra las corporaciones multinacionales, como Amazon, cuando victimicen a lxs trabajadorxs.

En otra parte de su amplio discurso, el ex ministro de finanzas griego expondrá un posible programa político común para unir a los movimientos y partidos progresistas del mundo. Retomará la idea del Nuevo Acuerdo Verde como un conjunto de reformas vitales y necesarias que representan una intervención mundial de 8 billones de dólares anuales para evitar lo peor de la crisis climática, entre las que se incluyen: bonos transnacionales, regímenes neutrales de impuestos al carbono, tasas impositivas corporativas mínimas a nivel mundial, una Organización para la Cooperación Ambiental de Emergencia para desarrollar nuevas tecnologías verdes y un Centro Internacional de Intercambio de Información Monetaria.

Varoufakis también presentará un prospecto aún más ambicioso y amplio para el futuro, basándose en su nuevo libro Another Now. Esta visión de un futuro postcapitalista habilitado por la alta tecnología incluye: empresas democráticas de propiedad de lxs trabajadorxs, el fin del mercado de valores, un dividendo anual universal junto con fondos fiduciarios para todxs y una revisión radical del sistema fiscal para centrarse en el carbono y la tierra.

Convocando a lxs progresistas para que actúen globalmente contra las multinacionales que victimizan a lxs trabajadorxs, se espera que Yanis Varoufakis diga:

¿Recuerdan a Chris Smalls, el empleado de Amazon que se atrevió a organizar una huelga en las instalaciones de la empresa en Staten Island en protesta por las condiciones laborales durante la pandemia? Saltó momentáneamente a la fama cuando se reveló que, habiéndolo despedido, lxs ultra ricxs y superpoderosxs directorxs de Amazon pasaron una larga teleconferencia planeando su difamación para socavar su causa. Aunque un número considerable de figuras públicas se pronunciaron en defensa de Chris, el furor no tuvo ningún efecto. Amazon emergió del confinamiento de 2020 más rico, más fuerte y más influyente que nunca. En cuanto a Chris, una vez que sus cinco minutos de fama se desvanecieron, permaneció despedido y vilipendiado.

¿Qué haría falta para que la IP marque la diferencia y defienda a Chris de la forma en la que no lo hicieron las cartas de enfado al NYT? Supongamos que la IP estuviera activa en ese momento y pudiéramos convocar a las personas de todas partes para que participaran en las Jornadas de Acción mundiales de los sindicatos a nivel local, dirigidas a la empresa y a sus afiliados.

Entonces podríamos combinar estas Jornadas de Acción con las Jornadas de Inacción Mundial, un día en particular en el que ni siquiera visitamos el sitio web de Amazon en apoyo de trabajadorxs como Chris Smalls. No visitar un sitio web durante un día le cuesta a las personas –incluso a lxs grandes usuarixs de Amazon– casi nada, pero puede traducirse en grandes costos para corporaciones como Amazon.

Esto podría ser un comienzo: identificar las empresas multinacionales que abusan de lxs trabajadorxs a nivel local y apuntarles a nivel mundial, utilizando la gran disparidad entre el costo para lxs participantes y los costos de las empresas específicas.

Sobre los planes para un Nuevo Acuerdo Verde global, se espera que Yanis Varoufakis diga:

Los 8 billones de dólares que necesitamos anualmente tendrán que ser financiados tanto por fuentes públicas como privadas. La financiación pública, al igual que en el Nuevo Acuerdo original, debe incluir instrumentos de bonos transnacionales y regímenes neutrales de impuestos al carbono, de modo que el dinero recaudado con los impuestos al diésel pueda devolverse a lxs ciudadanxs más pobres que dependen de los automóviles diésel, para fortalecerlxs en general y también para permitirles comprar un automóvil eléctrico.

Mientras tanto, la evasión fiscal sólo recibirá un golpe importante si introducimos una tasa impositiva corporativa efectiva mínima a nivel mundial para las corporaciones multinacionales de, por ejemplo, el 25 por ciento, que luego se redistribuye sobre la base de una fórmula simple que tenga en cuenta la distribución geográfica de las ventas.

Para destinar estos recursos a inversiones ecológicas, podríamos proponer una nueva Organización para la Cooperación Ambiental de Emergencia (OEEC por sus siglas en inglés), homónima de la OEEC original que, hace 75 años, administraba las obras financiadas por el Plan Marshall en Europa. Una de las principales diferencias con respecto a la década de 1950 es que la tarea de hoy no es simplemente reconstruir, sino desarrollar nuevas tecnologías de cero emisiones. Ningún país por sí solo puede financiar la investigación y el desarrollo necesarios. Por lo tanto, la OEEC aunaría el poder intelectual de la comunidad científica internacional en algo parecido a un Proyecto Manhattan Verde –sólo que tiene como objetivo, en lugar de los asesinatos en masa, poner fin a la extinción.

De manera aún más ambiciosa, la IP puede proponer una Unión Internacional de Compensación Monetaria, del tipo que John Maynard Keynes sugirió durante la conferencia de Bretton Woods en 1944, incluyendo restricciones bien diseñadas a los movimientos de capital. Al reequilibrar los salarios, el comercio y las finanzas a escala mundial, tanto la migración involuntaria como el desempleo involuntario retrocederán, poniendo fin así al pánico moral sobre el derecho humano a moverse libremente por el planeta.

Sobre una visión postcapitalista, se espera que Yanis Varoufakis diga:

¿Puede funcionar una economía avanzada sin mercados laborales? Por supuesto que puede. Consideren el principio de un empleadx, una acción, un voto. Enmendar la ley corporativa para convertir a cada empleadx en un socix igualitarix (aunque no igualmente remunerado), concediéndole un voto único no negociable, es hoy en día tan inimaginablemente radical como lo era el sufragio universal en el siglo XIX.

Al conceder a lxs empleadxs-socixs el derecho a votar en las asambleas generales de la empresa, una idea propuesta por lxs primerxs anarcosindicalistas, se pone fin a la distinción entre salarios y ganancias y la democracia, por fin, ingresa al lugar de trabajo, con las nuevas herramientas digitales de colaboración en pie para eliminar todas las ineficiencias que de otro modo obstaculizarían las perspectivas de una empresa corpo-sindicalista administrada democráticamente. Además de la democratización de las empresas, traería consigo la desaparición de los mercados de valores y acabaría con la necesidad de una deuda gigantesca para financiar las fusiones y adquisiciones.

Algunos Bancos Centrales ya están pensando en proporcionar a cada persona adulta una cuenta bancaria gratuita. Si esto se lleva a cabo en una sociedad sin mercados de valores, ¿por qué se querría una cuenta en un banco privado? Una vez que el apalancamiento de la deuda vinculado a los mercados de valores y la banca personal desaparece, también lo hace la banca comercial. Goldman Sachs y similares se extinguen, sin necesidad de prohibirlos.

¿Qué pasaría si lleváramos esta idea más lejos, proponiendo que el Banco Central también acredite en cada una de esas cuentas un estipendio mensual fijo (un dividendo básico universal). Como todo el mundo utilizaría su cuenta del banco central para hacer pagos locales, la mayor parte del dinero acuñado por el banco central se transferirá a su libro de contabilidad. Además, el banco central puede conceder a todxs lxs recién nacidxs un fondo fiduciario, que se utilizará cuando crezcan.

Así pues, las personas recibirán dos tipos de ingresos: los dividendos acreditados en su cuenta del banco central y las ganancias de trabajar en una empresa corpo-sindicalista. Ninguno de los dos necesita ser gravado –el fin de los impuestos sobre la renta y las ventas (IVA). En cambio, tres tipos de impuestos financian este tipo de gobierno: un impuesto del 5 por ciento sobre los ingresos brutos de las empresas corpo-sindicalistas; un impuesto sobre el carbono; y las ganancias por el arrendamiento de la tierra (que pertenece en su totalidad a la comunidad) para uso privado por tiempo limitado.

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